Evolución del Escudo Dominicano en la numismática

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Miguel Estrella Gómez

Disertación del  experto numismático y heráldico Miguel Estrella Ureña hecha este 20 de julio del 2022 tras ser juramentado como miembro de la Academia Dominicana de la Historia.

 

Permítannos manifestar nuestro agradecimiento a los honorables miembros de la asamblea eleccionaria de la Academia Dominicana de la Historia por el honor que, mediante una decisión enaltecedora, nos concede el privilegio de ingresar a esta prestigiosa institución. Una decisión fundamentada sin dudas en la generosidad valorativa con que han visto nuestra incursión en el campo de la numismática y la heráldica nacional, dos disciplinas que para nosotros se convierten en pasiones que han absorbido gran parte de nuestra existencia y en la razón por la que las hayamos escogido como tema del presente discurso de ingreso a esta reputada Academia.

De manera concreta, partiendo de la utilidad de su divulgación y del interés que podría tener para este selecto auditorio, abordaremos algunos aspectos relevantes basados en el estudio de las emisiones de billetes y monedas realizadas durante nuestro período republicano y del modo en que, a lo largo de dicho tramo, ha ido evolucionando el diseño del Escudo Nacional, temas que por demás guardan entre sí una estrecha vinculación histórica.

Ese importante símbolo patrio que los dominicanos tenemos en el Escudo Nacional, por una razón o por otra, ha sido objeto en el tiempo de numerosas versiones. Algunas que podríamos atribuir a la licencia que la libre imaginación les otorgó a ciertos diseñadores; otras, a la deplorable falta de conocimiento por parte de sus autores de los más elementales principios del arte del blasón; mientras que unas cuantas más  vienen a ser una franca  inobservancia de las normas sobre la materia establecidas en nuestra legislación, a tal punto que en algún momento se ha llegado al extremo de introducir cambios en las características del modelo oficial instituido mediante decreto del Poder Ejecutivo, debidamente publicado en la Gaceta Oficial.

En honor a la verdad, debo confesar que hasta quien les dirige la palabra ha participado en algunos de esos cambios. Pero por el momento preferiría depositar en el juicio concienzudo de la posteridad la delicada tarea de evaluar tal ocurrencia.

En esta oportunidad enfocaremos nuestra atención en el tratamiento de las versiones del Escudo Nacional que fueron incorporadas en los billetes y monedas de nuestro país, entidades que, por gozar de gran circulación entre la población dominicana, las dieron a conocer ampliamente.

Es de vital importancia recordar que, desde la más remota antigüedad, el hombre, en su afán de establecer un linaje capaz de resaltar sus orígenes, fue creando símbolos que lo identificaran con las raíces de su unidad familiar, de su grupo o de su nación. A esa suerte de regla universal, a la que nosotros no habríamos de escapar, se acogieron los fundadores de las naciones surgidas en el Nuevo Mundo después de las revoluciones norteamericana y francesa. 

REPÚBLICA DOMINICANA

Orígenes de las Armas Nacionales 

A diferencia de los demás países de América, el nuestro tuvo por necesidad política que distanciarse de los patrones asociados al país vecino. Hecho comprensible sobre todo a la luz de lo traumático y perturbador que resultó la ocupación que por veintidos años, tras hacer abortar un proyecto independentista en 1821, concretizó el pensamiento doctrinario de la indivisibilidad de la Isla sustentado por los líderes más connotados de Haití.

Contrario a la felicidad prometida, la ocupación de nuestro territorio por los haitianos no pudo revertir el estado de pobreza que durante la época colonial imperó en el lado español de la isla.  Situación tan calamitosa que de manera esclarecedora se grafica en un informe rendido a la Regencia del Reino en 1812, en el que el Lic. José Núñez de Cáceres juzgaba la organización de Santo Domingo como algo “insubsistente”[1], debido al estado de ruina en que para entonces se hallaba sumida la parte oriental de la Española.

Al agravamiento de esa situación, acentuado tras las Reconquista durante el período de la llamada “España Boba”, se sumaron las políticas contraproducentes decretadas por el gobierno de ocupación presidido por Jean-Pierre Boyer.

