Rodríguez López-Callejas: el «sociolisto» más buscado en Cuba

Ha sido una constante tanto en gobiernos democráticos como en regímenes totalitarios,  ya sean de extrema derecha o de izquierda, contar en sus gobiernos con una figura de plena confianza,  en donde se les encargan acciones  para la supervivencia del gobierno, de su imagen y cuyo proceder casi siempre responde solo  al mandamás de turno.

Rafael Leónidas Trujillo Molina (a) «El Jefe»,  tuvo a su Anselmo Antonio Paulino Álvarez; José Augusto Pinochet Ugarte tenía a su José  Manuel -Mamo- Contreras Sepúlveda;  Mao Tse Tung tuvo a su Chu Teh-Chun;  Hugo Rafael Chávez Frías, tuvo a su guagüero colombiano (omito su nombre como es mi costumbre por su insignificancia) y José Daniel Ortega y Saavedra tiene a su mujer Rosario Murillo Zambrana.

La dictadura socialista de Cuba también tiene su personaje, cuya presencia y accionar representa la imagen viva de la dinastía castrista en su más alto nivel. Es un personaje reservado, muy poco dado a la publicidad, misterioso, astuto, hábil y muy huidizo. Está emparentado con uno de los hermanos tiranosaurios de la isla, pues es el esposo de Déborah Castro  Espín, la hija mayor de Raúl Modesto  Castro, al que le ha dado dos nietos.  Es un general del  ejército cubano y su nombre es  Luis Alberto Rodríguez López -Callejas. Es el hombre clave para el enriquecimiento de los sátrapas cubanos a través de un conglomerado de empresas del gobierno llamado «GAESA».

QUE ES ‘GAESA’ EN CUBA?

Son las iníciales de  Grupo de Administración de Empresas  de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el conglomerado comercial-militar más grande y potente en la Cuba socialista, propiedad de la familia Castro. Está formado por al menos 57 compañías y ramificaciones, a la vez que absorbe el 80% del total de las recaudaciones comerciales en Cuba. Eso incluye, restaurantes, cadenas de hoteles, flotillas de vehículos, importaciones de bienes, equipos electrónicos, tiendas de recaudaciones de divisas (dólares/euros), industrias lácteas, gasolineras, tiendas «Duty Free», equipos hidráulicos, fábricas de bebidas como Tropi-Cola, Cachito y Najita y el Banco Financiero Internacional.

La sede de «GAESA» se encuentra ubicada en el edificio de la Marina, frente a la Bahía de La Habana y es desde allí desde donde sale el dinero recaudado por el emporio castrista hacia diversas cuentas que tienen en dólares esparcidas en el extranjero. Según estimaciones hechas en base a datos suministrados, este grupo empresarial factura alrededor de unos mil millones de dólares al año.

Este emporio comercial de la familia Castro, su importancia es tal en la isla, que su empleomanía representa el 20% del total del país. Pero, como es algo propio en la satrapía castrista, sus libertades como empleados están sumamente limitadas, pues no pueden hablar de sus labores, no pueden entrar a las instalaciones de «GAESA» con celulares, memorias, laptops, cámara fotográfica,  ni nada tecnológico que pueda suministrar alguna información.

Esta es la razón por la cual Antonio Castro Soto del Valle, unos de los hijos de Fidel Castro,  paradigma de la «revolución socialista», probo, impoluto, honesto y sobre todo, «anticapitalista», puede darse el lujo de viajar a Turquía en su propio yate de 50 metros de largo,  rodeado con todo el lujo y el confort.

Este descaro «socialista y revolucionario», es algo similar al que tenía implantado la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo Molina (a) «El Jefe», cuando él y sus familiares eran los dueños de  los bancos de Reservas,  Agrícola y Central , del diario «El Caribe»,  de la Marmolería Dominicana, de  la Flota Mercante Dominicana, de La Manicera, de Radio Televisión Dominicana, de Radio Caribe, de Atlas Comercial, de la Ferretería Read, de Dominicana de Aviación, de la Fac-2, de la Refinería de Sal, de Molinos Dominicanos,  de la Fábrica de Cemento «Colón», Tecno metal, los ingenios azucareros, etc.

