La lucha contra la pobreza
Los efectos de los conflictos y el cambio climático, han venido provocando a partir del año 2020 un marcado aumento de la pobreza en el mundo, La disminución de los ingresos, la pérdida de puestos de trabajo y los ceses laborales durante la pandemia fueron especialmente perjudiciales para los hogares pobres. Las mujeres, los jóvenes y los trabajadores informales y de bajos salarios.
La desigualdad y la pobreza extrema van en aumento tanto dentro de los países como entre ellos, causando impactos a largo plazo en el acceso a las oportunidades y la movilidad social, investigaciones del Banco Mundial sitúan en unos 783 millones las personas que viven por debajo del umbral de pobreza internacional, con 1,90 dólares diarios.
La fuerte inflación provocada por el aumento de los precios de los alimentos tiene un impacto particularmente devastador en las familias pobres, cuyas principales manifestaciones son el hambre, la malnutrición, la falta de una vivienda digna, empleo seguro y el acceso limitado a otros servicios básicos como la educación, la salud o el agua potable.
Este aumento de la pobreza y la desigualdad en el mundo produce un crecimiento de las dificultades para que las familias puedan cubrir sus necesidades más básicas, esta grave situación se constituye en una preocupación importante, para todos los países ya que la misma puede llevar a peligrosos eventos que provoquen inestabilidad política y social.
la persistencia de la pobreza, incluida la extrema, sigue siendo un asunto que atenta contra la estabilidad y la gobernabilidad de la mayoría de los países y un peligro para el cumplimiento de la meta de poner fin a la pobreza en todas sus formas, Primero de los 17, objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la agenda 2030 para el desarrollo de las Naciones Unidas.
El objetivo de reducir la tasa absoluta mundial de pobreza a menos del 3 % para 2030, es ahora inalcanzable, las investigaciones de los organismos internacionales sugieren que, casi con toda seguridad, los efectos de las actuales crisis se harán sentir en la mayoría de los países hasta 2030, a menos que los países tomen rápidamente medidas de política importantes y significativas.
El panorama es desolador según denuncia en un informe la OXFAM, que es una confederación internacional formada por 19 organizaciones no gubernamentales, que realizan labores humanitarias en 90 países, el informe titulado, Tras la crisis la catástrofe, señala que para finales de este año 2022, ‘’un total de 860 millones de personas podrían vivir en situación de pobreza extrema’’.
Esto significa que solo en el 2022 la pobreza extrema se incrementaría en más de 260 millones de personas como consecuencia de la COVID-19, el aumento de las desigualdades a nivel global y el incremento desorbitado de los precios de los alimentos y el conflicto militar entre Ucrania y Rusia, que ya sobrepasa los 245 días.
El informe publicado con motivo de las reuniones de primavera del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional FMI en Washington señala que,’’ esto también se reflejaría en los niveles de hambre a nivel mundial: el número de personas que padecen desnutrición podría alcanzar los 827 millones este año’’.
El Banco Mundial había estimado que las crisis mundiales podrían llevar la pobreza extrema a 198 millones de personas más en el 2022, a lo que se agrega que la OXFAM estima que solo los aumentos de los precios de los alimentos a nivel mundial sumirían en la pobreza extrema a 65 millones de personas más, alcanzándose un total de 263 millones adicionales este año.
La situación es sumamente dramática, mientras muchas personas tienen serias dificultades para hacer frente al exorbitante costo de la vida y se cierne sobre varias regiones del mundo la amenaza de una hambruna masiva, un puñado de poderosos capitalistas acaparan millones de dólares, sin el más mínimo interés de abordar esta crisis de desigualdad.
El informe señala esta gran verdad, ‘’ El G20, el Banco Mundial y el FMI deben incrementar la ayuda a los países pobres y condonar su deuda de forma inmediata y, juntos, proteger a las personas de a pie de una catástrofe evitable, ante la magnitud de las desigualdades y el sufrimiento humano, el mundo entero está pendiente de ello».
La falta de voluntad política y la indolencia de muchos gobiernos es inexcusable, la lucha contra la pobreza y la desigualdad es un deber que se debe afrontar con responsabilidad, como forma de combatir el sufrimiento humano ante tantas carencias de todo tipo, tomando medidas urgentes que garanticen una real protección social, a unos seres humanos dignos de mejor suerte.
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