Vivencias que dejan moralejas
Cultura de la mentira. Queremos que el policía sea serio, honesto, diligente y cuando nos toca a nosotros encontrarnos de frente con “la ley”, le pedimos “comando deme un chance”. Se elogia la esposa de la casa por lo hogareñas que es, lo dedicada a su familia y esposo, pero a la vez se critica las mujeres que se atreven a mirar otro hombre y cuando se tiene la esposa del vecino muy cerca y con poco público, se le pide “un chin”. Criticamos a la secretaria que se dejó quitar el cargo por no llegar temprano, más sin embargo, cuando nos toca a nosotros le decimos a la jefa “no se preocupe doña. Usted verá esta será la última vez”. Sigo. Sabemos que el candidato no ha cumplido con nada de lo prometido, que su desorden de vida es público pero si me dice que ahora no puede ayudarme con la receta, darme la botella, pasarme unos papeles por debajo, recibirme unos chelitos para la “logística” de algo que solo me beneficie a mí, entonces es un mal político y no será mí candidato, ¿Nos gusta que nos hablen mentira? Esto salió luego de oír a una amiga secretaria hablar con su jefa. Y me retumbó en la cabeza, lo rápido, fácil y común que se nos hace hablar, escuchar, aceptar y por qué no, elogiar la mentira y sus protagonistas. Señores el tema político creo que es el mejor de los ejemplos y al parecer le tendré que dedicar una vivencia completa. Si nos acostumbramos a la mentira de otros y otras, quién quita que para nosotros/as se constituya en algo común. Es penoso que a diario nuestra conducta y reacciones a la verdad, se refleje como lo menos importante. Podríamos citar múltiples ejemplos. Sé que al pensar en el panorama político falta espacio para citar. Reitero que trataré el tema en otra vivencia. Me sorprende – no sé por qué- que a los niños y las niñas se le fomente tanto la mentira como norma común del día a día; se le inculca a los menores que cubran a sus padres con mentiras que ellos mismo inventan y después nos sorprendemos cuando ese infante niega que esté teniendo relaciones sexuales antes de casarse, o la negación total de que se está consumiendo drogas. Niegan incluso que robaron algo con una historia -en este último caso- que muchas veces es digna de llevarla a la pantalla grande. Lo traumático de esta cultura es que nos alarmamos de los cambios bruscos que vemos en nuestra sociedad, cuando validamos acciones como las descritas anteriormente –y las que nos faltan por narrar- Estimados/as lectores, si permitimos que la mentira pernee todos los estratos sociales como crecientemente está ocurriendo, no dudemos que aceptemos lo dañino como un espacio para descubrir cosas. Que incorporemos en el manual de vida, códigos individualistas, en los que se promueve más el “sálvate tú y el otro que se…….” que el aspecto de “construyamos juntos”, “me equivoqué”, “no sé cómo hacerlo”, “llegué tarde, asumo mi responsabilidad”, entre otros casos que podríamos ejemplificar. Los dejo con un hermoso texto bíblico, que retrata como vivimos, escrito muchos años antes y que tiene hoy igual vigencia que ayer…..¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo¡ Isaías 5: 20.