De Lopez Obrador a Juan Bosch

Andrés Manuel Lopez Obrador ha jurado como presidente constitucional de México, para convertirse  en la gran referente de América Latina que ha sufrido efectos devastadores de una farsa izquierda que desde el poder ha faltado al  compromiso de promover justicia, equidad y prosperidad anhelado por sus pueblos.

Por su acendrada honradez, humildad, determinación y compromiso con sus conciudadanos, Lopez Obrador obliga a recordar al profesor Juan Bosch, quien al igual que el estadista mexicano, al asumir la presidencia  de la Republica rompió con todos los moldes del boato.

Washington promueve la figura del ultraderechista brasileño Jair Bolsonaro, al señalarlo como el adalid contra la corrupción y gran impulsor de la iniciativa privada, pero el pesebre que anuncia el advenimiento de una nueva democracia en la región ha sido localizado en el Zócalo de Ciudad México.

Antes de ascender las escalinatas del Palacio Nacional, Lopez Obrador inicio un proceso de consulta con la población en torno a las obras  de infraestructura  que  serían prioritarias en su gobierno, con lo cual demuestra  su gran estirpe de auténtico demócrata.

Renuncio a vivir en la Mansión presidencial  de Los Pinos,   que será convertida en un museo abierto a mexicanos y extranjeros, así como a la Corte Imperial que protegería a él y a su familia, que  será  custodiada solo por diez hombres y diez mujeres  civiles, “porque no voy a andar rodeado de guardaespaldas”.

Ese presidente de izquierda venderá el avión presidencial, adquirido por más de 200 millones de dólares, porque durante su mandato viajara en vuelos comerciales, a pesar de lo cual ha  anunciado que emprenderá la Cuarta Transformación de México, lo que  significa una propuesta de cambio político de la envergadura de la Revolución y de la Reforma.

Después de los fracasos políticos de la izquierda en Brasil, Venezuela, El Salvador, Nicaragua  y Ecuador, la figura de Lopez Obrador se erige como un gran faro que alumbra los caminos de redención de millones de marginados y excluidos, traicionados por falsos profetas que  se volvieron faraónicos y corruptos.

Solo  los presidentes  Tavarez Vásquez, de Uruguay,  y Danilo Medina, de  Republica Dominicana, se mantienen en el carril de una izquierda moderada, que ha permitido que esas dos pequeñas economía avancen, aun sea a pasos lentos, hacia  todavía lejanas metas de justicia social plena.

México ha sido siempre un gran hermano de Republica Dominicana, que acogió a cientos de exiliados políticos y se negó a formar parte de la ominosa Fuerza Interamericana de Paz, con la que la OEA disfrazo la grosera intervención militar estadounidense, en 1965.

Es por eso que los buenos dominicanos se regocijan hoy por  el inicio del buen gobierno de Jose Manuel Lopez Obrador, un líder de la auténtica izquierda, cuya honradez, patriotismo, internacionalismo y  humildad, trae a la memoria  la figura  histórica de Juan Bosch.

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