La vida como la vemos. ¿Qué hay debajo de nuestra piel…?

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EL AUTOR es investigador y empresario de agronegocios. Reside en Santo Domingo.

No entiendo cómo puede ser posible que para poder vivir la vida como la vemos, el ser humano sacrifique la vida como no la vemos. La vida como la vemos es igual que la piel que cubre el cuerpo, debajo de ella y de la capa muscular que le da sostén al cuerpo, hay todo un sistema de órganos que funcionan sincronizados.

Talvez ese conjunto de órganos internos no es tan atractivo como la piel que le cubre, pero allí, y además conjuntamente con la piel, es que la vida se sostiene, y es allí que la vida se pierde, cuando uno de aquellos llamados órganos vitales, falla o deja de funcionar.

Pero es solo una comparación, porque en verdad, no es a esa vida a la que me refiero, pues esa vida puede existir aun cuando el cuerpo que le anida no tenga conciencia de ella. Me refiero a la vida que está oculta, que por alguna razón o misterio, se nos da como tarea descubrirla.

Y es tan interesante el misterio, que en el proceso de descubrir la vida, ella misma empieza a manifestarse, pero ocurre que como si fuera una locura colectiva, todos van detrás de la vida como la vemos y de alcanzar unos sueños que suponen la plenitud de esa vida y la felicidad que ella otorga.

En ese sentido, desde que nacemos, empieza el proceso de programación para responder a los estímulos que esa vida ofrece, y a los beneficios que se podrían recibir si ajustamos nuestro comportamiento a las exigencias que nos impone  el sistema que la sustenta.

Y ya cuando la persona alcanza mayoría de edad, está prácticamente amaestrado, programado, podría decirse, listo para emprender la vida. Y se está listo y amaestrado tanto en la vía del éxito, como en la vía del fracaso; tanto en el camino del bien, como en el camino del mal.

Y ese estar listo del que estoy hablando, nada tiene que ver con la vida que no se ve, porque esa no es importante para el sistema ni para la sociedad moderna, lo mismo que la verdad que da sustento a esa vida, tampoco es importante.

Y ¿cómo es que se puede estar preparado tanto para el éxito como para el fracaso, y tanto para el bien, como para el mal? Sí, es así porque para que el sistema que sustenta la vida como la vemos se mantenga, tienen que existir los exitosos, los fracasados, los buenos y los malos.

Lo que alimenta la dinámica de esa vida es precisamente que esas cuatro categorías existan, porque de ellas proviene la energía que mueve todo el consorte de la vida como la vemos. Si no existieran esas categorías, entonces ¿cómo podrían los de éxito ser “felices”? por ejemplo.

Uno de los métodos de estímulo que utiliza ese sistema para moverse y sostenerse, es el método comparativo; y ese método queda explícito en expresiones como estas: “Si yo he logrado lo que tengo, ha sido por mi propio esfuerzo, bien me lo merezco.”

Y de ahí se desprende otro método de estímulo propio de ese sistema,  el que se expresa cuando un miembro del sistema se cree tener derechos a privilegios que otro miembro del mismo sistema no tiene, y además, ese que se cree con derecho a esos privilegios, también se cree mejor que el otro.

Entonces, carecer de bienes materiales mínimos que le permitan al ser humano vivir con dignidad, es un asunto normal dentro de ese sistema, y así debe de ser. Es como si una parte de la población haya nacido con ese destino, como si fuera un pecado que se trasmite de generación en generación.

Y esos fracasados que ni siquiera merecen vivir con el mínimo de dignidad humana, deben servir a los que sí fueron favorecidos por el destino para llevar una vida opulenta, aquellos que ostentan la abundancia en demasía, que por pura lógica, va en detrimento de otros.

Por eso el sistema que sustenta la vida como la vemos planifica y se organiza para que siempre existan los exitosos, los fracasados, los malos y los buenos. El sistema empuja hacia el fracaso y hacia la maldad, para justificarse a sí mismo.

Protege a los afortunados, aquellos que además son buenos y caritativos, mientras limita y estigmatiza a los fracasados, para que vivan frustrados y asustados y no se atrevan a intentar salir de ese espacio, pues ahí pertenecen.

Mientras que a los malos, delincuentes, ladrones y asesinos, los persigue, para controlar esa plaga de la sociedad; así es de cínico el sistema, pues después que él mismo produce esa plaga de la que hablamos, entonces le juzga y le persigue con saña y con deseos de venganza.

Pero sucedió que un día, por allá ´por el año cero de nuestra era, nació un hombre que cuando fue adulto empezó a decir: “la vida no es así, como la vemos, la vida es mucho más.” Incluso se atrevió a decir que esa no era la vida, y que aquellos que vivían esa vida,   ya habían muerto a la vida verdadera.

Invitó a todos a buscar esa vida, y les enseño cómo buscarla. Él tenía un poder que no tenían otros, y lo usó para demostrar que la vida era diferente; que la vida como la vemos, realmente era la negación de la verdadera vida.

También dijo que el que le escuchase y se dedicase a buscar la verdadera vida, de hecho la encontraría, y que cuando la encontrase, esa vida le mostraría la verdad y esa verdad le haría libre. Mucha gente le escuchó y empezó a seguirle, incluso, muchos iniciaron el camino de la libertad.

Pasó que los guardianes de ese sistema se asustaron, le apresaron, le maltrataron, le humillaron y le mataron con la muerte más cruel, dolorosa y denigrante de la época: la crucifixión. Lo que ellos no sabían es que todo eso estaba previsto, que así tenía que ser, porque ese triunfo efímero del sistema pronto se trocaría en su fracaso, y ese rotundo  fracaso de aquel que se atrevió a desafiarle de aquella forma, se trocaría en un éxito sin precedente.

Ese hombre que nació en el año cero de nuestra era y que murió en el año 33, clavado en una cruz, escrito está que nació de una Virgen y que fue concebido por una fuerza sobrenatural  denominada Espíritu Santo, fue llamado hijo de Dios y muchos le decían el Cristo.

Todo eso que está escrito quedó confirmado con un hecho que dio sentido de redención a la muerte en cruz del Cristo y que devolvió la esperanza a la humanidad: La resurrección del crucificado; ese hecho le dio vida a sus enseñanzas y a su doctrina, la cual se fundamenta en que Dios es amor.

Se fundamenta también en que Dios es Padre de misericordia y el dueño de la vida, la verdadera, esa vida que se encuentra buscándole a Él y escuchando al Cristo que es su Hijo. Descubre a Jesús, el Cristo y sus enseñanzas y encontrarás la vida, pues él dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre si no es por mí.”

c.aybar@nikaybp.com

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