Álvaro Arvelo Aybar propala indecencias y estercoleros
Con Álvaro Arvelo Aybar (Alvarito) he sostenido una estrecha amistad por medio siglo, inclusive mi vecino por 14 años en Gascue, conversando a diario (1971-1985), por horas, y a quien no contacto desde hace años, lamentando siempre su deserción de la pobreza para escalar escenarios económicos altos con la garrocha deprimente del lenguaje grosero, soez y rastrero.
Es mi gran pena escribir en esta ocasión del afecto entrañable, pero me asiste mi temprano criterio de que no soy enemigo de personas, sino de conductas, que en este caso, adquiere una resonancia cumbre.
Conozco por referencias el lenguaje prosaico, fuera de toda prudencia y decencia que pronuncia Alvarito por la radio, nunca lo he escuchado, pero recuerdo que en una ocasión tomando un taxi por avería de mi vehículo, el chofer, escuchando a Alvarito, exclamó que desde que Olga Lara se distanció de él, cambió para siempre y para mal, su conducta y vocabulario.
Resulta que el día 28 de septiembre pasado, Alvarito incurrió en el sacrilegio de vituperar al único padre de la patria Juan Pablo Duarte Díez, denostándolo, denigrándolo de ”charlatán, cobarde, depresivo, homosexual, olvidando el noviazgo del patricio con Prudencia Lluberes; canalla, histérico, depresivo, vacilante, irresponsable, inconsecuente con su familia y con su patria”.
Todos los historiadores dominicanos, desde José Gabriel García, Emilio Rodríguez Demorizi, Vetilio Alfau Durán, Joaquín Balaguer, Ramón Marrero Aristy, Franklyn Franco Pichardo, Pedro Troncoso Sánchez, Pedro Vergés Vidal y Frank Moya Pons, difieren de Alvarito, postulando los sacrificios de cárcel, exilio, hambre y traición de todos los Trinitarios, con la excepción de José Joaquín Pérez, que padeció el patricio supremo de la nacionalidad dominicana.
Alvarito ha violado con sus expresiones sacrílegas el artículo seis de la Ley 127-01 sobre el Instituto Duartiano y el buen nombre de Duarte. Mientras que el artículo siete establece penas de un mes de prisión y dos salarios mínimos.

Empero, la sugerencia al Instituto Duartiano es que solicite a la Procuraduría General de la República disponer la clausura de la radio Z101 definitivamente, sometimiento junto a Alvarito de su propietario Willy Rodríguez, y prohibición definitiva a Alvarito de hablar por radio en esos términos rastreros, y además, imponerle la obligación de pronunciar un discurso cónsono con la verdad histórica sobre Duarte en las 31 gobernaciones del país, teniendo como garante de éstos a un representante del Instituto Duartiano y de la atrofiada e irresponsable entelequia Comisión de Espectáculos Públicos y Radiofonía.
Si el presidente Danilo Medina me honra con designarme Director de la Comisión de Espectáculos Públicos y Radiofonía, honorífico, le garantizo, que con su apoyo irrestricto, devuelvo a ese deshilachado moral departamento, el prestigio y la credibilidad que ganó cuando la incomparable e inolvidable doña Zaida Ginebra de Lovatón lo dirigió.
Pero el presidente Medina nunca me designaría en ésta ni en ninguna posición, que aceptaría, respaldando mis iniciativas de adecentamiento de la burocracia, hondamente penetrada de corrupción y anomia, porque la normativa de los gobiernos del PLD es el permisivismo y el desorden, como en los casos de la invasión pacífica de haitianos como nunca en la Era del PLD; la cota insólita rebosante de delincuencia y feminicidios; el caos del tránsito vehicular; el contrabando fronterizo con la venia de los militares que se presumen son los custodios de la línea divisoria con el incordioso y calamitoso vecino.
Son los signos incontrovertibles y claros desintegradores de la sociedad y de la soberanía dominicana como nunca en 173 años de transitar republicano en la Era del PLD.
Es por esa deplorable coyuntura histórica que sufrimos hoy los dominicanos que un individuo con la cultura y el origen decente y sano de clase media como Álvaro Arvelo Aybar propala indecencias y estercoleros que nunca escuchó a don Neno y a doña Ocelia, como siempre me refería cuando visitaba su casa y él la mía por 14 años cuando éramos vecinos en Gascue, y que tan solidario fue conmigo en los 21 desayunos que ofrecí con comunicadores en mi hogar de la calle Benito Monción al gran malagradecido de Salvador Jorge Blanco en su campaña hacia el poder.
¡Ay, cosas veredes, Sancho!
¿Caminaos? ¿Hacia dónde?
JPM

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Alvaro Alvelo is definitivamente un ser funesto y al cual le queda a la Medida la palabra ‘rastrero’