La Gran Marcha

 

El 16 de octubre de 1934, Tse Tung y Zhou Enlai, a la cabeza del Ejercito Rojo, emprendieron La Gran Marcha, recorriendo una distancia de 12,500 kilómetros, desde  la remota provincia de  Jiangxi, al sur de China, hasta  la norteña de Shaanxi,  un episodio histórico que fue determinante en la victoria de los comunistas sobre  las tropas de generalísimo Chiang Kai-shek.

Años después, el Ejército Rojo arribó  a victorioso a Beijín y fue mucha la gente que quiso adherirse a los triunfadores, para disfrutar del nuevo Poder, pero los oficiales preguntaban “Dónde estaba usted cuando el presidente Mao inicio la Gran Marcha? Los oportunistas quedaron desplazados al no poder responder la interrogante.

Hace tiempo que los dominicanos emprendieron su Gran Marcha hacia el progreso, un camino quizás más largo que el recorrido por el presidente Mao,  pero con pasos firmes, sin retroceso y sin necesidad de una guerra convencional cruenta y prolongada.

Igual que Mao y su Ejército, los dominicanos tendrán que vencer muchos obstáculos en camino hacia  el anhelado estadio de prosperidad, equidad y justicia, para lo que también se requiere muchas veces marchar en círculo para poder evadir dificultades mayores.

La Gran Marcha pudo  arribar su destino gracias a la conciencia y firmeza de los milicianos y a las habilidades políticas y militares de Mao y Zhou Enlai, que aplicaron oportunamente tácticas basadas en la promoción de unidad y concertación, aunque fueron implacable contra  los oportunistas, trepadores y traidores.

Es obvio que los dominicanos no marchan hacia el socialismo, porque  todos los intentos en esa dirección resultaron fallidos, pero el camino escogido  debe conducir  hacia una sociedad capitalista con fuerte rasgos humanista, sostenida en  una justa redistribución del ingreso.

La Gran Marcha dominicana  debe ser incluyente para que se agreguen a sus filas  el liderazgo político progresista, el empresariado visionario, la academia, trabajadores, campesinos y emprendedores, con el único compromiso de no desviarse por los muchos trechos  adornados de flores, pero colmados de espinas.

Para poder  escalar las escarpadas montañas del progreso y de equidad, se requiere llevar en la mochila altas  dosis de soberanía y autodeterminación y  el irrenunciable propósito de promover una auténtica revolución social y económica.

Como la caminata arrancó  desde hace mucho tiempo, y como cada día  se avanza de manera  sostenida, es  aconsejable  repetir desde hoy mismo la pregunta que oficiales del Ejército Rojo hacían  a los fariseos: “dónde estaba usted cuando se inició la Gran Marcha?

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