Trujillo y Pedro Henríquez Ureña

Pedro Henríquez Ureña salió del país en 1901, cuando contaba apenas con 17 años de edad y, excepto por una breve estadía de tres semanas en 1911, no había regresado a su patria cuando Trujillo subió al poder en 1930.

La depresión económica de 1929 provocó nueve golpes de Estado militares en América Latina, incluyendo Argentina, donde residía Pedro. La situación económica de Cuba, dado el monocultivo, devino desesperante y tanto Francisco Henríquez y Carvajal (“Pancho”), padre de Pedro, como sus dos hermanos Francisco y Max aceptaron empleos en el gobierno de Trujillo. Max pasó de Superintendente de Educación a Canciller y logró convencer a Trujillo que ofreciera la Superintendencia a Pedro, quien la aceptó a finales de 1931. Max, admirador de Trujillo, no le había explicado a su hermano lo cruel y despótico que ya era el joven dictador. Además, la censura se lo impedía.

El primer problema que tuvo Pedro fue el extraordinario recibimiento que le organizaron las escuelas, pues los alumnos y profesores acudieron al muelle a recibirle, algo que indudablemente molestó al vanidoso general, más porque en su discurso de ese día Pedro no lo mencionó. La Asociación Nacional de Estudiantes Universitarios (ANEU), hostil a Trujillo, emitió una declaración pública de bienvenida y su presidente, Guido Despradel Batista, pronto fue apresado.

La ANEU desde enero de 1931 había propugnado por la reforma universitaria. Precisamente Pedro declaró públicamente que entre sus objetivos estaba la creación inmediata de una facultad de filosofía y letras libre, emulando lo que había presenciado y ayudado a crear en México, donde los catedráticos no eran nombrados por el gobierno.

Cuando tomó posesión el 1 de enero de 1932 tampoco mencionó a Trujillo. En una serie de conferencias que pronunció ese mes fue presentado por Manuel Arturo Peña Batlle, entonces enemigo del régimen, al cual sólo se incorporaría diez años después, y como catedráticos libres colocó a Américo Lugo, Viriato Fiallo y otros antitrujillistas.

Cuatro días después de tomar posesión, la ANEU se dirigió públicamente a Trujillo recordándole el objetivo de otorgar autonomía a la universidad, tal como lo había obtenido precisamente la de México, donde Pedro había trabajado, incluyendo que los profesores y su rector no fuesen nombrados por el gobierno. El rector de entonces, nombrado por Trujillo, lo era Federico Henríquez y Carvajal, tío de Pedro. Este último se opuso a la autonomía por carecer la universidad de fondos propios, pues la misma sería ficticia. En ese mes Trujillo en un discurso había manifestado su oposición a la autonomía. Pedro le había pedido al rector que la facultad libre se ubicase en el recinto universitario y éste lo había aceptado. Emulando la iniciativa de Pedro en marzo se fundó en Santiago la Universidad Popular y Libre Cibao la cual funcionaba en la sede de la sociedad Amantes de la Luz y que dirigía el antitrujillista Juan Isidro Jimenes Grullón, quien caería muy mal preso dos años después. Apenas duró un mes antes de ser clausurada. En esa época la ANEU trató de colocarle una bomba a Trujillo en la capital.

ACTIVIDADES

Entre sus desagradables funciones a Pedro le tocó condicionar el otorgar empleos en su departamento a tan sólo personas que se habían inscrito en el Partido Dominicano, partido único, creado cuatro meses antes de su llegada al país, así como pedir los nombres de haitianos que trabajasen bajo su dependencia. El 29 de enero la prensa reportó sobre su visita de inspección al Cibao y cómo había elogiado allí a la profesora Ercilia Pepín de Santiago. Su hija Sonia explica: “Al poco tiempo se dio cuenta de que habían cosas en el país que le resultaban inaceptables, era preferible regresar a Argentina antes de entrar en conflicto con situaciones reñidas con sus principios”. Apenas dos meses después de haber llegado a Santo Domingo le informó a su esposa que regresarían a Argentina, pero que ella y sus dos hijas deberían aprovechar la cercanía y visitar su familia en México, donde pasaron varios meses.