No obstante, ese estado generalizado de postración económica y social estaría entre los factores determinantes de la motivación que prendió en el joven Juan Pablo Duarte la idea de enrumbar nuestro país por el camino de la autodeterminación, arriesgándose a dar el paso de crear la sociedad secreta “La Trinitaria”, motor embrionario de nuestra independencia, a cuyo propósito quedarían incorporados los símbolos patrióticos que servirían como referentes de una identidad propia y distintiva de la república proyectada, de sus fundadores y de todos sus ciudadanos.

Ese plan estuvo concebido desde un principio, pues como afirma el prócer Félix María Ruiz, desde el momento del ceremonial de adhesión de los nuevos integrantes de aquella sociedad patriótica, que en virtud de un juramento solemne asumían el compromiso de cumplir sus nobles ideales, se aludía ya a la bandera y al escudo de armas que constituirían las divisas de la república soberana e independiente que se proponían fundar, (cito):

que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos, encarnados i azules, atravesados con una cruz blanca; la república establecerá su correspondiente escudo de armas – Mientras tanto seremos reconocidos, los trinitarios con las palabras sacramentales: Dios, Patria i Libertad.[2]

Conforme el parecer de algunos de nuestros más destacados historiadores, la bandera dominicana ha tenido dos versiones fundamentales: la primera derivada de la haitiana, a la que se le colocó una cruz blanca por encima de los colores azul y rojo para diferenciarla de aquella, y la actual, adoptada unos años después, en la que se contrapusieron sus colores para que no estuvieran en el mismo orden. Entre esos historiadores se destaca el académico Emilio Rodríguez Demorizi con su artículo “LA TRINITARIA – Apuntes y documentos para su estudio”[3], publicado con ocasión de la conmemoración del centenario de la Independencia.

Precisamente, una de las versiones más socorridas sobre el origen de nuestra bandera es la que Rodríguez Demorizi recoge de los apuntes de César Nicolás Penson, donde se relatan las conversaciones que Duarte y algunos de sus amigos sostenían en la residencia de su tío Prudencio Díez en Caracas sobre cómo debía ser el pabellón dominicano y para evitar que se pensara en la reimplantación de la esclavitud convinieron descartar el uso de los colores españoles. Sería esa razón por la que se inclinaron por el uso de los colores azul y rojo que llevaba el emblema haitiano, toda vez que en ellos se encerraba el significado de la libertad del neo – ciudadano de Occidente, en tanto que el blanco en forma de cruz establecería una marcada diferencia y evitaría herir susceptibilidades de orden racial. En definitiva, los tres colores, azul, rojo y blanco representarían (Cito):

la unión de las razas pobladoras de la República Dominicana por el cristianismo y la civilización.[4]

Al referirse a la Bandera Nacional, la Constitución firmada en San Cristóbal el 6 de noviembre de 1844, en su artículo 194, consigna lo siguiente:

El pabellón mercante Nacional se compone de los colores azul y rosado, colocados en cuarteles esquinados; y divididos en el centro por una cruz blanca de la mitad del ancho de uno de los otros colores, que toque en los cuatro extremos.

El pabellón de guerra llevará además las armas de la República en el centro.[5]

En la reforma constitucional de 1854 se hizo una corrección a ese texto al introducirse el cambió del color rosado al rojo.

Para el Escudo Nacional podrían haber primado las mismas consideraciones indicadas por Penson. Aunque, contrario a lo ocurrido en el caso de la bandera, el escudo ha tenido más de treinta versiones sin que mediaran cambios en sus reglas y por igual sus bases legales han sido objeto de múltiples modificaciones.

Impreso en el papel cabecilla utilizado para las correspondencias oficiales del general Pedro Santana encontramos un escudo con trazos muy parecidos a los del haitiano, siendo notables entre sus adornos la presencia de dos cañones sobre sus respectivas cureñas, distribuidos en las mismas posiciones en las que aparecen en el de Haití.

