Venezuela: se disipa el entusiasmo y aumenta la incertidumbre
El entusiasmo generado por el fenómeno Guaidó se ha ido disipando al paso de los días, al ir desapareciendo la esperanza de la opción militar que enarboló EEUU, creando falsas expectativas de una inminente transición a la democracia con apoyo decidido de una intervención humanitaria liderada por la potencia del norte.
Eso, debido a las últimas declaraciones de Jhon Bolton, Elliott Abrams y otros funcionarios norteamericanos descartando por ahora la tan necesaria opción militar.
En ese sentido Elliott Abrams, expresó públicamente, que no era prematuro accionar el articulo 187 de la constitución que autoriza el empleo de misiones militares venezolanas en exterior o extranjeras en el país, algo que debió tratarse con Guaidó confidencialmente para no generar más pesimismo en las vulnerables filas opositoras por él comandadas y en el desesperado pueblo venezolano que ya no aguanta más pesadumbre.
A esto se agrega, para aumentar aún más la incertidumbre, la provocadora acción de Rusia, en abierto desafío a EEUU, a Donald Trump y a más de 60 países que apoyan al presidente interino, al enviar bombarderos nucleares a Maiquetía y soldados a Guayana donde anuncia la creación de una escuela de pilotos, al tiempo que la Cancillería rusa se hace sentir en los escenarios internacionales mostrando abiertamente su carácter injerencista, algo que continuamente le endilgan a otros.
En Venezuela es difícil una transición a la democracia de forma pacífica y civilista como lo plantean algunos, porque allí hay una dictadura gobernante usurpando funciones, apoyada por perversos actores locales y extranjeros, cuyos principales protagonistas son Cuba, Rusia y China, los que obviamente están dispuestos a echar la pelea hasta el fin, para evitar la caída del dictador Nicolás Maduro que no da indicios de claudicar ante las fuertes presiones en el frente local y del extranjero.
Y es que aunque la vía pacifica sería lo preferible, quienes detentan el poder ilegítimamente nunca han dado muestras de que entregarían ese poder que tienen secuestrado por medios democráticos, porque lo demostraron cuando perdieron la Asamblea Nacional, al no reconocerle ninguna prerrogativa, desconociéndola e instalando otra paralela, la “Asamblea Nacional Constituyente”, al servicio total de la dictadura, lo que constituye un claro rompimiento del orden constitucional.
Los que estamos claros en el asunto, sabemos, que el desmantelamiento de la democracia se inició llegando Chávez a Miraflores al declarar muerta la vieja constitución y la llamada “Cuarta República”, al eliminar el congreso bicameral y sustituirlo por una Asamblea Nacional, unicameral, con el fin de facilitar su control. Así inició la marcha hacia el control sistemático de las instituciones democráticas, con claros fines de dominio totalitario.
Con el instrumento de un nuevo congreso unicameral en manos del chavismo, se propició la conformación de una nueva constitución, la que luego ha sido utilizada para justificar todo el escarnio y violaciones esparcidos por toda la geografía nacional en contra de todo lo que huela a oposición, libertades, derechos humanos, etc., todo ello bajo el amparo del descaro de una burda mascarada democrática.
Estaba Chávez, llevando a cabo viejos planes que estuvieron en agenda desde hacía tiempo; desde que conspiraba en la clandestinidad dentro de las fuerzas armadas con el fin de derrocar violentamente el gobierno democrático para instalar su viejo proyecto comunista en complicidad con la habana; planes que llevó a la práctica cruentamente en 1992, fracasando en el intento, dejando atrás una estela de sangre, y decenas de muertos , pero ganando con dicha acción estatus de “héroe”.
Chávez, despreciando los postulados democráticos y sus formas, se caracterizó por su estilo abusivo y autoritario; cometiendo todo tipo de atropellos, incentivando el odio y el resentimiento social, dividiendo y confrontando peligrosamente a la sociedad, creando fuerzas paramilitares altamente represivas (los colectivos), confiscando arbitrariamente empresas y propiedades privadas sin compensación, muchas veces de forma improvisada mientras pronunciaba un discurso.
Combatió la libertad de expresión, de prensa. Atropelló constantemente a los opositores a los que insultaba continuamente en sus discursos y en sus acostumbrados programas de radio y televisión, generalmente en cadena obligatoria.
Luego, tras su muerte, fue heredado por su pupilo favorito, Nicolás Maduro, a quien señaló como su sucesor, el que también era el favorito de Fidel y Raúl Castro. Este desde el inicio de su período de gobierno, ha venido tratando de parecerse lo más posible a su padre putativo, al intentar copiarlo en sus gestos y su discurso, y evidentemente en su abusivo autoritarismo.
El chavismo fue construyendo todo un andamiaje conformado por elementos de confianza en el que entre los más connotados está Diosdado Cabello, militar de gran ascendencia en las filas militares, considerado el segundo en importancia dentro del régimen chavista desde los tiempos de Chávez y de quien se dice que dirige una gran red de corrupción incluyendo el llamado cartel de los soles, con el cual ejerce el control del negocio del narco tráfico utilizando las plataformas del Estado.
En un contexto semejante, lo que le espera al joven líder Juan Guaidó, constitucionalmente presidente encargado de la nación, pero aún sin ejército, es una tarea ciclópea llena de grandes peligros e incertidumbre, en un escenario donde pueden ocurrir muchas cosas, desde su apresamiento hasta su muerte, en vista de la conocida naturaleza criminal del fatídico régimen narcocastrochavista.
Atención Estados Unidos, Donald Trump, republicanos y demócratas, Grupo De Lima y la Unión Europea, es urgente, hay que actuar rápido, no sigan cediendo terreno a la peligro que representa el avance de las fuerzas del mal.
Bajo esas condiciones de totalitarismo atrincherado, con la injerencia de perversos entes y gobiernos aliados, no se puede imaginar un escenario pacífico de transición hacia la democracia, lo que indica que para que se produzca el fin de la usurpación habría que despejar el camino para avanzar hacia ese propósito, para lo que evidentemente se tendría que usar la fuerza militar, local o extranjera, de lo contrario tendremos a Maduro y su pandilla tiranizando a Venezuela para rato.
of-am