Una biblioteca para San Cristóbal

            Quizá parezca extraño en esta época de pandemia escribir algo que nada tenga que ver con el COVID 19, pero entiendo que esta es una afección pasajera a la que queda poco tiempo, razones por las que debemos dirigir nuestras aspiraciones al futuro, a corto y mediano plazo.

Una de las cosas que se daban por hecho durante la pasada gestión municipal era el auge cultural en nuestra ciudad, estimulado por el Ayuntamiento Municipal. Después de un periodo de oscurantismo cultural,  estimulados por la escogencia como nuevo síndico de un periodista aparentemente interesado en los asuntos culturales, los munícipes estábamos seguros de que el nuevo síndico se preocuparía por impulsar las actividades culturales.

Con ese convencimiento, se le solicitó el restablecimiento y adecuación de la Biblioteca Municipal, sugiriéndole más de un lugar para adecuar un local para la misma. Y, además, se le propuso la designación de calles con el nombre de escritores, poetas y educadores locales, algunos aún vivos, en justo reconocimiento a la labor desempeñada por estos en favor de nuestra ciudad.

Lo relacionado con la biblioteca, en apariencia, fue aceptado como una necesidad urgente. Sin embargo, el síndico no vio con buenos ojos que la misma se instalara dentro del local del Liceo Musical Pablo Claudio, como era una de las propuestas hechas. Sin embargo, a pesar de ese aparente rechazo, algunas personas en la ciudad promovieron con entusiasmo la donación y recolección de libros para la biblioteca. Yo doné algunas de las obras de mi autoría y así hicieron muchos otros. Me consta.

En lo tocante a la designación de calles con el nombre de poetas, escritores y educadores de San Cristóbal, particularmente, nunca conocí la reacción del alcalde, pero hasta donde sé, nunca se complació lo pedido.  Y eso limita que se conozca que destacados personajes son de San Cristóbal y, más aun, que se conozca su obra. Entre estos, puedo citar a los poetas Osvaldo Bazil y Antonio Abad Méndez.

Nunca entendí las razones del síndico Guillén para oponerse a gestionar que una parte del edificio del Liceo Musical fuera destinado a la biblioteca, sobre todo recordando que, siendo sinceros, en los últimos 50 años dicha edificación solo ha servido para acoger temporalmente a damnificados de perturbaciones atmosféricas. Las clases de estética que impartía Moreno Jiménez, de música y pintura desaparecieron con la muerte del tirano.

Pero si se quisiera conservar el edificio del Liceo Musical para las labores que originalmente fue concebido, con la esperanza de que en el futuro se reanuden, lo cual veríamos con mucho agrado, pudiera anexársele al mismo una construcción para la biblioteca o construirse una edificación independiente en el mismo terreno, porque espacio para ello hay.

Quizá las nuevas generaciones desconozcan la utilidad e importancia de una Biblioteca Municipal, pero si vamos en Cuba a ciudades ubicadas en el extremo oriente de la isla, a unas 18 hs por tierra de la capital, La Habana, como son Baracoa y Maizi, encontraremos, para vergüenza nuestra, que estas lejanas ciudades cuentan con más de una biblioteca, teatros y gimnasios municipales.

Durante mis años de estudio del bachillerato, de lunes a viernes me juntaba por las tardes en la Biblioteca Municipal a estudiar las clases del día siguiente, con compañeros que hoy son destacados profesionales, como el ing. Temístocles Montás Domínguez, ing. Saúl Santana, el Dr. Rafael Herrera Morillo, el ing. Anuar Anglada, el Dr. Secundino Angustia, el fallecido ing. Javier Darío García Jáquez, entre otros.

Creo que el actual síndico Lic. José Montás debe asumir como prioritaria esa necesidad municipal. La actual pandemia no debe ser tomada como excusa.

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