La Constitución de 1844 describe en su artículo 195 las que debían ser las armas de la República Dominicana como:

una Cruz, a cuyo pie está abierto el Libro de los Evangelios, y ambos sobresalen de entre un trofeo de armas, en que se ve el emblema de la libertad, enlazado con una cinta en que va la siguiente divisa: Dios, Patria y Libertad. República Dominicana.[6]

Por lo regular, la conjunción “Y” no se incluye en la cinta del escudo. En muy rara ocasiones se observa alguna parte de ella por debajo de su doblez.

De modo que, sin lugar a dudas, los integrantes de la sociedad secreta “La Trinitaria” adoptaron símbolos y lemas que diferenciarían al país que tenían en proyecto del que luchaban por separarse, y definitivamente, algunos de esos elementos pasarían a formar parte del escudo o armas nacionales que nos identificarían como nación independiente.

Del pensamiento de Juan Pablo Duarte y de otros próceres que le acompañaron en la dura tarea de luchar por la fundación de la República surgieron la cruz, el libro de los Evangelios, el lema “Dios, Patria y Libertad” y otros que, con el paso del tiempo, corrieron la suerte de desaparecer. Tales fueron los casos del uróboros y del símbolo de la libertad encarnado en el gorro frigio.

Con la fundación de la república, las autoridades responsables de las finanzas públicas tuvieron que recurrir a la emisión de billetes, más que como el medio de cambio facilitador de las transacciones comerciales derivado de la moneda metálica con que tradicionalmente se le conocía, como ente generador de efectivo para sufragar los gastos de la administración pública, sin tomar en cuenta las garantías metálicas y de confianza que debían acompañarle.

No obstante, la organización del naciente país requería de la adopción de medidas extremas que permitieran el funcionamiento de sus instituciones y nuevas reglas de juego que se diferenciaran de las que hasta ese momento estaban en vigencia.

Enmarcado en ese propósito, la primera emisión de papel moneda con denominaciones de uno y dos pesos fue autorizada mediante un decreto[7] de la Junta Central Gubernativa, fechado el 23 de julio de 1844, que a la vez ordenaba el retiro inmediato de la moneda haitiana.

Apenas un mes después, el 29 de agosto, mediante otro decreto la Junta dispuso que se emitieran nuevos billetes, esta vez con la denominación de cinco pesos y con fines similares a los de la anterior. En esa pieza se mandaba que “el sello y armas de la República[8] figuraran en el centro de su diseño.

Desafortunadamente, hasta el momento no se ha localizado ningún billete correspondiente a esas emisiones, que como puede colegirse por las fechas de los decretos que las autorizan, fueron dispuestas unos meses antes de la promulgación de la primera constitución política del país en que se describen las características de las armas nacionales.

Ya en otra emisión de billetes de uno y dos pesos (Segunda Serie), autorizada por el Congreso Nacional el 22 de abril de 1845, resultan evidentes ciertas diferencias en el diseño de las armas nacionales incluidas en ambas denominaciones. Aunque sus elementos responden a las características generales descritas en la Constitución, hay otros, sin embargo, como el uróboros, dos ramas y una bandera desplegada en representación de la cruz, que no están contemplados en el texto de la Carta Magna. En el correspondiente a la denominación de un peso no aparece el nombre del país.

Armas Nacionales vs. Escudo de Armas

Durante el primer período republicano se dispusieron más de veinte emisiones de billetes en las que se observan diferencias notorias respecto a los escudos incorporados en sus respectivos diseños. Tantas fueron que la ciudadanía se acostumbró y empezó a ver con naturalidad y sin prestarle mucha atención a los cambios constantes que solían hacérsele a ese importante símbolo de nuestra nacionalidad.

En esos años concurren dos tipos principales en el símbolo patrio con sus respectivas variantes:

  • Armas Nacionales descritas en la Constitución.
  • Escudo de armas en que aparecen algunas de las figuras de las armas nacionales sobre un escudo tipo inglés.

