Las grandes citas del 2024

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EL AUTOR es periodista. Reside en San Cristóbal.

Llegó el año 2024 con sus árganas llenas de esperanzas e ilusiones y con el lomo encorvado de tantas promesas políticas.

Arrastra  y trae consigo una pesada  maleta cargada de pequeños y grandes préstamos y  de viejos y nuevos impuestos.

Llegó asustado, bronco y orejón, como quien presiente que sucederá algo inesperado.

Llegó  con la alegría de ser un año bisiesto, pero preocupado y más que ansioso por sus dos grandes citas, la de  febrero y la de mayo.

Citas en que se pondrá a prueba una vez más nuestra democracia.   En ellas, se juega y se apuesta  a la suerte y el bienestar  de la Patria.

Llegó el 2024, y con él, un afán inusitado, una guerra de discursos y palabras sueltas.

Es  un correr sin descanso, como caballo dislocado, época de grandes genios y fantásticos  magos, que todo lo pueden, que todo lo inventan, lo imposible no existe, hasta tanto llegan al poder y control del  Estado.

Ahí, comienzan las dificultades, los peros, los obstáculos y la amnesia selectiva, para dar paso a la otra agenda, la de los intereses particulares y políticos, en fin,  la agenda bolsillos.

Es que estamos  en campaña. Tiempo de siembra de promesas.

algunas ciertas, otras,  esparcidas   en surcos de mentiras, regados de engaños .

Un 2024, preñado de lo absurdo, simulando lo sensato.

Tiempo de tontos útiles y sabios importantes, de abrazos vacíos, de sonrisas ensayadas y  de fingidos aprecios.

Tiempo de Lisonjas enmascaradas, de juramentos al granel con los dedos cruzados, y lágrimas encebolladas.

Llegó por fin el gran  esperado, llegó el que tenía que llegar, llegó el 2024, año del pueblo soberano que ahora tiene la sartén por  el mango.

Y convertido  en el  juez de su propia  causa, tendrá la  gran oportunidad tanto  febrero, cómo  mayo de  decidir, si vuela como ave fénix o sigue anclado en el puerto, esperando algún milagro.

Con Dios,   siempre

JPM-am

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