OPINION: Las provocaciones haitianas

Por JUAN LOPEZ

 

Es una realidad objetiva, incuestionable:  Los actuales gobernantes y sectores importantes de las élites políticas, económicas e intelectuales profundizan de más en más la ancestral crisis que padece el sufrido pueblo haitiano.

El Presidente Michel Martelly y su equipo dirigen el gobierno de “tumbo en tumbo”. Improvisando medidas económicas, sociales y políticas.  No han podido superar ninguna de las crisis y necesidades que encontró al juramentarse, en el 2011. Por el contrario, las han agudizado.

Haití sigue siendo el país más pobre del hemisferio occidental, con las más altas de desempleo, de analfabetismo, de inseguridad ciudadana.  El narcotráfico, el contrabando  y la depredación forestal campean por sus fueros. Cada día  se reduce su producción agrícola y escasean las industrias.

Haití no es libre. Por sus inconsecuencias políticas (“gobernado” por una serie de dictadorzuelos), desde hace más de 11 años Haití se encuentra, política y  militarmente,  intervenido (la  MINUTAH tiene miles de  soldados extranjeros) para tratar de controlar la anarquía, apaciguar la sociedad y establecer la gobernabilidad democrática.

Pero, lamentablemente,  todo sigue de mal en peor.

Bajo la presión internacional realizaron, el pasado 9 de agosto,  elecciones congresuales que terminaron en  un absoluto  fracaso. Prácticamente, tienen que repetirla, el próximo 25 de octubre. De nuevo el gobierno de los EE. UU., a través del Secretario de Estado, tuvo que visitarle para exigir y gestionar que se realicen las elecciones.

A esa inestabilidad política se le suman las frecuentes renuncias de sus funcionarios. Tan sólo en la pasada semana,  dimitieron los Ministros de Comunicación y Agricultura.

Sin lugar a dudas, Haití es un Estado fallido. Sus gobernantes y clase política, con unos 166  partidos políticos reconocidos y 56 diferentes candidatos a la Presidencia, “no dan pie con bola. No pegan una”.

Ahora bien, para esa clase política,  alguien tiene que ser responsable de esa  ingobernabilidad. Para pseudo-tranquilizar al pueblo es necesario identificar a los culpables, proyectar sus irresponsabilidades, ambiciones e incapacidad en otro, en un tercero:

Con palabras y diversos hechos los gobernantes pregonan al interior de Haití y a nivel internacional  que “el gobierno y pueblo dominicanos    son los culpables de su desgracia”.

Para justificar esas falsedades, repiten un sinnúmero de vacuencias, con frecuencias se inventan e improvisan medidas contra la importación de productos dominicanos. No les importa que los verdaderos perjudicados con esas disposiciones sean los sectores más empobrecidos de su país, a quienes les encarecen los artículos necesarios para sobrevivir.

Mediante repetidas propagandas pretenden chantajear y provocar a la R. Dominicana como los causantes de convertir a miles de sus compatriotas en apátridas y crear una supuesta crisis humanitaria en Haití.

Por todo lo anterior, consideramos acertada y oportuna la decisión del gobierno del Presidente Medina cuando llamó a consulta al Embajador  dominicano en Haití ante la última majadería y provocadora decisión, prohibiendo la entrada por tierra de unos 23 productos dominicanos, con lo cual se violentó, unilateralmente, acuerdos bilaterales y convenios  internacionales.

Ante esta nueva afrenta, la retirada   del Embajador dominicano de Haití es insuficiente.  Tiene y debe ser complementada con otras medidas que demuestren que ya, los dominicanos,  no estamos dispuestos a seguir aguantando pendejadas, quisquillas  y provocaciones de los gobernantes y clase política de la república de Haití, donde impera un verdadero Estado fallido.

jlopezb18@gmail.com

 

jpm

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