Hace años se publicó la novela  El viaje a ninguna parte (1985) de Fernando Fernán Gómez donde se relata la historia de un grupo de teatreros que van de pueblo en pueblo, en una España paupérrima, sin rumbo y sin proyecto, presentando obrillas de teatro en un mundo que ha cambiado completamente. Los cómicos de la compañía hacen visitas sorpresas a cada pueblo, y cada uno montan la misma comedia y cuentan los mismos cuentos. En cada lugar, aparecían los mismos vendedores de ilusiones que reducían el mundo a una comedia de enredos; pero,  andando el tiempo, cuando se descubre que esos montajes carecen de sentido,  que la vida es otra cosa, la tropa se va desgajando, hasta quedar reducida a un grupo familiar.

El viaje en que nos ha embarcado el Gobierno del Presidente Medina se parece a aquellos montajes de los teatreros que no llevan a ninguna parte.

¿Cuál será el destino de la República Dominicana, si prolonga las tendencias sociales  que influyen sustancialmente en el país? ¿Puede la nación sobrevivir  ante las amenazas que representan el desplazamiento de otro pueblo en su propio territorio;  el desconocimiento de su soberanía ; la suplantación de su sociedad y la  desnacionalización de sus instituciones? ¿Cuáles  ilusiones  pueden  mantenerse en pie siguiendo el rumbo que han impuesto los partidarios de la disolución de la sociedad? En todas esas brumas,  se esboza un  proyecto que, sin que el pueblo se entere,  se impone a toda la sociedad. Así se inició la correría de los que ahora nos gobiernan; un viaje  hecho de renuncias y fracasos, de ambigüedades e indecisiones,  donde se producen varios hallazgos, que nos muestran un ejercicio político inútil.

1. La inexorable extinción del equilibrio demográfico. En su discurso de investidura,  el Presidente Medina  (16/8/12)   planteó que el porvenir de la República era la unión económica con Haití, concretada en un tratado de libre comercio. En realidad, todas las políticas llevadas a cabo, fundadas en una supuesta solidaridad, en una inclusión del extranjero y exclusión del dominicano, no nos llevan a un porvenir radiante, sino a un pasado que combatieron en los campos de batalla los fundadores del Estado dominicano  en 1844. La ley 169/14 que era una modificación del estatuto de nacionalidad, que sólo podía aprobarse aplicando el referéndum,  se convirtió en  el instrumento para quebrar definitivamente el equilibrio demográfico de la nación. De este modo,  se le impartieron órdenes a la Junta Central Electoral para darles  papeles dominicanos a más de 55.000  descendientes de haitianos no radicados en el país, y, desde luego,  a los descendientes de estos. Todo lo cual, podía  representar muy concretamente unas 200.000 personas.  Población que superaría el censo electoral de las cinco provincias fronterizas.
2. La identificación del patriotismo y de las instituciones del Estado como enemigo que hay que derrotar. Desde el propio Gobierno se desarrolló una campaña contra la Constitución y contra el Tribunal Constitucional. Primero salió el decreto 327/13 que dejaba sin efecto la aplicación concreta  de la sentencia. Posteriormente, se impuso la Ley 169/14 que echaba por tierra el contenido , y finalmente el decreto 250/14 que convertía en dominicanos a los hijos de extranjeros no residentes, que privaba a  los hijos de haitianos de la nacionalidad de los padres.
3. La pérdida definitiva del control de los yacimientos de empleos en la agricultura y en la construcción. En una nación desorientada por sus intelectuales, por sus periodistas y por sus políticos, y amputada demográficamente por la apropiación de todas sus conquistas sociales por otra población, que hace que entre nieblas, se nos lleve al despliegue de un Estado binacional, anunciado como el comienzo de un tiempo en el que la frontera que separa a ambos países sea  convertida en la propiedad de unas cuantas familias, que, con la mano de obra haitiana, crearía las bases de una federación que anularía los resultados históricos de 1844 ,  sin que el pueblo  se entere . Sin el contrapeso de la información.
4. El endeudamiento como mecanismo de disolución de la soberanía. Las decisiones del Gobierno quedarían plenamente mediatizadas empleando la deuda que ya alcanza el 41% del PIB. Que crece imparablemente cada año de manera estructural. Para mantener a los dominicanos privados de los inmensos yacimientos de empleos, sin que afecte a sus expectativas electorales, se han visto obligados a tomar 4000 mil millones de  dólares cada año en bonos soberanos para financiar el Presupuesto. En estos cuatro años, la deuda  contraída  por el Gobierno alcanza los 12 mil millones de dólares. A esas cargas que endeudan incluso a los que no han nacido, se añaden la cuantiosísima deuda interna, y los montos gigantescos de de la deuda anterior.  Pero, la capacidad de endeudamiento, estrategia en la que se ha fundado el crecimiento económico, nos llevará, por más dialéctica que empleen estos grupos, al desvanecimiento de la autodeterminación.
5. El convencimiento de los historiógrafos marxistas de que la revolución y el fin de la nación eran el porvenir de la sociedad dominicana. Todo lo que soñaron esos intelectuales era la llegada de un porvenir que le ahorraría la reflexión. La construcción del futuro se limitaba a luchar por el control del Estado e imponer los métodos que habían  llevado a la frustración a aquellas sociedades en donde se habían implantado. El capitalismo era el problema, y el socialismo era la solución. Para imponer ese ideario, toda una generación se fue a la guerrilla, a la conspiración.  Una cruzada de jóvenes murió  en aras de esos ideales, que, entonces eran  considerados los más puros. Murieron,  clamando por la implantación de la dictadura del proletariado, la destrucción de la propiedad privada;  la destrucción del Estado. Tras la caída del muro de Berlín en 1989, el derrumbe del socialismo real, nada quedó de esas creencias que interpretaban el paso del tiempo como el desarrollo de propósitos que se imponían a la voluntad humana y a los deseos de las sociedades . En cualquier caso,  pocos echan de menos  el advenimiento de una sociedad de libreta de racionamiento, de pensamiento dirigido y donde se vive sin libertad  de asociación ni de pensamiento. Lo que nos enseña la historia presente, sin embargo,  es la ilimitada capacidad humana para perseverar en el error y volver a representar las tragedias del pasado.

