No es un soplo la vida 

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El autor es periodista. Reside en Santo Domingo.

El 29 de septiembre de 2019, en una sesión del Ateneo Insular realizada en  el Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz, en  La Vega, me correspondió  ponderar el libro de poemas  “No es un soplo la vida”, de Daniel Beltré López, con el cual este autor, experimentado abogado y dirigente político,  se da a conocer como creador literario.

Hace unos días, Beltré recibió el Premio Anual de Poesía Salomé Ureña, que otorga el Estado a través del Ministerio de Cultura. Este galardón me llena de satisfacción por la justeza que encierra premiar un libro de esta dimensión. “No es un soplo la vida”, con 187 páginas en formato  8 por 11, es un volumen en el que hasta el colofón incluye poesía: “Este amor / se terminó de  imprimir /poco antes de la agonía del invierno”.

“Este amor” ha escrito el poeta a contrapelo  de la fórmula tradicional y lógica “Este libro se terminó de imprimir”, porque  los 111 poemas  integrados a este conjunto tienen el amor como componente activo, es un amor múltiple.  En este libro –o este amor- resuena la voz vigorosa del hombre que palpa y condena  las desigualdades sociales, pero también la se  aprecia, con delicadeza de rocío, la terneza del amor erótico y del amor familiar en poemas a los hijos, a la maestra, a gente común que no sabe escribir una carta.

Beltré encuentra en el poema de amor un motivo de reflexión social, de lucubraciones filosóficas,  de recorridos por reminiscencias infantiles.  La infancia del poeta, en la séptima década del siglo XX, en el barrio capitaleño de Villa Duarte ha aportado sustanciales  elementos a estas composiciones:

“Yo perdí cuando niño un espejito,/ soldaditos de juguete, un fusil de palo,/ y de palo perdí un bate un seis de enero / que ocultando la falta de los Reyes/  en mi casa me obsequiaron”.   (De lo perdido, p. 65)

Lo cierto es que Beltré  compone sus versos con palabras tan comunes como: capuchino, chichigua, tirapiedras, besos, florecitas, jardincito, colibrí, madera, hombre, magia, burro, serpiente.  Cierto también que este autor puede  usar la lengua culta, lenguaje de la poesía, aunque parezca que me contradigo, con voces de uso cotidiano, reflejo fiel de la vida, con nuestras carencias y nuestras riquezas, y la gente con sus afanes y hasta logra  poesía parafraseando  usos idiomáticos del menor nivel. Es como si la poesía de Beltré estuviera hecha de la sustancia de la que está hecha la vida: amor, dolor, nostalgias, sueños.

rafaelperaltar@gmail.com 

JPM

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Juana Ma. Mateo
Juana Ma. Mateo
3 Años hace

Este artículo acerca del texto literario de Daniel Beltré me llama la atención desde el título. Y si usted, prof. Rafael Peralta, se expresa así del contenido del mismo, entonces debo concluir en que realmente vale la alegría (no la pena) leerlo.