La depreciación del papel moneda durante los primeros años de la República obligó al Congreso Nacional a promover una reforma al sistema monetario y a autorizar al Poder Ejecutivo mediante una ley del 20 de junio de 1848[9] para que mandara a fabricar y realizar una nueva emisión garantizada por la Tesorería Nacional, cuyos billetes debían ser grabados en planchas de acero y estampadas en papel de banco de la mejor calidad, con la salvedad de que debían ser impresos en el extranjero. Un anexo a esa disposición señala que (Cito):

estos billetes llevarán por divisa el escudo de armas de la República, sobre la parte superior de la adición de su contenido.[10]

A fin de dar cumplimiento a las condiciones de seguridad exigidas, el Gobierno recurrió a la firma Durand Baldwin & Co., radicada en la ciudad de New York, para la impresión de billetes de uno y dos pesos nominales, equivalentes a cuarenta y ochenta centavos fuertes, respectivamente, impresos como los demás de esa época en una sola cara del papel, sin que llegaran a ponerse en circulación con sus denominaciones originales, posiblemente a causas de haber incluido en sus textos una tasa de cambio fija en momentos de importantes fluctuaciones en el valor de la moneda nacional.

Esos billetes tienen la particularidad de que sus viñetas centrales presentan una parte de las “Armas de la República” sobre un escudo tipo inglés cuartelado con esmaltes alternados que aportaría las bases fundamentales de los que le sucederían a través del tiempo. Esta primera versión del “escudo de armas” no presenta la cruz blanca dividiendo los colores en el campo.

A partir de entonces, la mayoría de los escudos conservan su patrón de diseño sin que su elección fuera pautada por alguna reglamentación oficial, por lo que se continuó con la práctica de introducir variantes que produjeron nuevos modelos que coinciden en el tiempo con los anteriores. La forma alternada en que se presentan sus esmaltes fue aplicada por primera vez a las banderas de los escudos de los billetes de uno y dos pesos emitidos en 1850, dispuestos mediante un decreto del 23 de junio del año anterior.

La impresión de las denominaciones de veinte y cuarenta pesos de una emisión de papel moneda dispuesta en 1853[11] se realizó sobre los reversos en blanco de los billetes fabricados por Durand Baldwing & Co. que habían quedado en los depósitos de la Contaduría General de Hacienda. Esa emisión también incluye billetes de uno, dos y cinco pesos. En sus diseños concurren una versión de las “armas nacionales” y otra del nuevo “escudo”, con la particularidad de que la bandera con que se representaba la cruz en los diseños anteriores fue sustituida por una cruz latina.

En los billetes de las emisiones que siguieron hasta el 16 de agosto de 1858 se continúan usando indistintamente las armas nacionales y el nuevo escudo de armas en sus dos variantes:

  1. Similar al original de 1848.
  2. Versión local sin la cinta superior, correspondiente al nombre del país y la inclusión del uróboros en sus trofeos.

Intercalando una y otras versiones transcurrieron los años y eventos que ratificaron nuestra nacionalidad y así llegamos a finales del siglo XIX, con billetes y monedas presentando escudos cada vez más disimiles entre sí.

Ante la escasez de la moneda nacional ocurrida en los últimos años de aquel siglo hubo una gran proliferación de “vales al portador” y “billetes fraccionarios municipales” que vendrían a facilitar el cambio. Para los diseños de algunos de esos vales y billetes se recurrió a diferentes modelos del Escudo Nacional. Tal era el descontrol en su definición en ese momento que en dos emisiones realizadas por el Ayuntamiento de Santo Domingo, compuesta por seis billetes, se emplearon cuatro diseños diferentes del escudo.

Las posiciones en que fueron colocadas las cintas que portan el lema “Dios, Patria y Libertad” y el nombre del país en los escudos que aparecen en esos billetes quedaron registradas en la sección de Notas Editoriales del Listín Diario del 2 de junio de 1899, bajo el título “El Escudo Nacional”[12], en la que se consulta al historiador José Gabriel García, en esos momentos Tesorero Municipal, y se le plantea la interrogante: “¿Cuál es el verdadero Escudo Nacional?”.

