Chikungunya, un reto para los servicios de salud

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Por Vivian Collazo Montano*

La Habana (PL) Hace varios meses las autoridades de salud de las Américas dieron la alerta sobre la presencia de una nueva enfermedad viral: la fiebre chikungunya, un proceso que se transmite por mosquitos y se caracteriza por fiebre y dolores musculares.

A pesar de la adopción de medidas para detener su expansión, entre las que sobresalen el control en fronteras, eliminación de criaderos y reservorios, fumigación con pesticidas y campañas de autocuidado, se observa un número creciente de pacientes.

De acuerdo con los más recientes reportes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), desde que se detectó el primer caso en el hemisferio, se estiman en 24 mil 127 los infectados, un millón 106 mil 488 casos sospechosos.

Aún cuando el padecimiento no es precisamente mortal, puede complicarse, sobre todo en personas con alguna otra patología de base, como el cáncer, obesidad, diabetes, asma e hipertensión, de ahí que se reportan 172 fallecidos, en particular en naciones del Caribe.    Algunos países como Colombia, reporta más de 90 mil sospechosos y ya muchos anuncian una pandemia, mientras El Salvador notifica más de 500 mil y República Dominicana cifra en medio millón los probables infectados.

La enfermedad también se presenta en casi todas las islas del Caribe, y Estados Unidos hasta diciembre pasado tuvo más de dos mil casos, en su mayoría por contagios fuera del país.

El virus chikungunya -identificado por primera vez en Tanzania en 1952 e identificado en las Américas en diciembre de 2013 – se transmite por la picadura del mosquito del género Aedes, particularmente Aedes aegypti y Aedes albopictus, tiene un periodo de incubación de tres a siete días y puede cursar como una entidad aguda, subaguda y crónica.

Afecta a ambos sexos por igual y no hace distinción de edades, dice la OPS.

Su sintomatología, muy similar a la dengue, del cual hay que saber diferenciar, se caracteriza también por dolores de cabeza, nauseas, fatiga y erupción de la piel. No tiene cura y el tratamiento se enfoca en el alivio de las manifestaciones, en particular la afectación de las articulaciones, que puede persistir de manera crónica.

Se estima que la infección por chikungunya genera anticuerpos que protegerán a las personas de por vida. Se ha avanzado en el desarrollo de una vacuna, pero ésta aún se encuentra en fase de experimentación.

Por tanto es importante la prevención, basada en gran medida en la reducción del número de depósitos de agua natural y artificial, que puedan servir de criaderos de mosquitos. Este factor, así como la densidad poblacional, el hacinamiento y las características de las viviendas, determinan una mayor vulnerabilidad de las poblaciones a padecer la enfermedad.

De ahí que un programa de vigilancia efectiva y operativa brinda las bases para una preparación adecuada, tanto frente al dengue, como ante el chikungunya, resalta el organismo sanitario internacional.

También se considera indispensable la participación y colaboración intersectorial, en todos los niveles de gobierno y de los organismos de salud, educación, medio ambiente, desarrollo social y turismo. Pero sobre todo mantener la comunicación y buscar la participación plena de la comunidad.

vm/

*Periodista de la Redacción de Ciencia y Técnica de Prensa Latina

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