"Sin City: A Dame to Kill For": una película mediocre
Sin City: A Dame to Kill For es la exposición de una película vaga que queda eclipsada por la sombra de su antecesora, y, aun así, solo deja ver la luz por momentos. Probablemente, porque uno siempre espera lo mejor de una película, pero a veces no es lo que uno espera, quizás, por esperar demasiado. Por eso, Robert Rodriguez, quien también dirigió «Sin City» nueve años atrás, hace lo que puede con la fórmula de la novela gráfica, y hasta sorprende con ciertas escenas brutales bajo los efectos visuales (completamente en 3D), pero, con otras, comete pecados que rompen la estética de la película con un resultado totalmente absurdo. Así, a través de cuatro historias, muestra a Marv (Mickey Rourke), Nancy (Jessica Alba), Dwight McCarthy (Josh Brolin), Ava Lord (Eva Green), Hartigan (Bruce Willis) y Johnny (Joseph Gordon-Levitt) interceptando sus caminos en una búsqueda de venganza, en una ciudad «donde puedes encontrar lo que sea» en cada extremo de la traición. Y estos personajes son caricaturas siniestradas que buscan vengarse de la adversidad. Nada más. De hecho, sus motivos son presuntuosos. Y las actuaciones al ser veleidosas, debilitan la acción. Los nuevos como Green, defemme fatale con labios rojos, y Gordon-Levitt, de jugador degenerado, serían ejemplos. Sin embargo, Josh Brolin como el nuevo Dwight (antes Clive Owen), y Mickey Rourke como Marv, son más interesantes que el resto por ser antihéroes solitarios con sus diálogos nihilistas. Estas cuatro historias son narradas en voice-over (de carácter film-noir) desde la perspectiva del personaje que es protagonista de su respectivo argumento. De esa forma, el guion recurre a la fragmentación de las escenas con una configuración anacrónica, donde los contratiempos de la narrativa y las escenas de violencia parecen repetitivas con clichés que ya hemos visto, y que no logran que el concepto sea provocativo. Aun así me sentí insatisfecho. El film retiene el alucinante estilo visual -en blanco y negro- de su antecesora con algunos planos vistosos, los cuales quedan minimizados por una visión que le resta sustancia a los elementos de propulsión del mundo de Frank Miller. Incluso con la explotación sexual, yo enamorándome de Eva Green, los exabruptos y los diálogos cargados de cinismo, no se puede negar que estos individuos entretienen cuando les da la gana, pero el resto tambalea la película entre los callejones de lo afable y lo pérfido cuando convierte el cine de Sin City en una rutina que exaspera sin innovar. jpm