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El mejor regalo a papá
Julio del 2017, habrá de recordarse en los anales del comercio dominicano como el mes de la mayor ofensiva mediática para convencer a la población de que el Día del Padre es otro de esos días en que lo importante es regalarle algo a papá: mientras más costoso, mejor; mientras más grande, mejor; mientras más lujoso, mejor.
Se da el caso de que los manipuladores del comercio van descubriendo que posiblemente para el padre hay más artículos caros que para las madres, por lo que les es necesario levantar el interés por el Día del Padre y enmarcar compras desde pipas Butz-Choquin hasta viajes al Vaticano para ver al Santo Padre. ¡Y claro! ¡Papá no debe irse solo a ver al Santo Padre! Debe ir con toda la familia, pues es la familia la que le está haciendo el reconocimiento, aunque sea el papá quien vaya a pagar.
Nunca antes se había visto tal empeño en diarios, revistas, televisión y radio. Parecería que el Día del Padre acaba de ser declarado, o mejor, acaba de ser descubierto. Pero además, parecería que el Día del Padre es algo que nadie debe perderse, o que quienes no se sumen a la “celebración” perderán su cédula y su “derecho” al voto el 16 de mayo del 2020. La pregunta necesaria es si la población dominicana va a sucumbir también ante tamaña manipulación.
¿Cuál es el mejor regalo del mundo para papá? Veamos si estamos de acuerdo.
Ayer contemplaba yo a mi primer nieto. Un niño en verdad hermoso, tan vivo, tan fuerte, tan cautivador. Pero a la vez contemplaba a mi hija, quien lo sostenía. Y esa contemplación me llevó a la fascinación.
En ese momento, la carga de amor por esas dos personas parecía inundar la casa y crecer hasta llenar la ciudad. En ese momento, ser tan feliz era la culminación del propósito de la existencia… con sólo su contemplación, y con saber que la adoración por mi hija y por su hijo no podía igualarse a nada que pudiera comprarse con dinero o costar todo lo material preciado en el mundo, llegué a la conclusión de que el mejor regalo que puede tener un padre… ya lo tiene desde que lo es… desde que es padre.
Pero cuando ser padre recibe la premiación de ser abuelo, de ver cumplido el derecho a ser abuelo, entonces esa realización cobra una dimensión de luz que supera los astros y se instala en el pecho, como si el núcleo de La Tierra pasara a vivir en nuestro interior.
El amor por los hijos, y su potenciación al llegar los nietos, no puede ser degradado al pobre valor de un par de zapatos “de marca”, un reloj “de marca”, un sillón “de marca”, un automóvil, una corbata, una camisa, un combo de cable e internet, un fin de semana en un resort o un viaje a cualquier parte del mundo. El pobrísimo valor de las cosas que nos están ofertando en estos días ofende de la manera más deshonrosa la calidad del amor que sentimos por nuestros hijos.
¡Esta vez NO! ¡Esta vez no podemos aceptar la manipulación! Esta vez debe quedar claro para todos que el amor por los padres no lo vamos a sustituir por artículos que no valen más que algo de dinero. Esta vez debemos dejarles toda su mercancía en sus exhibidores y almacenes. Esta vez debe quedarles claro que la propaganda no nos confundirá, no nos hará creer que regalar cosas es amar.
Esta vez, el amor de los hijos deberá manifestarse como amor, no como mercancía. Esta vez, y a partir de esta vez, la honra por el Padre hay que manifestarla en alta voz y con toda la alegría de que podamos ser capaces. Esta vez, y para siempre, el mejor regalo para un padre será saber que el amor de sus hijos es real, y que no tuvieron que comprar lo barato para sustituir lo más valioso: un amor del tamaño del Planeta.
JPM