Los entuertos culturales de Nueva York (OPINION)

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El autor es escritor. Reside en Nueva York

He vivido en La Gran Manzana la mitad de mi vida; y durante estos casi 40 años he visto el avance de una comunidad que, aunque de origen rural mayormente, ha logrado abrirse camino en el asfalto sinfín de sus calles. Hoy día, somos la minoría  inmigrante mas importante de Nueva York o cuando menos la más numerosa.

Varias de las instituciones dominicanas, dirigidas por los mismos dominicanos que ante la imposibilidad de competir en nuestra patria tuvimos que emigrar hasta estas tierras, hemos alcanzado la primera parte del preciado “sueño americano”.

Podemos afirmar que buena parte de nosotros ha logrado hacer el “crossover”; esto significa que nos hemos integrado plenamente a la sociedad estadounidense.

Hoy ya no se discute nuestra presencia en esta tierra de inmigrantes, ni se objeta, ni es motivo de vergüenza para ningún muchacho nuestro. Hemos superado gran parte de nuestras debilidades y reservado un sitio de honor para nuestros hijos y nietos, que se están graduando en las universidades y la comunidad en conjunto, ha avanzado socialmente.

Rey Andújar

Lo que me molesta de este avance de nuestra gente es que lo hemos logrado sin la mas mínima participación del Estado dominicano, que siempre ha vivido de espaldas a su comunidad residente en el exterior. En este Gobierno del Cambio se deben crear las condiciones para enmendar esa dejadez del Estado nacional y empezar a saldar la deuda social con los dominicanos que vivimos en ultramar.

Lo que solicitamos no es que nos den una pensión del Estado dominicano, sin haber trabajado ni pagado a la Seguridad Social. No, lo que exigimos es que a los nacionales que trabajaron allá y cotizaron -en el Estado o el sector privado- se les pensione si es que cumplen con la ley y aunque estén pensionados aquí en USA.

Las “pensiones solidarias” es un capítulo aparte; son parte de una política social del Estado dominicano y no nos oponemos a que se aplique, especialmente a aquellos envejecientes que residen allá y necesitan la mano amiga del Estado.

Hago este pequeño introito, solo para abordar el tema que sugiere el título de esta entrega, que hoy presento a su consideración. Ciertamente, la dirección partidaria local ha dado muestra fehaciente de no entender la situación que enfrentamos; como tampoco ha evaluado a profundidad la relación que debemos promover con el Gobierno de Abinader, que está dando señales evidentes de desprendimiento personal, al tiempo que institucionaliza el país y sienta las bases para el desarrollo futuro de la Nación.

En el caso que nos compete, la gestión cultural dominicana en el exterior, sucede algo insólito y a todas luces irracional. De la vieja, pero oportuna “Casa de la Cultura Dominicana” de los años 80’s, pasamos al “Comisionado de Cultura Dominicana en Estados Unidos”, oficializado en el año 2004 por el Gobierno de la época.

Casi 20 años después (2022) el Gobierno actual formaliza orgánicamente la institución y la convierte en la “Dirección de Cultura Dominicana en el Exterior” (DCDEX) y coloca al mando de ella a un reconocido gestor cultural, un académico universitario en el estado de Illinois llamado Reynaldo Andújar.

Gestor cultural neto

En este punto, hay que reconocer que Rey Andújar es el primer gestor cultural neto que ha tenido el gobierno de Abinader, luego de la exitosa y prolongada labor de Carlos Sánchez, un teatrista y gestor cultural que dejó su impronta en el escenario de Nueva York en gobiernos pasados.

Debo también admitir que la labor del gestor cultural Rey Andújar, ha sido más que exitosa; por los resultados obtenidos se puede afirmar que su paso por la DCDEX ha perseguido la excelencia y que ha recibido el reconocimiento de la comunidad neoyorkina en general.

El entuerto se presenta, justo en este punto. ¿Por qué hay que sustituirlo si su labor ha sido meritoria? ¿Por qué no se reconoce la excelencia como norte y meta de los ciudadanos dedicados al servicio público? y ¿Por qué no se cumple con los requisitos de estilo cuando se tiene de frente a un servidor público de la categoría de Rey Andújar?

Como contraparte, no puedo dejar de señalar que la rebatiña dentro de las fuerzas que respaldan al presidente Abinader -o más bien, a sus precandidatos preferidos- no puede ser la norma de conducta común de los que están supuestos a apoyar su gestión. Es inaceptable que un cuadro del gobierno, exitoso por demás, se quiera sustituir, simplemente para abrir una nueva fuente de empleo para alguien que clama inconformidad. Esto no puede suceder en un Estado moderno.

Pero tampoco es aceptable que se pretenda descartar al compañero -aunque sus aspiraciones sean desmedidas- con malas artes, argumentando falsedades que conllevan el deterioro moral de todos los elementos actuantes. Un error no se puede subsanar con mentiras y acusaciones desmedidas. Ni una cosa ni la otra son admisibles, ni siquiera tolerables.

Tengo que repetirlo hasta la saciedad, la razón de ser de cualquier organismo del Estado dominicano fuera de la media isla que nos corresponde, es preservar la identidad nacional, que los muchachos nacidos aquí, sigan siendo dominicanos, de corazón y origen, e identificados con el Pensamiento Trinitario.

Los dominicanos que sienten el fervor de la Gesta Febrerista en sus venas, están en el deber de respaldar al presidente Luis Abinader y ayudarlo a abotonar su obra de gobierno. Cualquier otra actitud ante los hechos es una distorsión histórica, una inconsecuencia política que tendrá resultados no gratos.

¡Vivimos, seguiremos disparando!

jpm-am 

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