Cuando un gobernante no  es confiable

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

Cuando un gobernante no es confiable, ocurre lo que ahora ocurre  con el presidente de la República Dominicana, Danilo Medina. El mandatario ha demostrado apego total  al precepto peledeísta   que reza: “En política se hace lo que conviene a los intereses que uno representa”. El profesor Euclídes Gutiérrez Félix le ha dado carácter teórico al dicho.

Bajo los azotes del coronavirus, con muertes, sufrimientos, carencias alimentarias, limitaciones de la actividad productiva y  prohibido el esparcimiento,   como hueste  de víboras  recorre  nuestro país el temor de posposición  o anulación  de las elecciones presidenciales y congresuales  programadas  para  el 17 de mayo.

El vacío institucional  que habría de producirse si las elecciones no se realizaran antes del 16 agosto, según reveló un senador  danilista que no pudo guardar la confidencia,  se resolvería  mediante una reforma constitucional con la que se  prolongaría el período de las actuales autoridades, que cesa en la referida fecha.

 Las elecciones  deben  realizarse  en el  momento previsto y registrado  en nuestra Constitución política. Somos más de siete millones de electores, votarán quienes   el 17 de mayo estén vivos y viables. Así, los  funcionarios electos asumirán  sus puestos cuando manda la Constitución, que es el 16 de agosto de 2020.    

El oportunismo no es propio del gobernante confiable. Al gobernante confiable los ciudadanos le depositan su confianza y  le otorgan poderes para afrontar crisis y  buscarle soluciones. El pueblo, en quien reside la soberanía, otorgó  a Medina, por medio del Congreso y de líderes autorizados,  apoyo para combatir la pandemia.

 Algunas actitudes  evidencian  que el Presidente no hace honor a la concesión  emanada del  Congreso Nacional, constituido por diferentes fuerzas políticas y con predominio de la oposición. Mientras la covid-19 circula diezmando  dominicanos, el Gobierno se ocupa  en promover  su candidato presidencial, Gonzalo Castillo.

 La disposición oficial  manda a concentrar la población  en sus hogares. Mientras las circunstancias reclaman la unidad nacional para vencer al enemigo común,  el candidato peledeísta  hace proselitismo  en interés de sacar provecho de la desgracia nacional. Y lo hace  con apoyo del  Gobierno que ataja a los otros para proyectar al suyo.

La gente  muere  esperando atención, los hospitales no dan abasto y el ministro de Salud solo anuncia fallecidos. El momento no es para oportunismo clientelista.   Los dominicanos necesitamos  que  su gobernante sea confiable. Medina  puede aprovechar   la crisis para demostrar que lo es. Le quedan  cuatro meses para actuar como un estadista. 

rafaelperaltar@gmail.com

JPM

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