Orlando me llevaba 10 años de edad. Él nació en Noviembre de 1966, yo en Julio de 1976. Le conocí cuando todavía ninguno de los dos habíamos alcanzado la adultez.

Sólo basta caminar por las aceras de nuestra ciudad de Santo Domingo y cada provincia para darse cuenta que estamos perdiendo espacios y derechos como ciudadanos dominicanos y que vergüenza ajena con los visitantes extranjeros.

La proliferación de obstáculos de cemento en aceras y espacio público es alarmante pero a esto sumamos una evidente falta de fiscalización en la municipalidad a nivel nacional ya esto parece un plan para lograr llenar las emergencias de  hospitales o  clínicas de traumatismos permanentes.

Ahora mismo con una búsqueda rápida podemos ver  en países latinoamericanos  aceras libres de obstáculos así como también de ciudades de entornos equilibrado con el medio ambiente  .

La clase política dominicana debe urgente comenzar a revertir esta apatía y falta de visión que podemos observar ya que no asumen ninguna responsabilidad desde los cargos públicos ni tampoco tienen un discurso creíble pero tampoco voluntad real.

Cómo ciudadano votante debemos asumir nuestra responsabilidades y exigir cada vez más nuestros derechos a transitar en aceras libres de obstáculos y que la municipalidad asuma el rol otorgado por el votante que confío plenamente en el juego democrático.

Es incómodo observar cómo  se deteriora el  equilibrio ambiental y cada vez más perdemos espacios públicos logrando esta manera presentar  resultados preocupantes ante una  ciudadania que observa un presente y futuro gris .

Espero que los partidos políticos minoritarios y mayoritarios reflexionen sobre este vacío de liderazgo y está falta de empatía así como también la irresponsabilidad de ir cerrando problemáticas que inquietan a la sociedad dominicana .

jpm-am

El tiempo de la ignorancia y la indiferencia se acabó. Hoy, en el “Día Mundial del Medio Ambiente”, debemos dar un paso adelante y tomar conciencia de nuestra relación con la naturaleza. No se trata de una relación distante, sino de una conexión profunda y vital, que se manifiesta en cada respiración que tomamos y en cada gota de agua que bebemos.

Vivimos en un mundo donde el crecimiento económico y el progreso tecnológico han traído consigo un alto costo ambiental. Los bosques están desapareciendo, la diversidad biológica está en declive, el agua se está agotando y la calidad del aire se está deteriorando. Nuestras acciones, como la quema de combustibles fósiles, la deforestación y la contaminación, están acelerando el cambio climático y amenazando la vida en el planeta.

Es tiempo de cambio. Tenemos que cambiar la forma de pensar y nuestras prácticas diarias. Tenemos que reevaluar nuestros valores y la forma en que percibimos el mundo. El cuidado del medio ambiente no es solo una responsabilidad, es una necesidad.

Como sociedad, necesitamos entender que la preservación del medio ambiente no solo es cuestión de conservación de la flora y fauna. Se trata también de garantizar la supervivencia y el bienestar de las generaciones futuras. Es responsabilidad garantizar que nuestros hijos y nietos puedan disfrutar de un planeta limpio, verde y saludable.

La celebración del “Día Mundial del Medio Ambiente” debe ser más que solo un evento simbólico. Debe ser un llamado a la acción. Tenemos que actuar ahora, no mañana o el próximo año. Debemos cambiar el estilo de vida, adoptar prácticas sostenibles y apoyar políticas que protejan el medio ambiente.

Recuerda, no hay un planeta B. Hay que proteger y cuidar el único hogar que habitamos. Este Día Mundial del Medio Ambiente, unámonos para hacer del planeta un lugar mejor para todos. Si nosotros no lo hacemos, ¿quién lo hará? Si no es ahora, ¿cuándo?

De acuerdo a datos estadísticos del Banco Mundial, para el 2021 el área forestal en República Dominicana era aproximadamente del 41 % del área terrestre total en 2016; mientras las precipitaciones promedio anual era aproximadamente de 1,448 milímetros por año, según la institución.

La isla mayor del Caribe – (Cuba) para el 2016, Cuba tenía un área forestal que representaba aproximadamente el 30.6 % de su área terrestre. La precipitación media anual era de aproximadamente 1,330 milímetros.

Puerto Rico para el año 2015, la Oficina de Gerencia y Presupuesto de Puerto Rico, informó que aproximadamente el 8 % de la isla estaba cubierta de bosques; mientras las precipitaciones promedio anual están, entre: 1,000 y 2,000 milímetros de lluvia al año, según el Servicio Nacional de Meteorología de los Estados Unidos.

