Giuliani, Bratton y la lucha contra la violencia y criminalidad en NY

Rudolph Giuliani ha sido estigmatizado como la figura estelar en el diseño y la
ejecución del programa que permitió reducir la violencia y la criminalidad en la
denominada Gran Manzana.

El ex alcalde de La Babel de Hierro es proyectado como una pieza clave a tomar
en consideración cuando se pretende bajar los índices de violencia, delincuencia
y muertes violentas en las áreas urbanas atacadas despiadadamente por los
referidos flagelos.

Sus consultas lucen ser imprescindibles por parte de algunos estadistas y
aspirantes a asumir el solio presidencial, llegando sus supuestas o reales acciones
en el área neoyorquina, a ser proyectadas como una especie de panacea
inexorable frente los problemas anteriormente mencionados.

Prevaleciendo ese criterio generalizado, se explica, hasta cierto punto, la reciente
visita realizada por Giuliani a la República Dominicana, respondiendo a una gentil
invitación formulada por el licenciado Luis Abinader Corona, aspirante a la
candidatura presidencial de la nación, representado al Partido Revolucionario
Moderno –PRM-.

La alta valoración, como apaciguador, que actualmente goza el renombrado
político norteamericano, en los predios perremeístas, es de tal dimensión que, el
parsimonioso Abinader Corona no ha perdido tiempo en resaltar, a viva voz y con
evidente orgullo, que Rudolph Giuliani es su eficiente asesor en la materia
referente a enfrentar con prontitud la delincuencia y sus huellas colaterales en
esta media isla del Caribe.

Aunque a simple vista, la intención y el interés proyectan ser valiosos no
obstante, en ánimo de que prevalezca la verdad histórica y a fin de evitar
abrazarnos con la quimera, tal vez resulte prudente conocer a fondo lo que en
realidad aportó Giuliani y cómo fue posible materializar el plan de devolver la
tranquilidad y la seguridad ciudadana en las populosas y bulliciosas avenidas,

calles, estaciones de trenes y parques, entre otros puntos estratégicos donde
tiende a concentrarse o transitar una considerable porción de la población de La
Gran Manzana.

Lo primero a interiorizar es que tanto la real estrategia como la aplicación del
método a seguir en el proceso de pacificar y generar seguridad entre los
neoyorquinos resultó ser una iniciativa de William J. Bratton, quien para entonces
se había convertido en “el paradigma de lo que debe ser un jefe de policía”.

Así lo afirma el destacado periodista, analista político y académico Raymundo Riva
Palacio, autor de la interesante obra La Segunda Fuga del Chapo: Crónica de un
Desastre, quien además subraya que “Bratton fue contratado en los noventa por
el alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, quien no sabía qué hacer con la
violencia”.

En aparente interés de dejar precisado el perfil del oficial escogido por Giuliani, el
referido escritor manifiesta que “Bratton había ganado fama como jefe policial en
Boston, donde redujo los niveles de criminalidad” y que el entonces gobernador
de Nueva York “recurrió a él para salvarlo políticamente”.

Destaca Raymundo Riva Palacio, al referirse al método empleado para alcanzar
sus metas que “En Nueva York instrumentaron la famosa política de “tolerancia
cero”, donde cualquier delito, por menor que fuera, sería castigado”.

De igual modo, recuerda el periodista y autor mexicano, que “Los resultados
fueron tan sorprendentes que Bratton –no Giuliani, destacamos nosotros-, fue
invitado a hablar con el equipo de del presidente Ernesto Zedillo”, en un
momento en que “los secuestros y la criminalidad parecían como si tocara a cada
una de las familias mexicanas”.

Recuerda Riva Palacio, como para dejar más claro y preciso el rol jugado por
Bratton que, el entonces jefe policial, al ser cuestionado en torno a su accionar,
explicó en aquella ocasión que “en Boston y Nueva York, en términos de lucha
contra la criminalidad, no había hecho en un principio nada salvo trabajar las
percepciones”.

De qué manera..? Eso, prometemos, será material de otra exposición.
Por el momento, vale resaltar que la descripción hasta ahora realizada tan sólo
busca ser la expresión de un acto de justicia ante los aportes de un jefe policial, a
quien no siempre le reconocemos sus importantes contribuciones en la lucha
contra la criminalidad y el crimen en la Ciudad de los Rascacielos.

Con lo anterior expuesto, bajo ninguna circunstancia, se procura dejar de
aquilatar positivamente la decisión del ex alcalde Rudolph Giuliani, quien si bien
no parece ser el ente operativo protagónico, ganó méritos incuestionables al
escoger con certeza un agente policial tan eficiente y experimentado como
William J. Bratton, al tiempo que aportar la confianza y los recursos logísticos
necesarios.

Siendo así, para ambos esforzados ciudadanos norteamericanos, vayan desde acá
nuestras congratulaciones.

of-am

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