Juzgaron a Fidel con una regla diferente

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El autor es periodista. Reside en Santo Domingo

 

POR ALEJANDRO PANIAGUA

No podemos comparar a Rafael L. Trujillo Molina con Fidel A. Castro Ruz. Es cierto que fueron dos dictadores. Pero Fidel conquistó al mundo. Sus motivaciones fueron distintas. La historia lo pondrá en el lugar que le corresponde.

 

Tuvo que mantenerse por más de 50 años, a contrapelo de los Estados Unidos, que no lograron darle muerte pese a los tremendos esfuerzos por matarlo. Se ha informado de por lo menos 683 atentados que se generaron en los Estaos Unidos. Y no pudieron llevarlo a la muerte. Se trata de casi setecientos atentados que nada tienen que ver con la democracia.

 

Sin embargo, creó una conciencia colectiva, que trascendió a Cuba y América. Fidel es reconocido por los izquierdistas, pero también por derechistas y gente que se ha mantenido alejada de esas denominaciones. Y murió tranquilamente en su propia cama. Nuestras vidas pasarán sin que la historia haga un juicio correcto sobre su largo gobierno, pero vemos a distancia, en el futuro, el veredicto que dará, fuera de prejuicios ni de preferencias.

 

El sistema de elecciones no se trata de una verdad absoluta. Desde los principios del mundo han existido reyes y reinos. El sistema de elecciones es relativamente reciente. Y resulta que no le cuadraba a un verdadero líder que procuraba un cambio efectivo, como el caso de Fidel Castro, una Cuba que se había distorsionado políticamente.

 

Los sabios de la política norteamericana no se dieron cuenta de esta circunstancia. Las tentativas de asesinarlo tampoco cuadra con los más elementales postulados políticos de los Estados Unidos. Me inclino a pensar que la historia hará su juicio adecuadamente. Y me parece que los líderes norteamericanos que estuvieron detrás de esa cantidad de atentados contra Fidel Castro, también juzgados por la historia, tendrán que quedar muy mal parados.

 

No fui fidelista, sólo un hombre que, a sus diecinueve o veinte años, vio de lejos el desarrollo del gobierno de Fidel Castro y al correr los años y ver los desatinos que jugaron los norteamericanos contra él, pienso que Norteamérica fue tremendamente cruel.

 

Hasta que su presidente, Barak Obama, corrigió esa línea. Comprendo que los norteamericanos juzgaron a Fidel con una regla diferente a la que siguió Fidel. Y que perdieron la oportunidad de ejercer su acostumbrada influencia cuando Fidel, que tenía la intención de procurar un cambio real en Cuba, recibió como respuesta del gobierno norteamericano su disposición de prestarle sólo 300 mil dólares.

 

Otra hubiera sido la historia del gobierno cubano de Fidel Castro, si los Estados Unidos hubieran podido ver la aventura que jugaban. Fidel se declaró, entonces comunista. Una posición que él había estudiado, pero que no se decidía a seguirla. Recibió, y captó entonces la ceguedad que envolvía al mundo político norteamericano.

 

Nunca he creído que Fidel fuera un comunista auténtico. Dada su tremenda inteligencia, quizá hubiera buscado otra filiación, pero también era demasiado pedir a un hombre que acababa de ganar la guerra de guerrilla contra el gobierno de Fulgencio Batista y que buscaba una respuesta rápida a su triunfo.

jpm

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