Proyecto tripartito Haiti-China-RD

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EL AUTOR es economista y consultor. Reside en Santo Domingo.

La decisión de abrir relaciones diplomáticas con China fue acertada. De ella se podría derivar un abanico de oportunidades al comercio y la inversión que contribuyan mucho a nuestro desarrollo. Procede pues que antes de la anunciada visita del Presidente Medina al gigante asiático hayamos clarificado bien nuestras metas. Y para eso no debemos limitarnos a iniciativas de incidencia local. Deberá también explorarse la opción de un gran proyecto tripartito que involucre a Haiti y China. Más abajo se presentan las consideraciones que  llevarían a su concreción.

La inclusión de Haiti en nuestros planes con China está más que justificada. Nadie discutiría que su desarrollo es de alto interés nacional, no solo porque así disminuiría la presión migratoria hacia nuestro país sino porque existen sinergias y complementariedades que  pueden explotarse exitosamente para beneficio mutuo.  Un proyecto tripartito que respete los fueros de cada estado también contribuiría a generar un clima de armonía entre dominicanos y haitianos, evitando desvaríos y malquerencias que pudieran desembocar en trágicos sucesos. La “exótica” intervención china conllevaría el prometedor potencial de transformar la desconfianza y la reticencia en mutua cooperación.

Abarrotada de capitales y, siendo el mayor acreedor de EEUU con un trillón de dólares en bonos del Tesoro, China está desarrollando el llamado Ruta de la Seda, un gigantesco proyecto de cooperación destinado a países emergentes. Este implica una inversión de US$250 billones de dólares, de los cuales ya se han prometido US$60 billones para África, para quien también se ha prometido la condonación de la deuda de los países más pobres de ese continente. China se propone así asegurar fuentes de los suministros de bienes y servicios que requiere su economía, a la vez que también genera demanda para su producción por parte de los países amigos.

La iniciativa acentúa una etapa de expansión deliberada de la influencia china en el mundo y en particular América Latina (https://elpais.com/internacional/2018/09/05/actualidad/1536140903_256867.html) y África(https://www.weforum.org/agenda/2018/09/three-myths-about-chinas-investment-in-africa-and-why-they-need-to-be-dispelled), todo en tiempos en que Occidente ha disminuido la cooperación para el desarrollo significativamente. Para proyectarse mundialmente ya hoy tiene bases militares en Argentina y Yibuti y está creando islas artificiales en el Mar de China con fines militares. También ha cortejado a países emergentes para que suspendan sus relaciones con Taiwán a cambio de algunos regalos primorosos, como lo fue el estadio deportivo de US$100 millones que construyó para Costa Rica. Además, está también comprando grandes cantidades de tierras tanto en África como en Suramérica con miras a ponerlas a producir para satisfacer su consumo de bienes agropecuarios. Los 1,300 millones de chinos quieren tener seguridad alimentaria.

En este contexto, el propuesto proyecto tripartito no tiene aún precedentes. Sin embargo, es bien conocido que China ha logrado recomponer la maltrecha economía de Ruanda (devastada en el 1994 por el genocidio de la etnia tutsi). Actualmente se emplea a fondo para hacer lo mismo con Etiopia, la segunda nación más populosa de África. En el Caribe se conoce de un proyecto de megapuerto en Jamaica que sería un centro de recepción de barcos chinos que crucen el Canal de Panamá. Se reporta también de inversiones en Trinidad y Tobago, las Bahamas y Guyana, además de las exploraciones petroleras que llevan a cabo en Venezuela.

El año pasado hubo reportes de un gran proyecto de desarrollo para Haiti que implicaría una inversión de US$30 billones (https://www.huffingtonpost.com/entry/china-extends-her-silk-road-to-haiti_us_5984927ae4b0bd8232029723). El proyecto incluía una planta de generación eléctrica de 600 megas, un nuevo edificio para el ayuntamiento, la construcción de todas las calles de Puerto Príncipe, un tren para comunicar todo el país y miles de viviendas para los damnificados del terremoto del 2010. Lamentablemente, se rumora que los haitianos no quisieron acceder a algunas condiciones previas y por eso se estancó un proyecto que, por via indirecta, hubiera beneficiado a la RD grandemente.

