Despojándonos de un periodismo “trabado” y a modo de gatopardo, quisiéramos preguntar si se ha hecho un debido descenso o se ha demostrado en el escenario estudiantil, que el embajador de Estados Unidos en el país, cuando a acudió a un centro escolar, presentó a su esposo y se identificó como homosexual.

¿Estaban asidos de las manos?  ¿Se besuquearon en presencia de los estudiantes?, o de cualquier otra forma, ¿les mostraron a una población que todavía no tiene discernimiento que eran parejas? Nadie contundentemente ha dado esos detalles.

Nos hacemos esta pregunta, porque todavía nosotros que también somos hijos de un país de migrantes pero sin las características propias de una nación de tolerancia multicultural;  sentimos retortijones y borborigmos estomacal cuando en el tren u otro lugar de Nueva York, observamos a jovencitas y jóvenes agarrados de manos y besándose delante de todo el mundo. Todavía no resistimos esas “extrañas” parafilias.

Esa es una cosa, pero esto dista mucho de incurrir en los extremos, como en el caso del embajador Brewster y su pareja.  Se pudo colocar una nota diplomática de queja en su contra por su supuesta agenda de promover la comunidad gay, sin que fuera necesario recolectar firmas para su expulsión del país e insertarla en la web de la Casa Blanca.

Como dijimos en el encabezado de este artículo, en un país donde la denuncia de los periodistas se ha difuminado y hay cierto adocenamiento, sin difamar a nadie y basándonos en confidencias por demás creíbles, entendemos que al igual que nosotros, los sectores que han iniciado esa repulsa, deben tener conocimiento de algún funcionario que ha sostenido relaciones sexuales con jóvenes oficiales que han ascendido de rango vertiginosamente.

Se supone que ese funcionario se ha presentado en lugares donde hay niños en compañía de su pareja, esta vez no declarada, y no ha pasado nada. Es decir, que si a los niños no se les informa; no se percataran de esa relación  homosexual con un militar que tiene hogar e hijos, pero que es extorsionado  sexualmente. De resistirse en el menor de los casos se quedaría oliendo donde guisan con relación a cualquier ascenso.

 Hay otros casos aberrantes que, por el momento, no vamos a citar.  Pero yéndonos a lo puramente político entendemos  que al margen de su orientación sexual de Brewster, los que lo enfrentan tal vez tengan otra agenda oculta.

Porque para nadie es un secreto que el embajador estadounidense ha deplorado los actos de corrupción y también se ha referido a la injusta desnacionalización de dominicanos de ascendencia haitiana. En otras palabras, aunque no nos correspondamos con la práctica homosexual, se podría colegir que un gay podría ser más institucionalizado y menos corrupto que  un político, funcionario o cualquier otra persona.  Los de la reciedumbre y conducta cuadrada en cuanto a los manejos de la cosa pública; evidentemente, no tiene que ver con las apetencias sexuales.

Por último queremos definir como insólito y asombroso que el caso Brewster cause más inconformidad y revuelo que los asesinados de mujeres en la violencia de género, esto, a pesar de las escaramuzas y alharacas a propósito del Día Internacional de la Mujer, conmemorado recientemente.

jpm