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Transfuguismo: una práctica burlesca
Tranfuguismo. Del latín transfŭga: Persona que pasa de una ideología o colectividad a otra; persona que con un cargo público no abandona este al separarse del partido que lo presentó como candidato. (Real Academia de la Lengua).
El transfuguismo es un cancer que corroe las estructuras de los partidos políticos.
Las leyes de Partido (33-18) y la Orgánica del Régimen Electoral (15-19) consignaron, claramente, la proscripción del transfuguismo pero las autoridades electorales, especialmente desde las denominadas Altas Cortes, han echado por tierra esos postulados.
El Tribunal Superior Electoral dio el primer paso al violentar lo establecido en el artículo 49, acápite 4, de la Ley de Partidos que prohíbe que un candidato que ha perdido en unas primarias, caso Leonel Fernández, pueda ser candidato por otro partido, para el mismo proceso electoral. Lo peor es que se permitió el transfuguismo para una persona, no así a otros en las mismas condiciones.
Otros casos, como el diputado Radhamés González, que saltó de partido porque no le dieron una candidature a alcalde, o el de Hugo Beras, el más reciente, que dejó ‘enganchado’ a todos los que le apoyaron y siguieron en el proyecto a la alcaldía de la capital.
A diario vemos perremeístas pasando al PLD o al PRD, peledeístas al PRM, del PRD al PRM. Los partidos lo anuncian con bombos y platillos. Una práctica burlesca, que se ha convertido en normal y que aplauden.
Es una burla a una ley con deperfectos, creada por los mismos políticos bajo presión de la sociedad. Una ley que irrespetada por la prropia justicia, entonces, deja el camino abierto para continuar con el desorden, las deslealtades, las inconductas de mercaderes de la política, la compra y venta de posiciones al mejor postor cuan mercado persa.
Todo ocurre como en los mejores tiempos, aunque las desleznables prácticas del transfuguismo contribuyan, cada vez más, al decreimiento de la gente en los partidos y los políticos.
JPM