Para diseñar el proyecto tripartito Haiti-China-RD no se requiere reclutar a pensadores brillantes. Las opciones de intervención pueden identificarse fácilmente.  La premisa es que no basta con que los chinos nos compren piña, tabaco y cacao y ayuden a mejorar la transmisión eléctrica. Eso no reduciría el tremendo desbalance del intercambio comercial de diez a uno a favor de China. El proyecto deberá también hacer énfasis en los intereses particulares de cada país y la RD y Haiti deberán conceder a China algunas prerrogativas a cambio del financiamiento requerido.  Por supuesto, la RD y Haiti deberán ponerse de acuerdo para poner a disposición de China, de la manera adecuada, las concesiones derivadas del DR-CAFTA y las múltiples exenciones que EEUU le ofrece a Haiti para estimular sus exportaciones (https://acento.com.do/2017/opinion/8492712-china-haiti-turismo/). No existe eso de un almuerzo gratis.

El proyecto podría incorporar componentes nuevos y otros que ya se han sugerido. Estos incluyen: 1) puerto de Manzanillo, 2) zonas francas fronterizas, 3) proyecto turístico para el suroeste de RD y el sur de Haiti, 4) explotación minera responsable de la franja San Juan de la Maguana-Cabo Haitiano, 5) ferrocarril Nagua-Cabo Haitiano y 6) obras de infraestructura binacionales, como un tren de levitación entre Punta Cana y Puerto Príncipe, la reconstrucción de la Carretera Internacional y la construcción de plantas de energía solar y eólica.  Deseable también sería un componente para la total reforestación de Haiti y la construcción de las viviendas destruidas por el terremoto. Para conocer mejor otras opciones haitianas de desarrollo conviene repasar el reciente estudio del Copenhagen Consensus(https://www.copenhagenconsensus.com/Haiti-Priorise).

A grosso modo, el financiamiento de estos proyectos podría ascender a unos US$25 billones y encargársele a un fideicomiso trinacional.  Para el repago del mismo China tendría que aceptar un compromiso futurista a fin de que parte de la amortización del capital se hiciera con los beneficios que se derivarían de los proyectos mismos. La tasa de interés tendría que ser concesional y habría un periodo de gracia de unos cinco años. A cambio Haiti y la RD ofrecerían exenciones impositivas especiales a los proyectos de inversión de empresas chinas orientados hacia la exportación, además de las facilidades requeridas para que productos chinos fabricados en la isla puedan acceder al gran mercado de EEUU y, por via de Haiti, a CARICOM.

La propuesta del tripartito asume que tanto Haiti como la RD son estados soberanos que pueden escoger sin cortapisas sus socios comerciales y de desarrollo. Si el tripartito no es visto con buenos ojos por EEUU, nuestros países podrían ofrecerle reemplazar a China. Esta posibilidad se desprende del reciente anuncio del Departamento de Estado al llamar a consultas, relativas al establecimiento de relaciones diplomáticas de estos países con China, a sus embajadores en El Salvador, RD y Panamá. “Nuestros tres jefes de misión se reunirán con los líderes del gobierno para analizar las formas en que Estados Unidos puede apoyar instituciones y economías fuertes, independientes y democráticas en toda Centroamérica y el Caribe.” ((https://m.prensa.com/politica/Unidos-diplomaticos-Panama-preguntar-Taiwan_0_5117488226.html)

Algo similar podría ofrecérsele a Francia y Canadá, los otros dos países desarrollados que tienen especiales vínculos con Haiti. De ellos no obtemperar la RD y Haiti deberán plantarse y actuar en pro de sus mejores intereses nacionales. Y si la opción más deseable es China entonces los presidentes Jovenal y Medina deberían viajar juntos a Beijing para proponer el tripartito.

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