Leonel Fernández: Con la Fuerza del Pueblo.

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EL AUTOR es abogado y político. Reside en Nueva York.

“Después de la tormenta viene la calma”. “El agua turbia se aclarece al paso de las corrientes”. Y “nunca es más oscura la noche que cuando va a amanecer”. La sabiduría de siglos que encierran estos  adagios se está cumpliendo al pie de la letra, en el caso particular de la crisis interna del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, que por momentos hizo temer los peores augurios.

Hoy, las pasiones desbordadas, los ánimos caldeados, las palabras esgrimidas como espadas hirientes, las ambiciones y los intereses individuales que se sobreponían al supremo interés de la unidad partidaria y la reunificación de la familia peledeista bajo el liderazgo acertado del doctor Leonel Fernández, están disipándose felizmente, como los negros nubarrones que ceden el espacio a la salida de un sol radiante.

Como bien lo dijo el carismático líder Leonel Fernández, no hay marcha atrás. Todos los pasos conducirán desde ya hacia un panorama claro, donde todo está definido y solo falta que en las urnas de las primarias de octubre la masiva votación del leonelismo triunfante sepulte los últimos resabios y atisbos de rebeldía de quienes todavía osen desafiarle,  en contra del buen sentido y del pragmatismo político.

Todas las encuestas serias y profesionales anticipan su victoria arrolladora en unas primarias que tendrán un efecto plebiscitario y cuyo claro veredicto invitarán a todas las masas moradas a alinearse bajo el liderazgo del presidente del PLD. Vientos de optimismo y esperanza soplan en el horizonte dominicano, haciendo que la candidatura del tres veces presidente del país navegue hacia puerto seguro, con las brisas a su favor.

La reconstrucción de la fraternidad unitaria y el reencuentro de los peledeistas de todas las tendencias, coincidiendo todos en punto común de mantener el poder para seguir enrumbando a la república por los gloriosos senderos del progreso, es el mandato del momento. El imperativo es que el danilismo y el leonelismo deben confundirse en peledeismo puro, del bueno, dejar de ser dos para proyectar una sola sombra, la sombra de la estrella amarilla.

A Leonel le hará falta en la batalla electoral de mayo de 2020, el endosamiento del capital político que atesora el presidente Danilo Medina. Y Leonel, como hombre agradecido y justo, sabrá aquilatarlo. Es por eso, que después del mandato de las primarias, después del grito de las urnas, después de las plegarias de las gloriosas bases peledeistas, estos dos gigantes de la política vernácula deberán limar asperezas y enviar un claro y sólido mensaje de que habrá PLD gobernante por mucho tiempo más.

Ahora se impone que jalar la soga de un mismo, que empujemos en la misma dirección, que abracemos la misma bandera de la concordia y la conciliación, y que nos aferremos al legado Bochista, a través de la candidatura de Leonel como el náufrago se aferra a la balsa para poder sobrevivir, en medio de un mar proceloso.

Hoy, cuando las encrespadas olas de una crisis económica mundial amenaza a todos los países y las repercusiones de una guerra comercial amenazan con zarandear  la barca de la nación, se hace más necesario que nunca contar con un capital experto en capear tormentas, con un timonel que sepa sacarnos del gigantesco remolino que se avecina. Y ese no es otro que el doctor Leonel Fernández, cuya sapiencia, tenacidad, experiencia y certeza en las tomas de decisiones mantendrán a la Republica fuera del peligro que se avizora en el horizonte.

Por eso debemos aprovechar a Leonel Fernández, a su vocación de servicio a la patria, a su entrega a la causa de redención social de los dominicanos, y el aprovechamiento de su valor humano y político, obligatoriamente pasa por llenar las cajas de votación con la cara esperanzadora del líder más grande de la historia moderna del país, después del profesor Juan Bosch y el doctor Joaquín Balaguer.

sp-am

 

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