Un crimen contra los pobres
Tardé en sentarme a escribir esta columna. No por falta de argumentos ni de indignación, sino porque la noticia me golpeó tan fuerte que necesitaba asimilarla. Respirar. Ordenar el impacto emocional de lo que presuntamente ocurrió en el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa). Y aun así, la rabia sigue intacta.
Porque lo que se investiga no es un simple desfalco ni una falla administrativa. Es, en esencia, un crimen social presuntamente cometido contra los más pobres, contra quienes dependen de ese sistema para tratarse, sobrevivir y sostener un mínimo de dignidad.
Cualquier dominicano que haya pasado por el sistema público de salud entiende lo que significa esperar horas por una autorización, suplicar por un medicamento o rogar por un estudio. Mientras esa realidad golpeaba todos los días a miles de personas humildes, otros-presuntamente desde adentro, desde las oficinas donde se supone que se protege la vida-tejían mecanismos para desviar recursos esenciales.
Hemos perdido la capacidad de asombro ante la corrupción, pero no la capacidad de sentir. Este caso duele de manera distinta porque toca el punto más frágil de la sociedad: la salud del que no tiene nada. Y aprovecharse presuntamente de ese dolor no es solo un abuso del cargo: es crueldad moral, una que exige ser nombrada sin rodeos.

Lo que presuntamente se llevaron no fueron solo fondos públicos.
Presuntamente se llevaron tratamientos. Se llevaron medicamentos. Autorizaciones que nunca llegaron. Tranquilidad, esperanza y tiempo.
Y aunque pocos quieran admitirlo, también pudieron haber presuntamente arrebatado vidas.
Todos conocemos a alguien que depende de SeNaSa: un paciente en diálisis, un anciano que necesita sus medicamentos diarios, un niño con una condición crónica. Cada retraso, cada “vuelva mañana”, cada trámite perdido, cobra hoy un sentido más oscuro cuando se mira a través de las denuncias.
República Dominicana no merece normalizar que, presuntamente, se convierta la pobreza en botín. Ni que quienes viven con lo mínimo sean los primeros en pagar el precio de la corrupción.
Este caso es una herida abierta. Una afrenta presuntamente cometida contra la dignidad nacional.
Y aunque me costó asimilarlo, lo afirmo sin titubeos:
Esto no puede quedar impune. Porque lo que presuntamente ocurrió en SeNaSa no fue un simple error.
Fue un crimen contra los pobres.
jpm-am

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Si este caso hubiese sido en china, los familiares estuvieran rezándole los 9 dias, y no solo este, TODOS LOS ACTOS DE CORRUPCIÓN EN EL ESTADO ES EL MISMO CRIMEN, analícenlo , los pelédanilo que no se froten las manos, porque ahí no pueden escupir para arriba, porque la saliba le cae en la boca, DANILO Y COMPARTE, LADRONAZOS, el tiene cuñados, hermanos, primos, más parientes y ARIENTES. BARBARAZO.