En su respuesta, el historiador deja a los directivos y lectores del referido periódico en la libertad de interpretar la legitimidad de las diferentes versiones del escudo que por más de cuatro décadas se habían utilizado en el país, tomando en consideración que, aunque contenían algunos de sus elementos, no se correspondían con las armas nacionales descritas en la Constitución de la República vigente para entonces.[13] 

Regularización del diseño del Escudo Nacional

Es la reforma constitucional de 1908 la que, en su artículo 99, se encargaría de establecer la alternancia de los colores en la bandera (cito):

El pabellón nacional se compone de los colores azul y rojo en cuarteles esquinados y alternados, separados por una cruz blanca del ancho de la mitad de cada cuadro, y lleva en el centro el escudo de armas de la República.” [14]

Asimismo, esa reforma, en su artículo siguiente introduce cambios en la descripción del escudo al indicar que:

El escudo de armas de la República lleva los colores nacionales; en el centro el Libro de los Evangelios, abierto con una cruz encima, surgiendo ambos de entre un trofeo de lanzas y banderas con ramos de laurel y de palma exteriormente y coronado con una cinta en la cual se lee el lema: Dios, Patria y Libertad, y en la base otra cinta con estas palabras: República Dominicana.”[15]

El artículo 124 de un proyecto de reforma constitucional de 1916[16] procuraría complementar de forma más extensa la descripción del escudo de armas con la indicación de su forma y lugar en que debía aparecer abierto el Libro de los Evangelios (San Juan, capítulo XIII), pero sin muchos éxitos debido a la ocupación militar norteamericana a la que fuimos sometidos los dominicanos a partir de ese año y hasta 1924.

Las voces que se preguntaban sobre la correcta definición del Escudo Nacional y su nueva descripción en la Constitución de 1908 pudieron haber motivado al secretario de Estado de Relaciones Exteriores, Casimiro N. de Moya, para que propusiera al presidente Adolfo A. Nouel la promulgación de un decreto que determinara su forma y los colores fijos que debían presentar los dos símbolos patrios.

A partir de entonces los colores nacionales son azul ultramar y rojo bermellón más el blanco de la cruz. Con la observación de que cuando el escudo no pueda llevarlos, tendrá las líneas horizontales y verticales establecidas en la heráldica.

El decreto que aparece en la Gaceta Oficial[17] incluye las explicaciones a seguir para trazar el Escudo Nacional y un dibujo realizado por el mismo secretario De Moya.

En lo que podría interpretarse como una violación a las normas del derecho y la verdad histórica, ese dibujo fue cambiado por otro de menor calidad y evidentes errores al publicarse en la Colección de Leyes, Decretos y Resoluciones emanados de los Poderes Legislativo y Ejecutivo de la República Dominicana en 1929, y, por igual, en la edición de la Oficina Nacional de Administración Pública (ONAP) de 1983[18], contribuyendo así a prolongar la práctica de introducir variaciones antojadizas en el diseños de muestro escudo.

Durante la dictadura de Trujillo se introdujeron algunas leyes y modificaciones constitucionales sobre el uso y regulaciones de los símbolos patrios, pero en cuanto a sus diseños se mantuvieron los establecidos en el decreto del presidente Adolfo Nouel.

Todas las monedas acuñadas entre 1937 y 1974, así como los billetes de las tres primeras familias de diseños y una parte de los correspondientes a la cuarta familia realizados de 1947 a 1994 por el Banco Central de la República Dominicana, mantuvieron ese escudo como patrón único en sus reversos.

En 1975 empezaron a presentarse pequeños cambios en los trofeos de los escudos que aparecen en las monedas y billetes, como son:

  1. Presencia de seis banderas.
  2. Solo dos banderas y cuatro lanzas.
  3. Faltas de simetrías en las cintas.
  4. Extremos de la cinta inferior orientados hacia abajo.

En definitiva, la segunda mitad de la década de los años setenta del siglo pasado resultó calamitosa para el Escudo Nacional en la numismática dominicana. Era una época en la que cada institución oficial, persona privada o imprenta, se tomaba la licencia de hacer valer sus propios gustos y demostrar sus supuestas pericias en el arte del diseño.

