OPINION: Vacunación y unidad nacional

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El autor es sociólogo. Reside en el municipio Santo Domingo Este

     La mayoría de los países atraviesan  por crisis sanitarias, económicas, sociales y educativas como consecuencias directas de la pandemia del coronavirus (COVID-19) que, desde marzo del 2020, empezó a impactar en la RD.

      Son dos las esperanzadoras acciones en nuestro país  para abordar con éxitos los perjudiciales efectos de esa compleja crisis:

Primero, es el esfuerzo que al respecto implementaría  la comunidad científica para crear el antídoto de la COVID-19  y, en segundo lugar ubicamos al conjunto de prudentes y eficientes ejecutorias que debe implementar el gobierno, en especial, las autoridades y técnicos que gestionan la salud pública y los diversos componentes de la economía.

Con eficiencia y en tiempo récord, los científicos de la farmacología cumplieron su tarea. Crearon varias vacunas contra la COFID-19.  Varios millones de personas ya han sido inmunizadas y desde la pasada semana se inició el proceso de vacunación en RD.

La vacuna se está aplicando con un buen protocolo y adecuadas logísticas, lo cual ha recibido el respaldo del liderazgo político y de la sociedad civil. ¡Excelente señal!

Solo se amerita de una mayor promoción de sensibilización e informaciones positivas dirigidas para el grupo minoritario que, prejuiciado por ignorancia, estúpidas propagandas y negativos rumores en las redes sociales, se resiste a vacunarse contra la COVID-19.

En ese objetivo, las autoridades y técnicos de las áreas de  salud y de la comunicación gubernamental están compelidas a enfocarse a fondo y priorizar acciones de orientación ciudadana.

Lamentablemente, en la RD, las secuelas directas de la COVID-19 en la económica, la educación, actividades artísticas, deportivas, culturales y sociales  se encuentran a nivel de peligroso embrión. 

     El presidente Abinader, en su discurso de juramentación, manifestó su disposición de buscar la unidad nacional para enfrentar la compleja crisis, incubada a partir de marzo del 2020, como consecuencia  de la COVID-19.

Esa fue una estimulante propuesta con la que se conquistó una reacción positiva de los líderes de la oposición política y el espontáneo aplauso de la población.

A esos fines, en sus primeras actividades públicas, el presidente Abinader realizó un importante periplo de visitas para conversar con los principales líderes del PLD, Fuerza del Pueblo (FP), Alianza País y dirigentes de organizaciones de la sociedad civil. ¡Bien. Muy bien!

En otras exposiciones, el presidente Abinader  ha reiterado la necesidad de concertar la unidad nacional como principal acción para solucionar  las crisis que está generando la COVID-19. Hasta ahí, en palabras y  solo en palabras, ha quedado la propuesta de unidad nacional.

A la fecha, no se ha evidenciado una sola acción del gobierno del PRM-Abinader que favorezca la necesaria unidad nacional. Todo indica que la unidad nacional fue una consigna populista insertada en discursos y twitteres para conseguir “likes” en las redes sociales y titulares en los medios de comunicación.

Ya existe la creencia que fue  una “sabichosa actitud”  para aprovechar la gracia de los primeros 100 días que se otorgan a los nuevos gobiernos, a la inercia política de la oposición por la resaca postelectoral y por los congresos internos que todavía están realizando el PLD y la FP.

No obstante, la crisis sigue creciendo como una “bola de nieve en una inclinada pendiente” que el gobierno del PRM-Abinader no tiene los suficientes músculos ni base social orgánica para detenerla sin  la positiva colaboración del liderazgo político y de la sociedad civil.

Todo lo contrario, en estos primeros seis meses, el gobierno del PRM-Abinader  ha evidenciado    a) Inexperiencias, improvisaciones,  populismo, incoherencias y faltas de coordinación  en las ejecutorias en varias instituciones del gobierno. b) Escándalos generados por altos funcionarios y dirigentes del PRM que afectan la autoridad y credibilidad del gobierno, lo cual es natural en los gobiernos del PRD, ahora PRM.

También c) Amenazas a la estabilidad macroeconómica, reducción del PIB,  escasez  y continuos aumentos en los precios de los principales productos de la canasta familiar que podrían empujar a una peligrosísima estanflación.

Es decir, las consecuencias directas de la múltiple crisis generada por la COVID-19 siguen afectando directamente el orden institucional y podrían hacer naufragar la paz social, tan imprescindible para el crecimiento económico, la justicia y paz social en RD.

Ante ese objetivo panorama y para evitar que las crisis se conviertan en un “volcán en erupción”, cuyas candentes lavas afectarían la paz social que disfruta la RD desde el 2004, se impone que el presidente Abinader pase de las palabras a los hechos. Que deje el “jueguito de amagar y no dar”  y pase a ¡cumplir su propuesta de concertar la unidad nacional!

JPM
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