OPINION: La apatía política
Cuando una nación carece de democracia anhela tenerla o recuperarla, para lo cual los ciudadanos se activan, mostrando un extraordinario interés en la política. Se trata de un comportamiento totalmente distinto a la falta de interés que una gran parte de ellos reflejan tiempo después de haber conquistado o recuperado la democracia.
Las elecciones correspondientes a la primera etapa democrática de un país se caracterizan por tener una elevada votación, ya que el cuerpo electoral, como el niño con su juguete nuevo, participa entusiasmado en la campaña electoral y abarrota las urnas de votos.
Sin embargo, conforme la democracia se va consolidando los electores se vuelven cada vez más apáticos, provocando una elevada abstención, la cual cuando se acerca al nivel de los participantes dispara las alarmas y anuncia el inicio de la crisis de la democracia.
En lo que concierne a las probables causas que motivan la apatía política, el reconocido jurista, Carlos Santiago Nino, en su obra, La constitución de la democracia deliberativa, cita a autores de la categoría de Huntington, Crozier y Watanuki, los cuales consideran que “la crisis es causada por una sobrecarga de demandas populares sobre un sistema que no las puede satisfacer y recomiendan el uso de mecanismos que limiten la expresión de esa demanda”. Contrario a este criterio, Macpherson, quien favorece una concepción populista de la democracia, piensa que la crisis de las democracias pluralistas actuales es producto de las desigualdades causadas por la falta de participación.
Por su lado, Santiago Nino, considera que el incremento en el grado de participación política no debería sobrecargar el sistema con demandas insaciables sino que debería poder dar a la gente un sentido de responsabilidad al hacer explicitas sus preocupaciones. Al mismo tiempo, el referido autor, agrega lo siguiente: “La participación atenúa el abismo que existe entre el gobierno y la sociedad, que se siente incluso en democracias que funcionan relativamente bien y que hace al gobierno parecer ajeno y distante”.
De su lado, para Giovanny Sartori, participación es tomar parte activa, voluntaria y personalmente. Voluntariamente es un detalle importante, porque, si se obliga a la gente a participar a la fuerza, eso es movilización desde arriba y no participación desde abajo, tomando en cuenta, además, que participación es ponerse en marcha por uno mismo, no que otros te pongan en marcha ni que te movilicen desde arriba.
La que antecede es una contundente advertencia para aquellos que procuran obligar a los electores a liberarse de la apatía, por medio de la implementación del voto obligatorio, a fin de garantizar la legitimidad de las elecciones.
No obstante, la implementación del voto obligatorio requeriría de una reforma a la Constitución, toda vez que el artículo 75 contempla el derecho a votar como uno de los deberes fundamentales, siempre que se esté en capacidad de hacerlo, mientras que el artículo 208 categoriza el ejercicio del sufragio como un derecho y un deber personal.
Finalmente, es justo reconocer que la considerable participación de los electores más pobres en las elecciones, producto del notable y permanente trabajo comunitario que realizan cada día los dirigentes de base de los partidos, ha evitado la profundización de la crisis de nuestra democracia.
JPM
¡excelente!