Una nueva era bajo la sombrilla del covid-19

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EL AUTOR es ingeniero civil. Reside en Santo Domingo

El pasado domingo el nuevo presidente  Abinader asumió sus funciones bajo las angustias de una pandemia universal que esta aniquilando a miles de seres humanos cada día, hundiendo la economía  y de la cual el país no está libre de sus estragos.

El COVID-19 llegó al planeta para quedarse. Y sus tentáculos abarcan a todos los países de la Tierra que en mayor o menor escala impacta en la vida de las poblaciones con una cuota de infectados superior a los 21 millones de seres humanos y la cuota de muertos elevándose para alcanzar próximamente el millón de decesos. Es algo terrible y los temores son universales ante la impotencia cuando los remedios tardan en aparecer y los que ya se han anunciado  existen temores bien fundados en cuanto a su eficacia.

Aun así, los dominicanos y sus ambiciosos e indetenibles políticos hicieron  poco caso y forzaron a unas elecciones que gracias a Dios resultaron exitosas,  pese a la elevada abstención. Desde entonces todos los índices de contagio se han disparado sin freno envolviéndonos en la vorágine de los enfermos y las presiones hacia un nuevo gobierno en que los políticos se la están buscando  como el novio de la vaca.

El 157 aniversario de la Restauración de la República es la fecha que cada cuatro años ha sido seleccionada para la juramentación de las autoridades electas, fruto de las elecciones generales, que en lugar de mayo, esta vez se celebraron el 5 de julio. Y los dominicanos pudimos disfrutar de un acto solemne muy emotivo gracias al mensaje presidencial muy bien hilvanado y mejor pronunciado por el novel presidente.

La mayor parte del discurso fue para darle ánimo a la población de cómo sería enfrentada la pandemia a partir de ahora para frenar el crecimiento desorbitado de los contagios. Y es que con la desobediencia, ignorancia e indisciplina innata  de los dominicanos,  nada se puede hacer.

Fueron palabras esperanzadoras y muy claras de hacerle frente a un virus que es imbatible para darle ánimos y esperanza a la ciudadanía que pese a su indolencia ha ido  asimilando la realidad de un mal que llegó para quedarse en todos los países.

El presidente Abinader enfatizó su decisión de enfrentar la corrupción endémica que afecta los estamentos oficiales a casi todos sus niveles.

Esta, en la administración saliente, fue algo escandaloso por la asiduidad de cómo se enriquecían los políticos y funcionarios utilizando novedosos sistemas de acaparamiento.

Y lo recalcó con la designación de dos damas profesionales conocidas por su rectitud y apego al cumplimiento de las leyes.

Con esos nombramientos el presidente logra un sosiego para salirse de debajo de las ruedas de patana que ya le venía encima por las voces iracundas y presionantes  de los grupos radicales promotores de las protestas  pasadas que culminaron con el “se van, se van” exigiendo justicia inmediata y cabezas cortadas de los más señeros  funcionarios del gobierno pasado.

Y que se enfrenten a la justicia.

Ahora, la pelota de la justicia, ha sido colocada en la cancha dirigida por dos distinguidas magistradas conocidas por la rectitud y responsabilidad en el desempeño en sus anteriores cargos judiciales.

Nos preparamos para una acción de profilaxis social para despejar a laadministración pública de las lacras quetan malhablan de los exfuncionarios.

Esta vez es para hacerle frente  a la arrogancia y prepotencia de los peledeistas que  avasallaron a la ciudadanía con sus exhibicionismos de riqueza mostradas con un desparpajo que creían no tendría  represalias en un futuro, pero les ha llegado antes de lo esperado.

Ellos  creían que triunfarían en las elecciones pasadas. Pero el pueblo sabe asimilar y cobrar los abusos de los de arriba y más cuando se exhibían como una burla para quienes estaban sometidos a su yugo de una administración muy  personalista.

El discurso presidencial del domingo para inaugurar la era de Abinader impactó  en el pueblo por su claridad, sencillez y  buena dicción.

Y tal como el dijo no iba abrumar con un plan de obras que ya él y sus colaboradores  lo habían anunciado en diversas ocasiones. Solo anunció obras puntuales como el turismo para Pedernales, el necesitado puerto de Manzanillo, la reconstrucción de 30 mil viviendas y la autopista del ámbar para unir a Puerto Plata con Santiago en 25 minutos.

Lo más delicado fue el anuncio de la apertura de clases en forma virtual para lo cual el magisterio  no está preparado  y mucho menos los escolares. Lo más recomendable era que se postergara esa apertura para evitar un contagio descontrolado.

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