A Francis, con amor patriótico
La sociedad dominicana carece de figuras históricas
emblemáticas que sirvan de paradigmas a las nuevas generaciones que tanto las
necesitan hoy que la política se ha degradado tanto.
Sobre los hombres y mujeres que han dado sus vidas en procura
del bienestar común, se tejen acusaciones y “revelaciones” que le restan
méritos y calidades. Nadie se escapa a la maldición de la difamación y la
injuria. Las cosas que dicen, por ejemplo, de Juan Pablo Duarte, Padre de la
Patria, no son buenas ni bonitas.
Somos una sociedad que se destruye a sí misma. Nadie es
bueno, nadie sirve. Nuestros héroes son
falsos, los mártires, insensatos amantes del martirologio como Manolo Tavárez y
los demás muchachos del 14 de Junio.
Un país que denigra a sus figuras históricas más
trascendentes con el mayor de los desparpajos sin que nadie pida cuentas o haga
pagar con sangre los agravios.
Lo que están haciendo con Francisco Alberto Caamaño es
abominable.
Por qué tanto odio contra Caamaño? ¿Por qué tanto veneno para asesinar su bien ganada estatura
histórica? ¿Por qué tanta infamia, tanto desprecio contra él? ¿Acaso fue tan
grande su pecado al tomar las armas para defender la “Patria bien amada”?
¿Qué puede ganar alguien con lanzar tanto lodo fétido al
héroe convertido en mártir en las
montañas de Caracoles tras ofrecer su sangre y su vida enfrentando a un régimen
despótico y cruel como el surgido tras la guerra de 1965 encabezado por Joaquín
Balaguer?
¿Qué buscan los detractores de Francis a más de 40 años de su
muerte? ¿Negarle el Panteón Nacional? ¿Evitar que los jóvenes imiten su ejemplo
revolucionario?
¿Qué buscan los detractores, no gratuitos, con presentar a
Francis como un loco, cobarde, inseguro, alcohólico, mujeriego,
egocéntrico, y ruin?
Ese Caamaño que hoy le presentan al país desde un importante
medio de comunicación, era un antivalor,
despreciable. Un monstruo. ¿Por qué hacer eso? ¿Qué ganan o cuánto
ganaran? ¡Ay que barbaros! ¡Qué país de mierda éste!
Francis pudo tener muchos defectos. Nada humano le pudo ser
ajeno, como a ninguno de los que aun vivimos. Pero ese Francis, proveniente de
una familia poderosa, hijo de uno de los jefes militares del trujillismo, como
Fausto Caamaño, al igual que el otro mártir, Rafael Fernández Domínguez, hijo
de Ludovino Fernández, bien pudo dedicar su vida al placer y el morbo, como
muchos otros en su posición.
Sin embargo, rompiendo con su destino, hizo todo lo
contrario, se colocó al lado del pueblo en su reclamo del retorno a la
constitucionalidad perdida tras el golpe de Estado contra el profesor Juan
Bosch. Francis bien pudo militar en el banco reaccionario, bien pudo servirle a
los lacayos de los Trujillo, bien pudo luchar en contra del pueblo. Pero no.
¡Coño cogió su fusil para defender al pueblo! En el puente Duarte se jugó la
vida. Tras la muerte del jefe militar de la conspiración, Fernández Domínguez,
fue Francis quién calzó sus botas. No fueron ninguno de los canallas que hoy lo
denigran.
No importa lo que digan de Francis. Como escribió el poeta
Manuel del Cabral, “hay muertos que van subiendo mientras más su ataúd baja”.
Francis burló la muerte. Sus enemigos no pueden matarlo de nuevo. Su importa no
puede ser destruida ni ignorada. Francis escribió su historia con su propia
sangre.
Mi Francis Caamaño, el que venero, respeto y amo, es el de la
guerra de Abril, es el presidente de la ciudad en armas, el héroe de Abril, el
que enfrentó a las tropas norteamericanas para defender la soberanía y la
dignidad del pueblo dominicano. Ese es mi Francis. El coronel de abril, el
coronel de Caracoles. ¡Mi Presidente!
Lo que debemos decir, en vez de intentar ensuciar su imagen
de gigante, es que Francis fue traicionado; vilmente traicionado y dejado solo
en las montañas a su suerte. Los que le prometieron respaldo político y militar
huyeron como ratas despavoridas. ¿Por qué no hablan de la traición y el engaño
de que fue víctima Francis? ¡Cobardes!
Los hechos pueden más que las palabras. Y esos hechos dicen
que el presidente constitucional Francisco Alberto Caamaño Deñó, fue un héroe,
un patriota, un mártir. Sus enemigos no tendrán nunca su estatura.
Francis pudo quedarse en Europa disfrutando la buena vida;
pudo quedarse para siempre en Cuba en un exilio dorado. Pero, coño no lo hizo
-¡perdón, es que estoy indignado! Prefirió venir con pocos hombres igualmente
cojonudos para intentar derrocar al gobierno de Balaguer que ahogaba en sangre
la libertad y la justicia.
¡Gloria eterna al coronel Francisco Alberto Caamaño Deño!