OPINION: Marisol Alcántara, tan legítima como Juana Matías

“Es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz”. Con esta frase eterna, porque siempre tendrá vigencia, retrataba José Martí la realidad de la Cuba irredenta de finales del siglo IXX. Desde Nueva York, así le escribía el prócer cubano a su amigo José Dolores Poyo, otro patriota de barricada, aunque casi fue olvidado por los cubanos.

Y yo pienso que, salvando las diferencias de motivaciones personales y categoría histórica, en este momento se valida la sentencia del cubano de mas peso, nacido hasta el día de hoy. Es por ello que un dominicano, sin la grandeza de Martí, trae a colación el singular momento en que se encuentra la comunidad dominicana residente en Estados Unidos; muy diferente, pero talvez idéntico al de la Cubanía de 1891, fecha en que se escribió la célebre frase.

El diálogo de los dos ilustres cubanos, tiene lugar en momentos en que ambos se encontraban viviendo en Estados Unidos, por razones muy distintas a las que hoy tenemos los dominicanos. Cuba aún no era un estado independiente, como casi es Quisqueya hoy en día, pero nosotros, los emigrantes, tenemos los mismos problemas de siempre. Los que afectaron a Martí, a Poyo, a Juan Pablo Duarte (en su paso por Nueva York) y a todos los que decidimos hacer vida en el territorio de los gringos. Es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz.

Hemos tenido logros diversos, algunos muy importantes. Finalmente, un nacional nuestro hizo historia, ocupando un asiento en el Congreso de Estados Unidos. Paralelamente, también hemos llevado hasta el Senado del estado de Nueva York, a una mujer netamente dominicana, nacida en el olvidado suroeste fronterizo, en San Juan de la Maguana. Su nombre es Marisol Alcántara, la única mujer latina en el senado estatal, cuyo trabajo ha impactado grandemente en su comunidad.

Estamos a las puertas de que otra dominicana, Juana Matías, desde la Cámara Baja (Asamblea en NYS) del estado de Massachusetts, llegue hasta Washington; y que bueno que así sea. Promover la presencia dominicana en los organismos de gobierno de esta nación, ha de ser una de las tareas básicas de todo oficial electo nuestro. Porque eso significa que los problemas de nuestra gente, estarán en los presupuestos a ejecutarse en cada rama del gobierno americano.

Por eso es que no entiendo la actitud de nuestro representante Adriano Espaillat, que favorece y promueve la elección de la brillante Juana Matías en Boston -en lo que todos estamos de acuerdo y lo respaldamos- pero, al mismo tiempo, mientras acierta con ese apoyo, se niega a respaldar de manera pública a la también dominicana Marisol Alcántara.

El asunto se complica por el aparente apoyo, “que según se dice”, Espaillat está dando al principal contrincante de Alcántara, el afroamericano Robert Jackson. La presencia sostenida del ex concejal por el distrito 7 de NYC en actos públicos junto al representante dominicano en Washington, genera una especie de resquemor, dentro de una comunidad que, aunque apoya a Espaillat -y lo mantendrá en el puesto por otro período- tiene algunas reservas sobre su lealtad al sentimiento colectivo de los dominicanos.

Parece ser que el manejo -un tanto frío de Espaillat hacia los dominicanos, cuando no está en campaña- ha contribuido a levantar alguna indiferencia política contra él. Creo que es cuestión de simple “percepción” de la gente, que siempre espera un trato cordial de sus representantes. En lo personal, yo no tengo esa imagen de él, porque siempre ha sido afable y respetuoso conmigo. El problema es que yo ni siquiera voto en su distrito y se sabe que, en la política, la percepción es a veces, superior a la realidad.

Convendría que Adriano, un niño a quien doña Tatá Lora -tronco de una prominente familia dominicana- “calentó” en su momento, motivado en la relación familiar, disipe las crecientes dudas sobre su determinación a que la dominicana Marisol Alcántara sea sustituida por el afroamericano Robert Jackson en Albany.

Sería muy saludable que nuestro representante en Washington tomara la decisión de, públicamente, apoyar a su compatriota Marisol Alcántara. Para alejar esos nubarrones que se ciernen sobre el firmamento de la comunidad dominicana, es importante que se aclare el asuntito de si, en realidad, Adriano apoya a Robert Jackson, el afroamericano o a Marisol Alcántara, la dominicana.

El pronunciamiento debe suceder cuanto antes, para detener el desborde de las malas pasiones entre los dominicanos votantes, que también dicen, entre otras habladurías, que Adriano Espaillat pagó a algunos malos dominicanos para que compitieran contra Marisol, y con los pocos votos que pudieran conseguir dentro de la comunidad, facilitarían el triunfo de Jackson sobre nuestra senadora.

Esto último resulta muy peregrino, para mi razonar, porque la solidez del trabajo realizado por Marisol está a toda prueba. Mas aún, porque los otros dominicanos participantes en la contienda, se conocen como personas serias, incapaces de prestarse a ese supuesto “arreglo entre piratas”.

Repito, para terminar: “es la hora de los hornos”, de las definiciones y sólo “la luz ha de verse” y el congresista Espaillat tiene la obligación moral ante sus votantes, de demostrar que la percepción, por mas generalizada que se sienta, no es la verdad; que él es dominicano y no afroamericano por conveniencia electoral pasajera.

¡Vivimos, seguiremos disparando!

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