Jamaica para el año 2015, la Agencia de Medio Ambiente de Jamaica informó que aproximadamente el 30 % de la isla estaba cubierta de bosques. En cuanto a la precipitación, Jamaica recibe en promedio entre 780 y 3,000 milímetros de lluvia al año, según datos del Servicio Meteorológico de Jamaica.

Estas cifras de cobertura forestal de la República Dominicana, Cuba, Puerto Rico y Jamaica revelan una imagen preocupante de la variabilidad en la preservación de los recursos naturales en el Caribe. La República Dominicana, con un 41 %, y Cuba y Jamaica, con alrededor del 30 %, han logrado mantener un porcentaje significativo de su territorio bajo cobertura forestal, lo que es crucial para la biodiversidad, el secuestro de carbono y la regulación del clima.

Sin embargo, el caso de Puerto Rico, con solo un 8 % de cobertura forestal, es alarmante. Indica la urgente necesidad de adoptar medidas de conservación y reforestación en la isla para restaurar y proteger sus ecosistemas.

Estos números subrayan la necesidad de políticas eficaces de manejo forestal y de protección medioambiental en todos los países. También enfatizan la importancia de la educación pública y la participación comunitaria en la protección de nuestros recursos naturales. En última instancia, el bienestar de estos países, al igual que el del resto del mundo, está intrínsecamente ligado a la salud de sus bosques.

 He pensado mucho antes de escribir estas líneas, porque es mi deseo que todo lo que salga de mi sea positivo. Hoy me he sentado a escribir, es un reclamo de mi voz interior que no acepta más otro “después lo escribo.”

A menudo siento la necesidad de comunicar. Parece que comunicar me hace bien. Casi siempre escribo en base a mi experiencia; las vivencias generan un conocimiento que no está en los libros.

Es un conocimiento que, en ocasiones, va acompañado de una sabiduría infusa que está disponible para todos, la única condición es tener un corazón abierto a recibirla y sin prejuicios.

Esta vez quiero hablar de la soledad. Es seguro que todos han experimentado la soledad.  La Real academia de la Lengua Española (RAE), tiene tres definiciones de esta palabra:

• Carencia voluntaria o involuntaria de compañía.
• Lugar desierto, o tierra no habitada.
• Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo.

Como se ve, son definiciones bien concretas, una persona, en su vida, aunque sea una vez, experimenta cualquiera de estos tipos de soledades que están definidas por la RAE, pero hay otras soledades que muchos experimentan, que no están definidas en el diccionario.

En base a eso, me arriesgo a decir que la sociedad está recorriendo el camino que conduce a las personas a estos tipos de soledades. ¿Cuáles son esos tipos de soledades? ¿Cómo podríamos llamarlas?

Está la soledad del silencio, la soledad de la indiferencia, la soledad del dolor, la soledad de la falta de respuesta, la soledad del placer, la soledad inmisericorde y la soledad del amor. De seguro que se me ha escapado alguna otra.

La soledad del amor, si la pensamos bien, abarca todas las demás soledades. Puedo escribir con propiedad de este tema, porque he experimentado todas estas soledades. Esto no significa que no tengo personas que me aman, porque estaría mintiendo si lo dijera.

Esto significa, que a pesar de tener personas que nos aman, sufrimos de cualquiera de estos tipos de soledades mencionadas en el párrafo anterior, porque somos seres sociales y vinimos al mundo para amar y ser amados, sin embargo, alguien se está encargando de apagar la llama de ese amor.

La razón es muy sencilla: todos están muy ocupados detrás de algo que anhelan y creen que alcanzando ese algo, su anhelo quedará satisfecho. Lo triste es que no ven que lo que anhela sus almas, lo tienen al lado, pero lo ignoran.

Es así que, en un mundo hiperconectado, hipercomunicado, donde ver y hablar con otra persona, no importa lo lejos que esté, está al alcance de un “click”, la gente experimenta una soledad inexplicable, que a muchos deprime y a otros les lleva incluso a despreciar la vida.

A mí también me pasa, pero ese fenómeno ni me deprime ni me lleva a despreciar la vida, a lo que me lleva es a revisarme, para ver si yo, como ser humano, me estoy dejando arrastrar también por ese fenómeno, para acudir a mi origen, a mi fuente, a mi Dios y recargar.

De ese modo, hacer la diferencia, ser la chispa que encienda la llama del amor de Dios en todos los corazones que haga falta, mostrar siempre cercanía y disposición al encuentro, a la escucha, a la respuesta, a la comprensión y a la entrega.

cesarale3@gmail.com