 

 

6. El viaje nos lleva a un progreso ficticio. Porque se plantea fines que no puede realizar. Ni siquiera sabe cómo enfrentar el fracaso. Examinemos los resultados del camino.  ¿Puede creerse que anda por buenos rumbos  un país en donde el empleo se desnacionaliza, el Estado se involucra en un endeudamiento improductivo, el país queda en los peores lugares en educación, los hospitales se descalabran y asumen poblaciones llegadas del país con más enfermos del continente ;  crece la inseguridad. Y, sobre todo, las causas que la provocan y la hacen expandirse  prodigiosamente, que no es otra que   la exclusión de los dominicanos de todas sus conquistas sociales. ¿Adónde nos lleva este viaje? Nos vemos en el espejo de un grupo que no sabe ni de dónde viene ni hacia dónde va. Tomaron  el camino de la improvisación, haciéndoles concesiones a todos los que han batallado para traspasarnos los problemas de un Estado colapsado.

Unos de los mecanismos empleados para desacreditar a la República Dominicana es  camuflar la guerra que llevan a cabo en contra de nuestra independencia  y de nuestra autodeterminación  como campaña contra el racismo. Es decir, acusar al Estado dominicano de racismo si no le entrega papeles a los descendientes de haitianos, que por su propia Constitución, son haitianos sin importar el lugar donde nazcan.

Examinemos el punto. Los dominicanos somos negros, blancos y mulatos. Ese hecho  meramente biológico no nos convierte en miembro de otra comunidad. Ni nos da derechos nacionales en otro país de América ni en  ningún lugar de África ni  de España. Pero tampoco convierte a un negro,  a un blanco o a un mulato perteneciente  a otra comunidad en dominicano. El parecido físico entre todos los negros africanos, no anula las naciones en un continente, en donde hay 54 Estados. Todo cuanto se está planteando se  hace para corregir los desastres dejados por el Gobierno haitiano que no le da documentos a su población. Más del 60% de su población carece de documentos de identidad. En definitiva, los haitianos privan a su pueblo de documentos y culpan a los dominicanos  de esa privación de un derecho fundamental.  .

Hace cincuenta años, Joaquín Balaguer  emprendía en helicóptero un viaje a  un país empobrecido que salía de una guerra civil. En aquel punto y hora, Balaguer repartía máquinas de coser, arados, títulos de tierra; el 70%  de la población vivía en el campo, y sólo el 30% vivía en las ciudades. El Presidente había clausurado todos los aserraderos; los grandes bosques fueron convertidos en zonas vedadas; declarados parques nacionales y áreas protegidas; los ríos eran represados, y comenzaba a proyectarse el sistema de presas, para producir energía; agua para las juntas de riego y para los acueductos de las ciudades; para cambiar los hábitos de los campesinos, en esos viajes comenzaron a distribuirse estufas de gas propano y el recorrido  tenía entonces sentido porque se trataba de recuperar el territorio, producir energía  y agua  y, de algún modo, combatir la pobreza.

Hoy las circunstancias son rotundamente distintas. El 70% de los dominicanos vive en la zona urbana, y sólo el 30% en  el área rural; los campos se hallan plagados de haitianos ilegales, que se desplazan a los grandes bosques para hacer carbón y llevar los fardos de carbón  a territorio haitiano al través del lago del fondo.  Al igual que los teatreros de la novela de Fernán Gómez , el Presidente Medina  lleva las andanzas de un camino que no nos lleva a ninguna parte. ¿Con que fines se ha emprendido esta aventura?  Le acompañan los camarógrafos y los periodistas, se reserva, para la propaganda la primera plana de los diarios del lunes. ¿ Cuál es la utilidad de repetir aquellas rondas del pasado?.  Esos viajes a unos campos deshabitados, no se han propuesto  impulsar la mecanización de la agricultura, ni han parado la depredación de los parques nacionales ni se han propuesto  evitar  la exclusión de los dominicanos de todos los empleos de la agricultura.  En cualquier caso,  asistimos a la traición a un proyecto de vida en común.  En algún momento, Churchill escribió  una verdad que ahora viene a cuento: “el problema de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles, sino importantes”.

Cuando nos aproximemos a la fugacidad del tiempo, y miremos  con nostalgia esta época, y nos enfrentemos a los resultados históricos de esta autodestrucción, llegaremos a conclusiones muy distintas a las actuales, que quizá puedan reflejarnos estos versos de una canción de Los Panchos:

“  No. No concibo que todo acabó, que este sueño también terminó, que la vida nos separó”…