El sueño de que cada familia tenga un plato de comida en su mesa

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EL AUTOR es Master en Gestión y Políticas Públicas. Reside en Santo Domingo

Desde que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos humanos en el mundo el 10 de diciembre de 1948 se ha venido luchando porque en cada mesa por mas pobre que sea la familia no le falte un plato de comida en su mesa, sabiendo que los primeros responsables en proveer de alimentos son las madres y los padres, pero para lograrse este primer objetivo de sobrevivencia ya han pasado muchos años y el flagelo del hambre y la pobreza no se han podido terminar.

La economía crece cada año y no vemos como ese crecimiento se distribuye con equidad y mucho menos lo vemos convertido en desarrollo, a través de integrar más gente a recibir comida, educación, salud, más seguridad a las personas y viviendas suficientes para las personas. Esto no es endémico de nuestro país, también lo sufren ciudadanos de muchos otros países que han luchado sin descansar para dotar a cada familia de los derechos de vivir una vida sin calamidad. Parece que la respuesta está en que el sistema está agotado.

“La Declaración Universal de los Derechos Humanos declaró que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana; y continúa diciendo”

“Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias;”

Y han “considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad.”

De todo esto, los políticos y los ciudadanos deben predicar e interpretar los sagrados derechos dictados por Las Naciones Unidas mencionados más arriba, cuando muy acertadamente garantizan la convivencia pacífica y todos los funcionarios electos o no por el voto deben ser compromisarios de que se cumplan los derechos universales del hombre. Ellos deben volver a la gente que los eligió y trasladarse a visitar las comunidades para escuchar a la gente y saber cuales son los principales problemas que las afectan y ordenar soluciones para que esas familias puedan integrarse al desarrollo y que no se quede uno sin ser incluido.

Cada semana visito algunas comunidades y puedo observar y escuchar las carencias que tienen esas familias y están esperando que los políticos que en campaña les hicieron promesas vayan a cumplirlas. Entre ellos se que quejan de algunos funcionarios que son los mas cercanos a ellos y la queja es permanente, de que solo se aparecen cuando les van a pedir el voto. Es que el sistema de distribución que usan los comensales del gobierno para beneficiar a los más necesitados se aplica de manera muy excluyente.

Parece que hay que modificar el sistema de distribución del presupuesto nacional para que algunos políticos avaros no se apropien de los programas sociales que dispone el gobierno, que son para los más necesitados, como son: el bono luz, bono gas, tarjeta de solidaridad, seguro médico, ayudas sociales, empleos, becas a estudiantes, la entrega de canastas navideñas; que todo lo manejan como si lo pagaran de sus propios bolsillos y, mas que dar lo que hacen es utilizarlo para promover aspiraciones políticas de sus correligionarios.

Esta mala práctica hay que cambiarla porque aquellos que fueron elegidos por el voto del pueblo son empleados gracias al voto ciudadano y desde ya debieran sacrificar parte de su sueldo para contribuir al desarrollo de algunas comunidades más desposeídas de recursos económicos y poder ayudarlos a mitigar su miseria. También deben rendir cuenta sobre las responsabilidades de que las cosas lleguen a la gente, para que sean repartidas entre personas necesitadas.

Lo peor de todo es que se pasan todo el año sin resolver ni un solo problema a las comunidades que lo eligieron y tan solo esperan la época de navidad para que el gobierno les de las cajas y fundas a esos políticos  utilizándolas ellos,  como si fueran salida de sus patrimonios y chantajean a los pobres dando las cajas como si la hubiesen comprado de sus bolsillos y no se atreven a delegarle la entrega  ni a los dirigentes políticos de sus propios partidos que conocen a los que las necesitan en sus comunidades, y mucho menos se las donan a las iglesias y a las instituciones sin fines de lucro (asociaciones de sordos-mudos; patronato de ciegos; ancianos, madres sorteras, minusválidos, gente en extrema pobreza y hogares de escasos recursos económicos.

Es tiempo de que no se mate el sueño a la gente del derecho a ser incluido, de participar, el derecho de ser respetado, el derecho a comer, el derecho a participar y el derecho a vivir con dignidad. Es tiempo que se acabe con la mezquindad a que se han acostumbrado la mayoría de los dirigentes políticos, matándole el sueño a la gente de construir un país para todos y en condiciones de igualdad. Es tiempo de rendir cuenta al finalizar el año y planificar el año 2019 con más fe y  mejores deseos para aquella gente que se levanta y no tiene un plato de comida en la mesa para compartirlo con su familia.

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