En mayo Trujillo canceló a Abigaíl Mejía de Fernández, profesora de la Escuela Normal de Santo Domingo y miembro del personal de la Superintendencia General de Enseñanza que presidía Pedro. La probable razón de su sustitución fue que en febrero había publicado un artículo laudatorio de Pedro y tales alabanzas no eran del agrado del dictador. Dos semanas después de esa cancelación Pedro ofreció una conferencia en ocasión del segundo aniversario de la “elección” de Trujillo, quien estuvo presente en el acto, pero allí tan sólo describió a Trujillo como “hombre de disciplina, militar de carrera y hombre de métodos”.

Cuando Pedro solicitó permiso a Trujillo para viajar a Puerto Rico a recibir un título Honoris Causa, éste le contestó: “Espero que usted aprovechará para hacer una exposición brillante de la situación actual del gobierno y el pueblo dominicanos”. Las faltas de elogios hacia su persona obviamente molestaban al dictador.

ERCILIA PEPÍN Y SERGIO A. HERNÁNDEZ

Los hermanos César, Faustino y Andrés Perozo cayeron abatidos por el ejército de Trujillo en las lomas de la Línea Noroeste el 23 de mayo. Andrés había sido profesor durante varios años de Moral y Cívica en la Escuela Normal Superior de Santiago, dirigida por Hernández. En ambas escuelas se izó la Bandera a media asta, lo que provocó que ambos profesores fuesen jubilados. Ante la noticia los estudiantes de la Escuela Normal de Santiago apedrearon el edificio en protesta por la prisión de Sergio Hernández. Trujillo ordenó a Pedro a su regreso de Puerto Rico ir a Santiago “a inspeccionar escuelas”, saliendo en un avión militar. En declaraciones públicas Hernández, ya suelto, dijo no estar oficialmente enterado sobre su jubilación y que era costumbre poner la Bandera a media asta cuando fallecía un profesor, citando por lo menos tres casos anteriores. El mismo argumento adoptó Ercilia Pepín, agregando que se le había informado que las jubilaciones y pensiones “hace dos años y medio que no se pagan”.

Casi un mes después de estos hechos, Pedro le renunció a Trujillo pues se había enterado en un Consejo de Gobierno que éste quería que los monjes franciscanos se encargaran de la Escuela de Artes y Oficios. Se quejó de que no se le hubiera informado de ese deseo del presidente, “lo que me pone en posición desairada y parece indicarme falta de confianza en mi gestión”. En su actitud de renunciar puede haber influido sus convicciones hostosianas y positivistas, reñidas con la enseñanza por parte de religiosos, pero también el incidente de Santiago pudo haberle servido de excusa. Su renuncia no fue aceptada. En octubre de 1932 su esposa e hijas habían regresado de México.

Otra de las desagradables obligaciones de Pedro fue, a partir de diciembre de 1932, repartir en las escuelas unas 15,000 cartillas cívicas de Trujillo, un folleto propagandístico del régimen, el cual también apareció reproducido en forma integral en la “Revista de Educación” que dirigía el propio Pedro. Trujillo también ordenó que en las escuelas se ofreciese instrucciones militares.

El 6 de febrero de 1933 la prensa anunció que Trujillo había convocado a una reunión en el Palacio Nacional con profesores universitarios. No estuvo presente el rector. Trujillo, según el diario, anunció que iba a “poner mano renovadora, justa y serena en el actual sistema de enseñanza universitario” y había decidido reformar la Ley de Enseñanza Universitaria, pidiendo la opinión de los presentes. Los profesores aceptaron constituirse en comisión para preparar un proyecto de nueva ley la cual, según Trujillo, debe caracterizarse “por la autonomía gradual y la condición de oficial”. Ese mismo día por decreto se creó la comisión que incluía a Pedro pero excluía a Federico Henríquez y Carvajal. Trujillo había pedido, previo a la reunión, la renuncia del rector y los profesores y al finalizar la misma había confirmado a los profesores mas no a Federico (“Don Fed”). Desde ahí en adelante todo profesor universitario requería un decreto presidencial nombrándolo. Es obvio que la salida de “Don Fed” de la universidad molestó mucho a su sobrino Pedro.

