Plática sin práctica

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El autor es educador. Reside en Santiago Rodríguez

POR DOMINGO TORRES FERNANDEZ

Los dominicanos tenemos habilidades, capacidades e informaciones para debatir de cualquier tema. Vendemos un discurso muy fluido, con mucho entusiasmo, pero en realidad, son sólo pláticas con muchos contenidos, ¡y sin prácticas! Debemos ser coherentes en nuestro accionar, vivir apegado a principios éticos, patrióticos, religioso y dejar de querer impresionar a los demás, cuando sentimos lo contrario.

 

Es muy frecuente, escuchar alocuciones muy efusivas y emotivas que enamoran a nuestros oídos y, nos convencen de que están preocupados por las diferentes problemáticas que nos aquejan.

 

Consuetudinariamente, los discursos pomposos de los políticos prometiendo erradicar las malas prácticas, ya sea de: corrupción, impunidad, tráfico de influencias, populismo, dádivas, violaciones a la constitución, entre otras, son sólo formas de engatusar a los ingenuos en cada coyuntura electoral. Son viles y confesos manipuladores, acuden a todos los actos patrióticos, meramente, para cumplir con el protocolo, vestidos de blanco e impecables, estimulando a la emulación de los héroes; sin embargo, destruyen la patria y se lucran del pueblo. ¡Mas, aún hay patria!

 

De igual manera, los religiosos, sin importar cofradías, profesan amor a Dios y, representarlo aquí en la tierra; se entregan día a día a salvar a quienes están en pecados, mas es la plática. A diario, al ver o escuchar la noticia, local, nacional e internacional, nos enteramos de casos atroces, aberrantes, despiadados, inmisericorde, de predicadores del evangelio en contra de los feligreses, como: violaciones, robos, canonjías, adulterios, complicidades, enriquecimientos, entre otras. Dice Ricardo Arjona: “Jesús es verbo, no sustantivo”, con lo que estoy de acuerdo, ya que las prácticas son las que hacen al maestro.

 

En la praxis, políticos, religiosos, empresarios, (sociedad en sentido general), cabalgan por senderos equivocados e incoherentes al divorciar la plática de la práctica.  La inercia de acciones nos conlleva a no aterrizar y a no enfrentar la realidad. Y es así, por la comodidad del incumplimiento de normas, preceptos, principios éticos y morales, que coadyuvan a vivir de manera desorganizada, antidemocrática, sin fe, sin paz y sin esperanza de un mejor porvenir. Como la fe es lo último que se pierde, albergamos que cada ciudadano materialice lo que predica, ¡siempre que sea para bien! Porque merecemos una mejor nación y para eso, necesitamos ser mejores ciudadanos. Caminar con la frente en alto, enarbolando principios, actitudes, aptitudes, normas y preceptos, para una sociedad organizada y próspera.

 

En fin, no compremos el decir sin hacer, porque las pláticas deben ir acompañada de acciones que reivindiquen el discurso. Nos podemos seguir anclado al canibalismo ilustrado de nuestros políticos con mente de primates, donde el más fuerte se impone. Tampoco, promover un Dios que condena, castiga e ignora la pobreza, sino un Dios bondadoso, que perdona y nos ama. Se debe rechazar, tajantemente, el oportunismo de los que nos creen mediocres, miopes y mezquinos, para hacer de nuestra patria “el oasis caribeño” que tanto deseamos.

Sólo por medio de la práctica podemos diferenciar, quien actúa defendiendo la patria, de quien la destruye y la saquea. Es hora de practicar con el ejemplo como ciudadanos que nos duele nuestro terruño.  Respetar las leyes y las normas, son acciones que engrandecen a las personas y, por ende, a las ciudades. Hablemos un sólo idioma y, hacer nuestra, señales, códigos y signos establecidos por las comunidades, para que haya una comunicación más eficaz.

JPM

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