¿Convención? ¡SÍ! ¿Encuesta? ¡No!

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Un
partido de masas, como lo es el Revolucionario Moderno, que surge de la más
vieja escuela democrática del país, como lo fue la del Partido Revolucionario
Dominicano, no puede, bajo ningún concepto,
escoger su candidato a la presidencia de la República mediante una o varias
encuestas. Es absurdo, inaceptable, impropio y enajenante.

No
puede ser “moderno” un partido que no acuda a sus bases para que decidan,
mediante el voto universal, libre y soberano, quién debe ser el candidato o la
candidata a la presidencia de la República.

Hasta
donde tengo entendido todos los partidos democráticos del mundo escogen a sus
candidatos mediantes convenciones o primarias donde sus bases soberanamente los
eligen. Así lo establecen las leyes y las Constituciones de todos los países.
Así lo establecen de igual modo los estatutos o reglamentos internos.

Nuestra
Carta Magna señala, con toda claridad,
que los ciudadanos tienen derecho a “elegir y ser elegibles para los
cargos que establece la Constitución”. En consecuencia, ninguna encuesta, no
importa cómo se llame la firma, si es nacional o extranjera, puede, en buen
derecho, tomar una decisión que le compete al ciudadano. Sería
inconstitucional.

La
ley electoral, igualmente, es clara sobre el particular. Los estatutos, de
todos los partidos del país, les confieren la potestad a los militantes de
elegir a sus candidatos. Todos los proyectos de ley de partidos, incluyendo el
más atrasado que es el del partido de gobierno, coinciden en la realización de
primarias o convenciones para elegir a sus autoridades y a los candidatos. (En
ningún lugar se habla de encuestas para esos fines)

Una
encuesta no es más que un instrumento de trabajo, una fotografía de un
instante, razón por la cual los partidos, las empresas, los gobiernos, los
medios de comunicación, la ordenan periódicamente. Porque lo que hoy es, mañana
puede no serlo.

¿Cuántos
candidatos y partidos no han estado delante en las encuestas y terminan
perdiendo? ¿Acaso Hipólito Mejía no arrancó primero en las encuestas y luego, por las razones que
todos sabemos, “perdió” las elecciones?
El caso más reciente es de Brasil. En las encuestas se disputaban la primacía
la presidente Dilma Rousseff y la socialista Marina Silva. ¿Qué pasó? La señora
Silva quedó en tercer lugar, sin posibilidad de alcanzar la presidencia del
coloso del Sur.

Otro
ejempl Las encuestas les daban a Hipólito Mejía un dos por ciento contra un
98 de Miguel Vargas. Sin embargo Hipólito se impuso “mucho a poco”.

Como
puede verse, las encuestas o sondeos no pueden “decidir” un candidato. Esa potestad
le corresponde, única y exclusivamente, a la gente. Proponer que sea un sondeo
quién determine la persona que ostente la candidatura, reitero, no es sensato,
ni legal. No es propio de un demócrata. Solo un troglodita, dictador en
potencia, como Miguel Vargas pudo hacer lo que hizo en el PRD, que violando la
Constitución, las leyes, los estatutos de su partido, y haciendo fraude, se
impuso como presidente y candidato.

En
el PRM eso no puede suceder. Unas de las razones que motivaron la división
fueron justamente actitudes como las del traidor Miguel Vargas. El PRM debe ser
la contraparte, la antítesis del PRD de Miguel Vargas.

Los
que en el PRM están planteando que el candidato sea seleccionado por medio de
encuestas están locos o están imitando a Miguel Vargas. Un partido moderno
tiene que actuar como su nombre lo
indica. Tiene que negar el pasado reciente del PRD y demás partidos
tradicionales; tiene que diferenciarse de todos en sus acciones cotidianas. Es
por eso que dig ¡Convención, si, encuestas, no!

¡Que
la democracia comience en casa!

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