A Max, el canciller, se le concedió licencia en abril para asistir a una reunión internacional, pues Roosevelt era el nuevo presidente y Sumner Welles, amigo de Max, era el encargado de América Latina en el Departamento de Estado. Viajó a Washington y su padre Francisco (“Pancho”), entonces ministro en París, le escribió, sin que la censura trujillista pudiese conocer el contenido de la misiva, sugiriendo que todos los Henríquez estudiaran retirarse del gobierno de Trujillo. Decía: “Yo veo con inquietud el papel que pretenden jugar ciertos elementos sin preparación y sin responsabilidad moral, que manejan de una manera grotesca el ditirambo desmedido y la lisonja impúdica, para atribuirse el título de partidarios y amigos del presidente… He pensado por eso que con suma discreción deberíamos ir preparando los medios de retirada… Yo en realidad no lo creo, pues ya Trujillo sabe a qué atenerse en cuanto a nosotros”. Le pidió que le informaran porqué habían retirado a Fed de la rectoría. En abril Pedro decidió enviar a su familia a París donde su padre.

LA SALIDA DE PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA 

El 17 de junio se publicó un decreto otorgando licencia a Pedro para ausentarse del país para viajar a Europa a ver su familia. Osvaldo Báez Soler fue nombrado Superintendente interino de Educación mientras durase esa ausencia. Tan pronto salió el decreto su compañero de trabajo Manuel Emilio Suncar Chevalier atacó en la prensa a Pedro, sin mencionarlo, al decir que Trujillo era “el único director de educación” y que “nada se había hecho que valga la pena, excepto ejecutando sus atinados mandatos”.

Pedro salió hacia París a finales de junio. Según la revista “Bahoruco”: “Unos dicen que el gran erudito y crítico dominicano volverá a ocupar la Superintendencia General de la Enseñanza, otros aseguran que se quedará en Europa”. Tres días después se publicaba una carta de Pedro al director del “Listín Diario”: “Al despedirme para Europa quiero agradecer a usted y al Listín Diario la infalible cortesía y buena voluntad con que me han tratado siempre y además rogarle que el Listín me despida de todos los amigos a quienes no he podido ver, con un cordial ¡hasta la vista!” La última frase era bastante enigmática, pero el 13 de julio, desde el barco, Pedro le escribió a Trujillo: “Señor Presidente y distinguido amigo. Me permito dirigirle estas líneas para saludarle de nuevo augurándole de nuevo los éxitos más cabales a su gobierno y agradeciendo de infinito las muchas atenciones y distinciones que ha tenido conmigo”. El decreto le daba licencia, pero obviamente estaba renunciando.

A los 26 días de ese telegrama Trujillo declaró al periódico “La Opinión”: “Había que realizar con sentido pedagógico moderno, una intensa labor reformatoria de casi todo el sistema educativo y decidí llamar al país al Dr. Pedro Henríquez Ureña, notable compatriota a quien confié la dirección de ese importante ramo de la administración pública, suponiéndole capaz de afrontar los problemas pedagógicos del pueblo dominicano y dar con la anhelada solución. Pero, sea porque este ramo no fuera la de su especialidad, o por desconocimiento del medio, del cual se hallaba ausente por espacio de 30 años, lo cierto es que el ilustre compatriota no logró imprimir a este primordial servicio público la organización que yo esperaba, y que él mismo reconoció, manifestándolo en el momento en que se despidió de mí”. Como subtítulo de la noticia aparecía: “El fracaso del Dr. Pedro Henríquez Ureña”.

