Fomentando la división del PLD

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EL AUTOR es politólogo y catedrático universitario. Reside en Santo Domingo.

Plantear públicamente que se está buscando la división de un partido político, parece un descaro. A la ley de partidos políticos se le escapó este aspecto. Una organización política puede sabotear la existencia de otra organización, no obstante, se espera que ello no se haga de cara al sol.

Se le atribuye al PLD gobernante el haber interferido en el quehacer de otros partidos políticos, específicamente del PRD y el PRSC. Entonces, ¿dividió el PLD al PRD? Esto es un rumor sin pruebas. Para dividirse el PRD no necesitaba de la injerencia de un factor externo, dada las contradicciones derivadas de la lucha por el poder.

Existen muchas razones para que una organización se fraccione. La principal es el interés de controlar la misma o la insatisfacción de sus miembros con las directrices o propósitos de sus dirigentes. Las diferencias programáticas o las políticas que se van a implementar en el gobierno, pueden ser motivos de división en los partidos políticos.

Ahora bien, la lucha intestina por las candidaturas ha sido la causa potenciadora de muchas divisiones partidistas. En el caso del PRD, su división surgió de la disputa por la candidatura presidencial entre dos líderes de este partido.

Es que la llamada «silla de alfileres» es para una sola persona, y en el sistema político dominicano no es posible ni «la diarquía» ni «el triunvirato». Ya el triunvirato lo tuvimos hace tiempo atrás, en el marco del autoritarismo. De manera, que en la brega por una posición de poder tan escasa como la de presidente de la República, todo esfuerzo es poco.

Empero, en la separación de los perredeístas el elemento legal fue decisivo y en este punto sí que el gobierno, con su influencia en el poder judicial, actuó en favor de una de las facciones perredeistas en lucha, aunque nunca se ha admitido ni celebrado la posible influencia.

Pero ahora respecto a la lucha intestina de los peledeístas, sobresale que un partido de oposición se jacte de estar fomentado la división en dicho partido. Es lo insólito, como se admite una falta moral que debería contemplarse en la ley de partidos políticos.

No se espera que en la lucha política sus actores se manifiesten tan honestos revelando la estrategia y la táctica utilizada. En este sentido, los dirigentes del PRM están admitiendo que ellos están muy interesados en dividir al PLD, y para tal fin hasta votaron por la reelección del presiente de la Cámara de Diputados Radamés Camacho, el pasado 16 de agosto, a pesar de que el vocero perremeista anunció que sus diputados no votarían por ninguna plancha.

Como dice el refrán: «a confesión de parte, relevo de pruebas». En efecto, si el PLD ha instigado la división de un partido político, ha guardado con celo el secreto. Sin embargo, al PRM se le aplica muy bien la expresión popular de que la cotorra delata el nido.

Tal si fuera lo más correcto del mundo, el PRM se enorgullece de intervenir en los asuntos internos del PLD con la finalidad de destruirlo. ¿Y ese tipo de conducta política no es lo que ha venido criticando el PRM desde su origen?

Es que cuando surgió el llamado PRM, alguien dijo que este partido de moderno no tenía nada y que era más de lo viejo. Por lo visto, esa apreciación queda demostrada con lo que pasó el 16 de agosto en la Cámara de Diputados. De ahí que se espere que la doble moral será el método preferido por los perremeistas para alcanzar el poder.

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