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Juan De los Santos
Por: JOSE DIAZ NIN
Qué fácil es morir y cuán difícil es seguir adelante. Vivir demanda de mucho sacrificio y para morir solo se necesita de un esquizofrénico con una pistola con balas.
Juan, era una persona de bien que todo aquel que lo trato sintió, sin lugar a dudas, gran dolor y conmoción por su sorpresiva muerte, hasta tal punto que la estabilidad emocional se ha visto desvanecida y hoy por siempre, nos aferramos a Dios para pedir conformidad y expresarle nuestro inmenso deseo de que lo acoja en su santo seno y que su familia encuentre la fuerza y la sabiduría para sobrevivir a esta irreparable pérdida.
Juan De los Santos deja un gran legado en su municipio Santo Domingo Este. Sus obras están ahí, fueron varias las ocasiones en que, sábados y domingos, nos encontramos en unos de sus recorridos para supervisar las obras que se ejecutaban en diferentes sectores.
Fueron muchas las ocasiones que, en su oficina, de su empresa, pedía opiniones sobre algunos de los problemas del municipio, o sea, que Juan De los Santos vivió siempre preocupado por la gente y por cómo vive la gente en esta ciudad de Santo Domingo Este.
En una ocasión en la Sala Capitular del Ayuntamiento Santo Domingo Este mi propuesta sobre el Lema La Ciudad Diferente obtuvo 2 votos, mientras que otro lema, Trabajando para ti, obtuvo la mayor votación. Esto me lleno de mucha satisfacción y apoyo ya que uno de esos dos votos era, precisamente de Juan De los Santos aunque prefería el segundo lema.
Tal vez o sin tal vez la más grande de sus virtudes era el amor a la familia: esposa, hijos, sobrinos y primos. Es por estas virtudes por la cual siento en alma la ausencia del padre, que eternamente se manifestará en Valentina su niña, de apenas 1 año, Juan Carlos y Juan Manuel entre cuatro y seis años.
Otra de las virtudes de este hermano y amigo fue la confianza que depositaba en sus amigos, su serenidad y demás valores que adornaban su personalidad.
Fui y soy un hermano y amigo de Juan De los Santos a quien agradezco su deferencia para con mi persona. Conocí muy bien a este gran ser humano y compartimos, por más de 20 años, trabajo, preocupaciones, almuerzos, momentos de alegrías y tristezas. Hoy sigue aferrado a mi corazón y para mi seguirán vivos sus recuerdos, sus consejos y su trato amable que nunca menguaron.
Siempre brinde a Juan una amistad desinteresada y nunca use o abuse de su confianza. Nuestra amistad fue tan desinteresada que en muchas ocasiones me llamó hermano y del trato dado no tengo palabras para expresarlo. Juan era un ser humano sensible, sencillo, humilde, tímido, familiar y entregado a todo lo que se proponía.
La sociedad dominicana pierde un gran hombre y eso tiene que valorarlo y reconocerlo la misma sociedad.