“Discurso del arrepentimiento” de Danilo, triunfo ciudadano y del “frente unitario opositor” en ciernes

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EL AUTOR es ingeniero industrial y consultor empresarial. Reside en Santo Domingo.

Cada hecho social tiene marcada su hora en el reloj de la historia. El pasado lunes 22 los dominicanos olimos el aroma del incienso y escuchamos el responso de los ritos funerales sepultando la re-reelección de Danilo. Contraviniendo sus designios, Danilo tuvo que doblegarse ante la verdad dicha por Raymond Aron: “La estabilidad política depende de la disciplina de las ambiciones”. Sin ser augur, un hado desconocido, usando un pantógrafo guió la pluma que escribió nuestro anterior artículo, sobre la renuncia a sus candidaturas de Evita y Johnson y resaltando que Danilo todavía tenía la oportunidad de pronunciar, para bien de la Nación, su “Discurso del arrepentimiento” desechando su afanoso propósito de perpetuarse en el poder con una nueva violación a la Constitución. El escrito se publicó el Viernes 19, y el arrepentimiento lo pronunció Danilo 3 días después, lunes 22.

En términos místicos el cristianismo es el credo del perdón y del arrepentimiento, consagrados en el sacramento de la confesión, penitencia o reconciliación. Hace casi 70 años en el catecismo preparatorio para la primera comunión nos predicaron que el perdón de los pecados se logra partiendo del arrepentimiento, en pasos sucesivos: dolor de corazón, propósito de enmienda, confesión de las faltas, culminando con el cumplimiento de la penitencia, para validar la absolución de los pecados. No debe cuestionarse que Danilo haya experimentado dolor de corazón, pero el propósito de enmienda no fue evidente, pues pronunció un metamensaje sugiriendo que  intentaría retornar en algún momento. Abiertamente, Danilo confesó que llegó a considerar violar la Constitución y,  a ojos vista, hizo todo lo posible para vulnerarla nuevamente pero, aunque quiso, no pudo. Ahora Danilo comienza a cumplir con la penitencia de saber que no  seguirá manejándonos a su antojo a partir del 2020.

Sabios analistas han aplicado el enfoque marxista de “agudización de las contradicciones”, para plantear que la enfermedad del cuerpo social dominicano es tan grave que el tratamiento correcto para curarla, en su origen, no tan sólo para paliar sus síntomas,  no puede consistir en un simple triunfo electoral sino que, hipotéticamente, sin impulsarla, la solución deseable hubiese tenido como punto de partida la imposición por Danilo de una nueva re-reelección que provocaría, como consecuencia directa, una ineludible confrontación social violenta en el periodo 2020-2024. Bajo esa tesitura al régimen continuista, ilegitimo y sin credibilidad, le explotaría en sus manos la bomba de relojería que ha preparado Danilo interconectando circuitos de alto poder explosivo cuyo detonador habría de ser el “default” financiero causado por incumplimiento en el pago de intereses y amortización del principal de la astronómica deuda contraída por Danilo, que no ha propiciado el desarrollo económico-social inclusivo, sino que esos préstamos se han dedicado a intentar  perpetuar  el continuismo de un régimen despótico, con vocación de partido único, basado en la corrupción y la impunidad.

Las convulsiones sociales, espontáneas o inducidas, tienen duración y efectos impredecibles que a veces se revierten injustamente en contra de los prohijadores de la necesaria redención social. Afortunadamente, sin haber incurrido en la violencia, la derrota de la re-reelección representa un evidente triunfo ciudadano que debe ser interpretado como un estímulo para nuevas jornadas. Ahora tenemos por delante continuar luchando juntos para  rescatar la democracia por la vía  electoral, pacífica, a menos que Danilo y el PLD jueguen sucio y pongan a prueba el poder de la protesta violenta en las calles. Recordemos las palabras de Churchill con motivo del triunfo de la Real Fuerza Aérea Británica en la “Batalla de Inglaterra” contra Hitler, enemigo de la democracia: “Nunca en la historia de los conflictos humanos, tantos debieron tanto a tan pocos”. En la victoria contra la  re-reelección no fuimos pocos, sino muchos los que marchamos, muchos protestamos, muchos escribimos, con pocos fungiendo como protagonistas, acompañados por un reparto inmenso de activistas democráticos anónimos. Continuando con Churchill: “Este no es el final de la guerra, ni tan siquiera el principio del fin. Es, tal vez, el final del principio”.

Hemos vencido la re-reelección de Danilo y se inicia otra etapa llena de obstáculos, con el objetivo de derrotar al PLD, creando el “frente unitario único opositor” que aglutine partidos, empresarios, activistas sociales y ciudadanos sin militancia partidaria. Los intereses de la Patria están por encima de las ambiciones individuales. Concluyamos con Churchill: “Lo único más malo que formar parte de una coalición, es no formar parte de ella”.

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