Santiago necesita relanzarse  

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Abel Martínez

El concepto de que un alcalde solo está para recoger los desperdicios sólidos, el ornato y embellecimiento de las ciudades, es obsoleto. En las ciudades de América Latina, el Caribe e incluso en los países desarrollados, se articuló la alianza pública privada como herramienta de competitividad territorial y desarrollo económico local.

Recordamos a Gilberto Serulle, que intentó e implementó ese concepto, pero se desvirtuó y salió de su curso a los dos o tres años, experimentando la ciudad una experiencia traumática, a pesar de los grandes aportes que hizo en renglones fundamentales para el impulso económico y mejoría de las condiciones de vida de miles de santiagueros, básicamente de escasos recursos. 

Aplicó proyectos innovadores de regeneración urbana para el desarrollo económico local. Eso es evidente. 

De haber seguido ese curso y limpieza de la ciudad, otra seria la historia para Santiago. 

Todo eso quedó truncado. Su sucesor, Abel Martínez, se ha concentrado en la limpieza del casco urbano, recogida de basura general y desarrollo de la Ruta de los Murales como embellecimiento de la ciudad. 

A su llegada implantó una política de tierra arrasada contra buhoneros, chiriperos e incluso comerciantes, al aplicar una política represiva que buscaba, con la represión, someter medidas de limpieza visual y belleza de la ciudad. 

Y lo logró… 

EL AUTOR es periodista. Reside en Santiago de los Caballeros

El costo ha sido muy alto en término social y económico para la ciudad. Porque ello ha aumentado la pobreza, el desempleo, mutilación del emprendimiento. 

Se salió Abel Martínez del enfoque operativo y estratégico para cumplir con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible a nivel territorial y local. 

No ha aplicado e implementado Abel Martínez, para Santiago, proyectos de regeneración urbana. 

Ni por asomo ha promovido las asociaciones público-privadas e involucramiento a la sociedad civil en torno a objetivos estratégicos de desarrollo económico local. 

Lamentablemente ha sido un fiasco para Santiago. 

¿Es que acaso no puede un gobierno local abordar la reducción de la pobreza, crear empleos, generar emprendimientos sostenibles, promover las asociaciones público-privadas e involucrar a la sociedad civil? 

No solamente puede, sino que tiene la obligación de hacerlo y aplicarlo. 

Pero Abel Martínez ha hecho todo lo contrario. Su única agenda es limpieza, ornato y murales en la ciudad.

Santiago necesita relanzarse, que surja una propuesta real de ciudad moderna, actualizada a los nuevos tiempos con un Proyecto Integral de Renovación Urbana que busque consolidar una nueva pieza de ciudad en el largo plazo a través de planes parciales o de fichas normativas, generando una reconfiguración morfológica que permita integrar distintos sistemas de espacio público, vías y estructura ecológica de forma ordenada y a partir de los lineamientos del urbanismo de vanguardia.  

Un proyecto urbano que sea sostenible, denso, compacto, con usos mixtos del suelo, accesible para todos los tipos de transporte y creando espacio público de calidad. 

Santiago es un maquillaje urbano. El rescate no ha sido real, Abel se montó en el abandono, deterioro, carencia de espacio de los últimos dos años de la gestión de Gilberto Serulle para vender una imagen, una proyección personal y política.  

Gilberto Serulle fue un monstruo de alcalde, sus obras están ahí, algunas sin terminar por esta gestión, pero falló en sus dos últimos años y el precio ha sido muy alto para la ciudad e incluso para la propia imagen del ex alcalde. 

Recordemos su interés y proyectos que mejoraron la calidad de vida miles de personas, su interés en traer flujos económicos y mejorar las dinámicas sociales de la ciudad. 

Serulle, intentó, buscaba crear una ciudad amigable. 

Abel Martínez desde que llegó la convirtió en bulla, desprecio, enemistad, maltrato, los videos y noticias no nos dejan mentir. No ha habido en su gestión un Plan de Recuperación Social, Urbanística y Ambiental.

Increíble, ni siquiera ha intentado una Regeneración del Centro Histórico de Santiago. 

Su objetivo debió ser además de hermosear el casco urbano, el ornato y los murales en la ciudad, impulsar el desarrollo económico de la ciudad, por medio de la regeneración urbana incorporando principios socialmente incluyentes y ambientalmente sostenibles.  

Pero, por lo menos Abel Martínez deja el casco urbano limpio, deja los murales, que ojalá se le dé seguimiento y mantenimiento, porque si no será una ciudad de ruinas con esos murales descascarado y feo por el tiempo y justo es reconocer su espero delicado en el ornato. 

JPM

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Carlos Reyes
Carlos Reyes
2 Años hace

Peñita es vividor nunca lo verán ejerciendo el periodismo como debe ser.

Santiago es Santiago
Santiago es Santiago
2 Años hace

Este articulista siempre ha sido una rémora oportunista.
Es un «periodista» de los que ningún colega con auténticos principios se enorgullece de ejercer el mismo oficio.
Lamentablemente en Santiago hay varios con esa condición.

Dominicano
Dominicano
2 Años hace

En parte tiene razón pero en otra no.
Por ejemplo:
Santiago siempre ha sido destacada como ciudad limpia y ordenada.
Pero hacia tiempo que esa condición había ido desapareciendo y se agudizó en la gestión de (6) años de Gilberto Serulle donde la ciudad su casco urbano, en la periferia y barrios era un caos, una pocilga.
Ya las calles y avenidas santiagueras sin tarantines y casetas destartaladas sin cúmulos de basuras han vuelto a lucir bellas.

juan bosch
juan bosch
2 Años hace

pregunta, porque santiago tiene tantos periodistas cobrando, y cuanto dinero recibe santiago, con los apartamentos que hizo serulle, y eliminar esa canada tiene, lo que pasa que mucho periodistas pago para decir este es malo,el publo termina creyendolo,eso le paso a serulle

Antonio roca
Antonio roca
2 Años hace

Todas las ciudades tercermundistas sufren de los mismos vicios, crecimiento poblacional imparable, aumento de la pobreza, crecimiento horizontal desordenado y hacinamiento. Sin educación y cambios sociales profundos, no hay tu tía que arregle ese desorden.