Terminal de autobuses de Parque del Este, un abordaje integral

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EL AUTOR es escritor. Reside en Santo Domingo.

La edificación de la terminal de autobuses del Parque del Este ha sido una obra en extremo controversial. Su avance indetenible, contra vientos y marea, hasta ser inaugurada, fue una evidente muestra de fuerza e intolerancia en desmedro de interposiciones legales, protestas y expresiones múltiples de desacuerdos ciudadanos. Esta es una tara indignante que marcará esta obra, que por ello no deja de tener innegable pertinencia e interés. No olvidemos que nuestro ordenamiento vehicular es caótico, y obras de este tipo pueden contribuir a paliar la situación.

Por otra parte, hay que admitir que la oposición y las protestas generadas por la construcción de esta terminal de autobuses no fueron del todo gratuitas y espontáneas, sino resultado de una estrategia de campaña de grupos y personas que aspiraban posiciones de poder, lo que hace suponer que muchas de las manifestaciones para impedir el curso normal de esta obra no surgían como expresión propia de una ciudadanía empoderada de manera consciente de la protección ambiental de su entorno.

Sin querer justificar nada, esta situación generó algunos escarceos legales que devinieron en sentencias de tribunales competentes que obligaban a la paralización de la obra, pero el gobierno del presidente Danilo Medina y la gestión municipal del alcalde Alfredo Martínez hicieron caso omiso a estos mandatos, y los trabajos de la terminal continuaron hasta ser finalizados. No es la primera vez que en nuestro país se construye una obra y se llega a su término en contra del clamor de grupos que por algún motivo la rechazaban.

Uno de los principales opositores a esta obra lo ha sido el actual alcalde de Santo Domingo Este, el señor Manuel Jiménez. Su oposición ha sido firme y tenaz, pero ya la obra está ahí y nadie en su sano juicio optaría por la descabellada idea de demolerla. De alguna manera hay que aprovecharla, y el mejor enfoque es ver estas instalaciones con sentido integral en relación a todo lo que es y significa ese importante respiradero socio urbano que es el Parque del Este, además de su benéfico impacto sobre el tránsito de toda la zona.

Hay que tener presente que las sentencias de paralización de la obra fueron condicionales hasta tanto se cumplieran los requisitos de lugar para su continuación o desestimación definitiva. Por lo tanto, procede un levantamiento de toda la información necesaria para analizar, ya fuera del ardor y la pasión de la campaña política, la factibilidad de esta importante obra. Lo recomendable es hacer una evaluación del impacto ambiental y considerar su funcionamiento y contribución a la mejoría de nuestro deficiente sistema de tránsito vehicular. Ver, además, cómo esta terminal contribuiría al disfrute y aprovechamiento de esta zona de la ciudad que junto a sus instalaciones deportivas y recreativas está subutilizada y sin el cuidado y la atención de rigor que amerita.

Considerar también que toda obra de infraestructura tiene algún impacto en el deterioro del medio ambiente, especialmente si esta infraestructura tiene que ver con transporte. Lo que hay que ver ahora con objetividad es cuál es su nivel de impacto y qué tiene mayor peso y costo social, si el funcionamiento normal de estas instalaciones con las providencias ambientales que deben seguirse, o la puesta en marcha de una adaptación forzosa para darles un uso diferente al que originalmente fueron destinadas.

Nuestro alcalde Manuel Jiménez está frente a este dilema. La recomendación, creo más sensata, es aprovechar el descenso de las pasiones y abocarse a una evaluación seria y concienzuda para determinar lo más conveniente en el caso. Las instalaciones están ahí, listas para funcionar. Darle un uso diferente a su propósito original, sin una evaluación y sin estudios conclusivos, no parece una salida recomendable.

A estas instalaciones hay que darle un uso racional y satisfactorio, hay que ver y analizar todo su potencial de forma integral. La puesta en marcha de esta terminal de autobuses, luego de una evaluación desapasionada y seria, podría de entrada parecer un revés político para la gestión del alcalde Jiménez; pero con el paso del tiempo podría verse como un gesto de sensatez y madurez política y gerencial capaz de redituarle mucha simpatía y apoyo. Ser creativo y original tiene sus riesgos y beneficios, la experiencia artística de Manuel lo desafía a serlo.

El Faro a Colon, ya no despierta iras populares ni expresiones de desacuerdo, pero como una obra impulsada por el autoritarismo faraónico de Balaquer, su construcción quedó asociada al “muro de la vergüenza”; esta parada del Este, si llega a funcionar, deberá quedar asociada a la terquedad y la intolerancia de un “Cañero solitario”.

rutacristiana@gmail.com

JPM

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El Duro
El Duro
3 Años hace

Una obra que comenzó en contra de toda ley, que violo los organismos de medio ambiente y demás tribunales. . . No debería ser un monumento a la ilegalidad. Hay que poner el ejemplo. Sin embargo no debería ser destruido, si lo hacen deben de ir presos los que botaron el dinero del pueblo así.

Tomás Gómez
Tomás Gómez
3 Años hace

Aunque el propósito de este artículo sobre la forma integral con que debe reconsiderarse la terminal de Autobuses del Parque del Este, creo que se entiende si mucha dificultad, quiero pedirle excusas a los editores de este medio y a mis lectores, porque mi articulo concluye en “el cañero solitario”, lo demás fueron unas notas de apoyo que se me fueron de manera no deseada. Mis excusas. 

jose
jose
3 Años hace

Si esta violando las leyes de protección del medio ambiente, si desde el principio fue violando las diferentes instancias, lo mejor es su desmantelamiento, como muestra de que lo torcido no debe justificarse, enviando así una señal clara y precisa, para que ningún otro se atreva a semejante agresión.