 

Max se encontraba en París cuando Pancho, su padre, poco después fue destituido como Ministro en Francia. Pedro trató de conseguir empleo en España, sin éxito. En agosto Ramón Emilio Jiménez fue nombrado Superintendente de Enseñanza en lugar de Pedro, lo que hacía público que no regresaría. Pedro tenía menos de 50 años. Nunca regresaría a Santo Domingo. El propio Pancho pensaba retirarse a Cuba y recomendó a Max retirarse, pues el éxito de Welles sacando a Machado de Cuba lo aplicaría para luego sacar a Trujillo. Eso lo escribía entre París y Londres, sin que se enterase la censura trujillista. Luego escribía a Max, quien se encontraba entonces en Baltimore: “Todo esto me hace pensar que la ofensiva contra nosotros es formal y que nada se conseguiría con buscarle atenuación… Yo no me explico qué ha podido pasar, si es que esta atmósfera asfixiante en que se nos quiere ahogar arranca del conflicto surgido con Federico o si es que existe otro motivo, desconocido para nosotros. Es triste que esté uno dando pruebas de lealtad, de capacidad, de consagración a la labor que se le ha encomendado y a cambio de tales cosas se reciban desconsideraciones o injusticias”. Sugirió que la familia se refugiase en Cuba. Tan sólo Max seguiría por muchos años como funcionario de Trujillo. Hasta Sócrates de Nolasco, primo hermano de los Henríquez Ureña, fue cancelado como Encargado de Negocios en Caracas. Pancho moriría en Cuba 14 meses después.

CONCLUSIONES

Luce que Pedro desconocía la verdadera situación política hacia finales de 1931 en Santo Domingo bajo la incipiente dictadura de Trujillo. Su hermano Max, funcionario de Trujillo, no se la describió pues la censura de la correspondencia le hubiese acarreado muy serios problemas además que veía al régimen con cierta simpatía.

Tres lucen haber sido los principales factores que movieron a Pedro a decidir irse del país en fecha tan temprana como febrero de 1932, es decir a los dos meses de su llegada aunque pospuso su decisión definitiva hasta junio de 1933.

1. La necesidad de alabar desmesuradamente y en forma pública a Trujillo. Aunque no con la intensidad y formas absurdas de los años siguientes, ya para 1932 el megalómano Trujillo exigía de sus funcionarios muchas alabanzas y Pedro fue muy cauto al respecto.

2. A los cinco meses de llegar a Santo Domingo, Pedro tuvo que sufrir la cancelación, por parte de Trujillo, de posiblemente los dos más prestigiosos profesores de secundaria del país: Ercilia Pepín y Sergio A. Hernández, por haber colocado la Bandera a media asta, según era tradición, en ocasión de la muerte de un profesor, aunque en este caso se trató de uno que había peleado contra el ejército que lo perseguía por haber tratado de matar a Trujillo.

3. Pedro fue alabado por los directivos de la ANEU y personalidades antitrujillistas como Manuel Arturo Peña Batlle. Trató de crear una facultad “libre” de filosofía y letras para así evitar que los profesores tuviesen que ser nombrados e invitó a integrarse a la misma a prominentes enemigos del régimen, como Américo Lugo, quien se había negado a participar en la Academia Dominicana de la Historia, la cual había sido incorporada por decreto de Trujillo en 1931. La salida de “Don Fed” de la rectoría de la universidad también afectó el ánimo de Pedro. Meses después de su salida del país tal vez se enteraría de una ley donde en el caso de la recién creada facultad “oficial” de filosofía y letras “El Poder Ejecutivo designará los primeros cinco catedráticos”. Significaba que no habrían concursos, no se podrían nombrar desafectos al régimen. Es muy probable que la cantidad de profesores de esa facultad no pasaría de cinco. La universidad no podría entonces nombrar a ningún profesor en esa facultad. Sólo Trujillo podría hacerlo.

Trujillo.
Trujillo.

 

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