Luego de la caída de la tiranía trujillista, todas esas empresas que eran patrimonio del pueblo, fueron agrupadas en lo que se conoció posteriormente como «Corporación Dominicana de Empresas Estatales» (CORDE). Luego esto se convirtió en una cantera para emplear a los miles de simpatizantes y miembros del partido ganador en el poder y una manera de hacerse rico rápidamente de casi todos los funcionarios que eran nombrados  administradores de las diferentes empresas.

Finalmente, y como dice el dicho: «Lo que nada no cuesta, se le  hace fiesta». La gallina de los huevos de oro colapsó por el dispendio, la corrupción y el descuido.  Eso, por supuesto, no ha sucedido en Cuba. Eso es de los Castro  y nadie más.   Ellos han sabido proteger y cuidar muy bien su patrimonio millonario.

CUBA: LA DONCELLA ACTUAL DE LOS INVERSIONISTAS

Luego de que el pasado mes de diciembre  el «camarada musulmán» Barack Hussein Obama, hiciera flexibles algunas disposiciones del embargo económico, formalizara las relaciones diplomáticas con La Habana, permitiera ciertos viajes a la «Isla Felicidad» y dispuso un aumento en el flujo de divisas enviadas por los «gusanos de Miami» (que la tiranía no rechaza), hay muchos inversionistas tanto de Estados Unidos como de algunos países de Europa,  que están muy ansiosos por hacer negocios en la finca de los Castro, creyendo que se van a bañar en oro, Como bien sabemos y personalmente lo pude palpar en mi estadía en La Habana, ahi no hay de nada; es una nación atrasada 50 años en relación a las demás de la región y  lo que para otros países es algo común, ahí es una novedad (caso del internet-wifi). El parque automotriz data de los años 50 y de los conocido carros «Lada» rusos. Bajo ese panorama, los inversionistas, que solo ven los beneficios económicos, están como muchos cuando quieren ser el primero con una doncella, pero sin alcanzar  a ver lo que viene detrás.

En una nación democrática, pluralista, con independencia de poderes y sujeta a reglas del comercio internacional, eso sería normal y aceptable la avidez de los que quieren invertir en la isla de los Castro. Pero, dado que toda la nación es una pertenencia de Fidel y su familia y allí no hay poderes independientes ni que se atrevan a reclamarles nada a ellos, es algo bien riesgoso con un final impredecible.  Cuando en una nación se ejerce el nepotismo, la autoridad absoluta de un tirano y su familia y no se pone en práctica el principio político de  Charles Lois de Secondat «Montesquieu»,  en torno a la separación de los poderes, nada asegura la inversiones ni el ejercicio del derecho en futuras demandas legales.

Aparte de ello, la mayor traba que pueden encontrar los que anhelan invertir en la isla por el novismo hacia Cuba que ha promovido el «camarada Obama», lo constituye el decreto -Ley 206  del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministro del año 1996, que establece disposiciones rigurosas y todo tienen que ser dirigido a través del cedazo de los Castro.  La esencia de  este decreto-Ley es que ninguna empresa puede contratar al personal directamente, sino que el gobierno castrista es quien los escoge.

Por otra parte, en dicho decreto-Ley se establece  que  las empresas les  deben pagar al estado (la familia Castro) en dólares y este a su vez les pagará a  los trabajadores en pesos cubanos. Como pueden apreciar, un negocio redondo por donde quiera que usted lo mire. Podemos imaginarnos la fortuna adquirida en esta dictadura totalitaria y absorbente en cinco década pegada a la ubre del Estado y siendo dueños absoluto de todo y sin fiscalización alguna.

Sin lugar a dudas, los Castro sí que han hecho acopio de la legendaria frase que una vez digera frente al Parlamento de París a sus escasos 16 años el rey Luis XIV, cuando manifestó: «L, Etat, c’est moi», que significa «El Estado soy yo».

Lo penoso de esta podredumbre «socialista y revolucionaria», es que todavía hay muchos idiotas y anémicos mentales que creen en la honestidad, seriedad, probidad y honradez de Fidel y su hermano Raúl Castro y de todo el andamiaje de la revolución cubana.  Se les identifican como «tontos útiles»,  una especie de  eufemismo para no llamarle pendejos.

Sobrada razón tuvo El Libertador Simón Bolívar cuando dijo: «Porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía».  Lo peor es que tanto a Fidel como a Raúl nadie los ha elegido y sí son una tiranía.

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