La falta de simetría en las cintas del escudo en las monedas acuñadas entre 1978 y 1981,  la gran diversidad de sus diseños en los billetes emitidos a lo largo de nuestra historia republicana y algunas fallas encontradas en el modelo de Casimiro N. de Moya, motivaron a la Unidad Numismática del Banco Central de la República Dominicana a emprender en 1982 la tarea de corregirlas y procurar unificar criterios para la correcta representación de nuestro símbolo patrio en el sistema monetario dominicano, convirtiéndose el modelo resultante en fuente de inspiración para el Escudo Nacional descrito en el artículo 32 de la Constitución surgida de la reforma constitucional de 2010, en la que se estableció que la Biblia del escudo debía estar abierta en el Evangelio de San Juan, Capítulo VIII, Versículo 32, que proclama:

Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Podríamos concluir expresando que el escudo de la República Dominicana ha tenido tres versiones constitucionales fundamentales:

  • Armas nacionales, descritas por el artículo 195 de la Constitución de 1844, sin presentar un escudo en su estructura.
  • Escudo de armas, establecido en la reforma constitucional de 1908, derivado del realizado por la firma norteamericana Durand Baldwin and Co. para los billetes impresos en 1848, con regulaciones en cuanto a su diseño contenidas en el decreto No. 5200 del presidente monseñor Adolfo A. Nouel, de fecha 6 de febrero de 1913, y en el artículo 99 de la reforma constitucional[19] de 1947.
  • Escudo Nacional, descrito en artículo 32, de la reforma constitucional de 2010, que como se indica más arriba, presenta la Biblia abierta en el versículo del Evangelio que proclama que, con tan solo conocerla, la verdad nos hará libres.

Y puesto que éste último literal forma parte de la Historia contemporánea, dejaremos, tal y como hemos expresado al inicio de esta exposición, que la apreciación sobre su pertinencia y su divulgación dependan del juicio valorativo de los eruditos del futuro.

 Muchas gracias.

[1] De Utrera, Fray Cipriano, La Moneda Provincial de la Isla Española, Colección del Banco Central de la República Dominicana, 2000. Documento No. 113, p. 192.

[2] Pérez y Pérez, Gral. Rafael Leónidas. Juan Pablo Duarte, Múltiple y Humano, p. 28. Santo Domingo, Edita Libros, 2013.

[3]Boletín del Archivo General de la Nación Nos. 32-33, 1844, p. 23.

[4]Rodríguez Demorizi, Emilio, La Trinitaria – Adiciones – La Bandera, BAGN, No. 32-33, Año 1944, p. 43-44.

[5]Constitución Política y Reformas Constitucionales 1844 – 1942. COLECCIÓN TRUJILLO – Tomo I, p. 43

[6]Ibidem.

[7]Desconocemos el motivo por el que ese decreto no fue incluido en la Colección de Leyes, Decretos y Resoluciones emanadas de los Poderes Legislativo y Ejecutivo de la República Dominicana, pero se trata de un documento fehaciente que ha sido citado en otros de su género.

[8]Colección de Leyes y Decretos, tomo I, p. 44. Decreto No. 18. De la Junta Central Gubernativa mandando emitir papel moneda para recoger el de Haití.

[9]Colección de Leyes y Decretos, tomo II, p. 39. Ley No. 146. Reforma la circulación monetaria.

[10]Ibidem, p. 43.

[11]Ibidem p. 476. Decreto No. 309. Congreso Nacional autorizando al Poder Ejecutivo a emitir billetes de caja de 1, 2, 5, 20 y 40 pesos.

[12]Listín Diario No. 2598.

[13]Listín Diario No. 2599.

[14] Colección Trujillo, Constitución Política y Reformas Constitucionales, 1844 – 1942, Tomo II, p. 227.

[15]Ibídem.

[16]Matos González, Ramiro, Banderas y Escudos Dominicanos, Edita Libros, Santo Domingo, 1981. P. 66.

[17]Gaceta Oficial No. 2376, Decreto No. 5200, p. 1, relativo a la forma del Escudo de Armas de la República.

[18]Colección de Leyes, Tomo 22, p. 41. Decreto No. 5200, relativo a la forma del Escudo de Armas de la República.

[19]Amaro Guzmán, Raymundo. Constitución Política y Reformas Constitucionales, 1947 – 1966, Volumen III, p. 41. Publicaciones ONAP, Santo Domingo, 1982.

