No les interesa Haití (OPINION)

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El autor es político. Reside en Raleigh, Estados Unidos.

A la Organización de las Naciones Unidas, a la Organización de Estados Americanos y a las naciones poderosas, no les interesa la suerte de un pequeño país del Caribe llamado Haití; esto ha quedado demostrado en el devenir de las sucesivas crisis que han azotado la comunidad haitiana; y nos referimos a las crisis políticas, pero también a los desastres naturales y a las crisis sanitarias.

Si pensamos que cientos de millones de seres humanos, enfrentan situaciones catastróficas, entre el hambre y la desesperación por desastres naturales y guerras fratricidas en los países africanos, y la ONU apenas se hace eco de estas situaciones, con los coloridos discursos de sus representantes en el confort de sus salones grandilocuentes; ¿Cómo podemos esperar que acudan al clamor de 11 millones de consumidores de bajo poder adquisitivo?

Sí, consumidores, así miden las grandes naciones y sus organizaciones multilaterales la importancia de los países subdesarrollados; los evalúan en base a su poder de consumo, a su capacidad como clientes, o a su ubicación geográfica para uso comercial o geopolítico.

En el contexto de la “guerra fría” escenificada por la antigua URSS y Los Estados Unidos de Norteamérica, el Caribe siguió jugando su papel de frontera imperial; fue escenario de soporte de las estrategias de geopolítica para ambos contendientes; no olvidemos la crisis de principio de la década de los 60s del siglo pasado, cuando el emplazamiento de misiles nucleares en Cuba llevó al mundo al borde de una hecatombe nuclear.

Hoy, con el avance de las tecnologías, la presencia física de los ejércitos en determinadas latitudes ya no es tan necesaria; los satélites de precisión permiten el monitoreo de los lugares más recónditos del globo, desde una confortable sala instalada con sus facilidades tecnológicas en cualquier parte del mundo.

Haití hace metástasis, y los jefes de los estados de la región que serán los más afectados por la explosión migratoria que provocará esta violenta crisis de ingobernabilidad y desabastecimiento, van a las cumbres a ladrar de impotencia, como perros a la luna.

Nada se resolverá con arengas de cónclaves; la diplomacia no puede ser tan inútil que, los países con potencial para intervenir en la crisis haitiana no puedan ser convencidos de hacer algún esfuerzo en ese sentido. ¿Por qué tantos discursos, y no esfuerzos para un acuerdo latinoamericano frente a la crisis de Haití?

La falta de resultados de los viajes y las peticiones en el escenario internacional, que muestra el gobierno dominicano, se inscribe en una falta de liderazgo, y un discurso poco argumentativo y sin convicción, para transmitir un mensaje de convocatoria incluyente a los países del área.

Es tiempo de definición; las organizaciones vivas de República Dominicana, llámense: Iglesias, partidos políticos, clubes sociales, organizaciones barriales, universidades, gremios profesionales y estudiantiles; deben levantar la bandera dominicana, alertando la amenaza que desde la frontera se cierne sobre la Nación Dominicana.

No es hora para las dudas, República Dominicana es todo lo que nos legaron nuestros ancestros; el ejemplo de Juan Pablo Duarte sigue brillando en el firmamento de nuestra media isla.

jpm-am

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