Crítica de cine: «John Wick 3 – Parabellum»

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En los últimos años he sido testigo ocular de un inesperado renacer del cine de acción de Hollywood, desatado por las películas de John Wick que dirige Chad Stahelski y que protagoniza Keanu Reeves como el asesino a sueldo retirado que tiene como nombre el título de la cinta. Son inusuales y de un estilismo cercano a la novela gráfica cuando construyen un mundo muy interesante que se expande tanto como le permite la taquilla. Se roban elementos del cine de acción hongkonés y del surcoreano cuando elaboran sus coreografías de acción. Sus premisas son espontáneas, pero me atraen. En la primera, «John Wick« (2014), el protagonista decide vengarse de una mafia rusa por haber matado al perro que le regalo su fenecida esposa. En la segunda, «John Wick: Chapter 2« (2017), John regresa al negocio del asesinato por una vieja deuda y se convierte en el objetivo del sindicato de asesinos al que pertenece. Y recientemente se ha estrenado la tercera parte titulada «John Wick 3 – Parabellum» que, sorpresivamente, es tan entretenida como las antecesoras cuando continúa con la cacería humana de la figura de acción más popular de esta década.

Esta nueva entrega del universo de John Wick, dirigida una vez más por Chad Stahelski, tiene suficiente adrenalina para dejarme pegado del asiento durante dos horas que viajan tan rápido como una bala. No me emociona al tope, pero me atrapa el estilo visual, la sorpresiva trama y los personajes, incluyendo al renegado John Wick de Keanu Reeves, el antihéroe que hace lo que sea por un perrito y los suyos y que, al parecer, es indestructible. Los elementos visuales adornan los escenarios coloridos de luces y sombras que enriquecen los combates cuerpo a cuerpo y las persecuciones más frenéticas. Aprovecha, casi siempre, el plano general para otorgar autenticidad a las peleas. Las secuencias de acción están repletas de coreografías espectaculares, en las que un malherido John Wick atraviesa situaciones extremas de violencia donde sobran las montañas de cadáveres, los puñetazos, las patadas, los disparos, los cuchillazos y todo lo que tenga que ver con liquidar a tipos malos para sobrevivir a la misteriosa organización de asesinos.

La trama de la película comienza justo una hora después de que un herido John Wick (Keanu Reeves), el antiguo profesional del arte del asesinato, es considerado como “excomunicado” por el gremio de asesinos y adquiere una recompensa de 14 millones de dólares por su cabeza. Presenta a Wick corriendo por su vida porque le queda poco tiempo y tiene el reloj en su contra. En esos entornos, Wick transita a pie por las calles húmedas de la ciudad de Nueva York acompañado de su perro. Y todos los matones de la ciudad se han enterado del precio que tiene su cabeza y buscan a Wick para matarlo en cualquier esquina y cobrar el cheque. En el camino, asimismo, le pone sorpresas y golpes de efecto muy sutiles para que John emplee sus habilidades y mate a todo el que se le acerque mientras intenta lidiar con la enigmática secta denominada como la Alta Mesa, además de expandir la mitología de este cosmos de asesinos introduciendo a nuevos personajes.

Esta es la tercera película de Stahelski, quien en antes era doble de acción. Y por lo que veo es estupendo para lograr escenas de acción impactantes que siempre sostienen esa cosa que llaman cohesión. Las secuencias de acción que elabora, para el presupuesto que le dieron, son espectaculares y respetan los parámetros de la fórmula estética por la que se caracteriza la saga. Hay luces de neón omnipresentes en cada escenario, un uso recurrente del plano general para proponer una acción casi en tiempo real y una música que magnifica el vigor del aparato de acción. Confiere un balance estupendo entre la violencia más sofisticada y el sentido del humor, en las escenas en que John Wick se somete a ataques mortales con tipos que salen hasta de las alcantarillas o de las sombras, paseándolo a caballo por las calles húmedas de Nueva York, por una persecución que involucra varias motocicletas en un túnel, por un enfrentamiento a tiro limpio en el que participan unos perros entrenados para matar a cualquier enemigo, por una caótica lucha en una jungla de cristal con chalecos blindados y armas cargadas con balas de acero. Su cámara se mueve con destreza cuando logra planos muy inusuales que me inquietan y me hacen sentir que formo parte del peligro al que se expone el protagonista.

Aunque se trata de una película de acción me percato de temas que movilizan el hilo conductor de la trama, como la traición más insospechada, la desconfianza y la lealtad en un mundo donde la línea moral entre el bien y el mal es borrosa. Son tan breves como implícitos, pero aportan una densa capa de coherencia que, en el trayecto, desenrolla con agudeza las acciones de ese protagonista que puede matar a quien sea con la hebilla de una correa. Keanu Reeves demuestra una vez más que es uno de los mejores héroes de acción de los últimos años. Es una película que disfruto bastante con sus persecuciones, sus contiendas y sus tiroteos energúmenos. En materia de acción está a la par con sus predecesoras. Necesito una secuela con urgencia.

Ficha técnica

Año: 2019

Duración: 2 hr 11 min

País: Estados Unidos

Director: Chad Stahelski

Guion: Derek Kolstad, Shay Hatten, Chris Collins, Marc Abrams

Música: Tyler Bates, Joel J. Richard

Fotografía: Dan Laustsen

Reparto: Keanu Reeves, Halle Berry, Ian McShane, Anjelica Huston, Laurence Fishburne, Mark Dacascos

Calificación: 7/10

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