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El Veraz
El Veraz
1 Año hace

Y el escudo existe todavía? Todo lo que no se usa tiende a desaparecer y una de las primeras medidas de este gobierno fue sustituir el uso del escudo en los documentos oficiales por la cúpula del Palacio Nacional. Y los patriotas de pacotilla no dijeron nada, nadie dijo nada. Y siguen guardando silencio ante el oprobio a uno de nuestros símbolo patrio.

Mas de lo mismo
Mas de lo mismo
1 Año hace

Un tribunal de la R.D. acaba de enviar a 3 meses de prision y al pago de 5 millones al Abogado y comunicador Rafael Linares por difamacion al conocido jurista y politico Guido Gomez Mazara.

No entiendo la justicia dominicana, parece que actua por encargo ya que a un presidente norteamericano fue mencionado por utilizar marihuana y a nadie fue sometido por esa noticia.

El Veraz
El Veraz
Responder a  Mas de lo mismo
1 Año hace

Y usted es de lo que cree en que en la a RD hay justicia independiente? En la RD lo que impera es una oligarquía judicial que actúa por encargo y no por jurisprudencia legal de la presentación de pruebas si no por el mandato de sectores de poder.

David E
David E
1 Año hace

Sr. Miguel demasiadas palabras que el viento hace tiempo se las llevó, Deme su opinión del Retiro Del Escudo Nacional ( un símbolo patrio) de los documentos oficiales. Explíquenme….gracias.

Luis De New York
Luis De New York
1 Año hace

Sr.Miguel Estrella Gomez.Cuando la mayor parte de ustedes los historiadores dominicanos,van a dejar de hablales mentira a la juventud del pais? Miguel,en 1821 Nunez De Caceres proclama la Rep.De Haiti Espanol,cuya proclama no tuvo nada que ver con Haiti,mucho menos con el proyecto RD.que no existía ni pudo haber existido en esa época.En 1821 la parte de la isla hoy DR.fue anexada a España,por los proclamadores de la Rep. Haití Español. Dicho Sig

Luis De New York
Luis De New York
Responder a  Luis De New York
1 Año hace

Hecho, nos dice, que en 1822 cuando los haitianos pasan a la parte este de la isla, dicha parte no era una Rep. era una colonia controlada por los franceses, bajo un gobierno esclavista, cuyo sistema fue abolido por los haitiano, y la isla entera pasa ser la Rep. De Haití hasta 1844 que es cuando los dominicanos se separan de la Rep. De Haití. Vale señalar, que el gentilicio dominicano nace con los Trinitaria. Sr. Miguel, en que ano nació el Sig

Luis De New York
Luis De New York
Responder a  Luis De New York
1 Año hace

Ideologo de formar una Rep. con el nombre de RD?

ROSA FERNÁNDEZ MATEO
ROSA FERNÁNDEZ MATEO
Responder a  Luis De New York
1 Año hace

Luis de Senegal, el 27 de febrero del 1844 nace oficialmente la República Dominicana, sin embargo, el pueblo dominicano existía por más de tres siglos antes de nacer lo que es RD.

Tu mentecita de ratón te tiene loco…aaaqueröso haitiano!

Luis De New York
Luis De New York
Responder a  ROSA FERNÁNDEZ MATEO
1 Año hace

Por favor, Rosa(si no eres navajita) estudia la historia de la isla, y así no hace pasar vergüenza al país. Este medio lo leen gente extranjeras. En que cabeza cabe, que los dominicanos tienen 300 anos de existencia.

ROSA FERNÁNDEZ MATEO
ROSA FERNÁNDEZ MATEO
Responder a  Luis De New York
1 Año hace

EN TU ANO….AAAQUERÖSO HAITIANO.

Rafael Rivera, y.Barry
Rafael Rivera, y.Barry
1 Año hace

Solamente basta con el «Poderoso Capitulos de la nuestra santa «Bibilia Cristiana: donde el Cap. 8,V.32,.dice; Y conocereis La Verdad, Y la Verdad Os Libertara’.,. ?es decir? que nuestros pais es «Libres,y Soberano.»,.. y tenemos que mantener nuestras historia «Vivas» <<VIVIENTE HA LOS ESTUDIANTE DE HISTORIA DOMINICANA,PRESENTE,Y FUTURO .,