MINERD discrimina a los docentes y viola el derecho fundamental al trabajo

Está en el destino de la carrera docente ser la mejor pagada en la República Dominicana. Es una simple lógica, que se impongan requisitos rigurosos para el ingreso; de lo contrario habría más que nunca “enganchados a maestros”.

Los esfuerzos empleados al transmitir lo que tienes, haciéndolo con entusiasmo y dedicación, se ven compensados, cuando miras el brillo en los ojos de los que te escuchan y te retroalimentan con parecido entusiasmo lo dado, complementado con lo aportado por ellos.

Ser maestro, es ser feliz con lo que haces y esforzarte por hacer feliz a los que comparten contigo la experiencia.

Diecisiete años y unos meses reposaban sobre mi piel   cuando recibí mi título de Maestro Normal Primario en la Escuela Normal Félix E. Mejía, en Santo Domingo.

Desde esa época de una forma u otra, he estado cercano al magisterio, a la carrera docente. Junto a la ADP fui muchas veces al Congreso Nacional y paseé las calles de la capital vociferando “Que suban los Salarios y bajen la comida” o “ADP unida y combativa jamás será vencida” Algunas más del pueblo y calientes como la que “si no hay cuarto y candela”. Rafael Santos, Sigfredo Cabral, Conrado Matías Melando Paredes y a otros hombres y mujeres vi pasar por este gremio.

Nada…, esta historia no es más que un preámbulo, porque lo que me lleva a estar frente a este ordenador a las cinco de la mañana, es una situación que me viaja de la amígdala a mi neo corteza, con diría Daniel Goleman en su inteligencia emocional.

Salía de la última estación del Metro de Santo Domingo Este, Carretera Mella con San Vicente, con destino a buscar mi vehículo; mismo que se me había negado días antes y estaba en manos del mecánico.

Tomo un carro de concho de lo que hacen la ruta San Vicente derecho. El sol está más caliente que nunca, o mis circunstancias me hacen así sentirlo. Me monto adelante cargado de cosas, pues venia del interior y Turey en Villa Altagracia, se quedó con parte de mis chelitos.

Bien… resulta que el carro “digno de ser de concho” está como un horno, observo al chofer color cobre, (” colorao”) y le saludo diciéndole hermano, ¿y cómo aguantas? Este se sonríe y me contesta: “Y eso no es nada, vengo de ocho horas de dar clases”. ¿Cómo así? Le pregunté.  Sí, en una escuela. Responde.  Su voz ronca lo confirma. Pero los maestros ya ganan bien. ¿Por qué entonces te sacrificas así?

La respuesta a esa pregunta fue: “Sí, los que son nombrados”. Con él confirmo lo que ya había oído, pero no vivido, que el MINERD, a los concursados los está llamando a contrato no a nombramiento.

¿Y cuál es la diferencia?  Amén de que no tienen mayores compromisos con ellos, “terminó el contrato, terminó la responsabilidad”. A estos docentes le pagan el 50% de lo que le pagan a un maestro nombrado en igual jornada de trabajo. No tienen la obligación de cubrirlo con la seguridad social, no tienen seguro médico, ni ningún otro riesgo está cubierto.

En pocas palabras, a esos docentes le pagan por ocho horas (tanda extendida) veinte mil pesos dominicanos, menos el 10% que le cobra Impuestos Internos, o sea, le pagan dieciocho mil pesos, mientras que el salario de un maestro nombrado ronda los cuarenta mil pesos, más los otros beneficios colaterales.

¡Caray! Como llevan años esperando que les nombren después de haber concursado (la mayoría de ellos) tienen que aceptarlo porque la necesidad doblega la fuerza con que ha de exigirse el respeto a la dignidad.

Abusiva, indolente, violatoria a los derechos fundamentales, es la modalidad que ha implementado nada más y nada menos, que el ministerio que está llamado a elevar el espíritu de libertad y justicia a través de una educación liberadora.

Parece que el Ministro (y no tengo nada personal contra él) o quienes lo han asesorado, desconocen que el derecho al trabajo digno, es un Derecho Fundamental consagrado en el artículo 62 de nuestra Constitución y que éste establece expresamente en su acápite 5 que “Se prohíbe toda clase de discriminación para acceder al empleo o durante la prestación del servicio, salvo las excepciones previstas por la ley con fines de proteger al trabajador o trabajadora”

Que, si este mandato no fuere lo suficientemente claro, nos remitimos entonces a las disposiciones de acápite 9, del mismo artículo que dispone que: “Todo trabajador tiene derecho a un salario justo y suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales. Se garantiza el pago de igual salario por trabajo de igual valor, sin discriminación de género o de otra índole y en idénticas condiciones de capacidad, eficiencia y antigüedad”

Y, finalmente, aunque sé que todo el que asesoró lo sabe, le remito a un artículo más abajo, el 63, que habla del derecho a la educación y específicamente al acápite 5, que dispone que “El Estado reconoce el ejercicio de la carrera docente como fundamental para el pleno desarrollo de la educación y de la Nación Dominicana y, por consiguiente, es su obligación propender a la profesionalización, a la estabilidad y dignificación de los y las docentes.

En consecuencia y vistas así las cosas preguntamos:

¿Si los contratados ejecutan las mismas horas de trabajo que los nombrados?

¿Si se discrimina en consecuencia para el pago frente a igual preparación y jornada rendida?

¿Si se contribuye con esta modalidad a incentivar la carrera docente?

¿Si esos contratados, concursaron y ganaron concursos para ser nombrados, no contratados?

¿Si el derecho a igual salario frente a igual trabajo es un derecho fundamental?

¿Si conocen que los Derechos Fundamentales no son limitativos y que siempre deben interpretarse en beneficio de la persona?

¿Si conocen que todo, acto, norma, ley, decreto o reglamento contrario a la Constitución, es nulo de pleno derecho?

Como las respuestas han sido sí. No hay más pregunta honorable Magistrado.

Subsidiariamente: Sería bueno que estos contratados se den una vueltecita por el Tribunal Superior Administrativo, por el Tribunal Constitucional o por el Defensor del Pueblo. ¡Digo… sugiero yo!

Hasta la próxima

 

 

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