Polución mental: a desintoxicarnos el alma!

PAULA JOAQUIN DE HENSCH

 

El 2016 ha puesto la palabra desintoxicación en moda. Se habla de curas para desintoxicar  la piel, riñones, la sangre… con la firme intención de eliminar del organismo los múltiples ataques tóxicos a que se expone continuamente.

 

Indudablemente no podemos negar la toxicidad que existe en el ambiente: aire y agua  contaminados, epidemias por basura e insalubridad, vacunas y medicamentos vencidos, cultivos irradiados, infectos de pesticidas, aditivos y metales pesado… para mencionar algunos de los ataques que diariamente  recibe nuestro cuerpo.  Con todo esto, se hace imprescindible ¡desintoxicarlo !. Sin embargo, existe otro parámetro esencial en el hombre que muchos olvidan y al que también es necesario dedicarle el tiempo para cuidarlo, limpiarlo y eliminar las inminentes toxinas que lo  envenenan, se trata de ¡el alma!.

 

Los tóxicos mentales son a  menudo  difíciles de identificar aunque sus efectos  inciden y perturban la sensación de sentirse bien consigo mismo, la capacidad de tolerar el estrés cotidiano o de ejercer un trabajo productivo en la sociedad.

 

La salud mental es sinónimo de equilibrio entre el individuo y su entorno sociocultural. Si el individuo no se siente bien consigo mismo, es incapaz de pensar, sentir, interactuar adecuadamente y por consecuencia, de disfrutar de su existencia con bienestar y calidad de vida.

 

Nuestra sociedad  es hoy día  una fuente de estimulaciones   toxicas  y polución mental:  corrupción, analfabetismo, discriminación, violencia, desempleos, delincuencia, pobreza, insalubridad, drogas, instituciones ineficaces , injusticia, dirigentes incompetentes y ambiciosos, infecciones ,  ruidos, toxinas ,abusos  , impunidad, normas socioculturales discriminatorias, infraestructuras limitadas….por mencionar algunas… El hombre está intoxicado, contaminado mentalmente y esta  es la peor epidemia que enfrenta, porque ella deforma su vida, le  resta energía y lo confina en un mundo de emociones caóticas, de desconcierto, frustración y desequilibrio!

 

La polución mental  por ende, conlleva un desequilibrio patológico inminente. Enajena, aliena y los resultados hablan de ello: drogadicción, anorexia, terrorismo, delincuencia, inseguridad, malversación, alergias, asmas, ansiedad, stress, hipertensión, suicidios, violencia, corrupción… El individuo está infecto y necesita atención.

 

Desgraciadamente hoy en día no podemos contar con los medios de comunicación para mantenernos informados y ayudar a prever ciertos males, por el contrario muchos de ellos propagan   noticias virulentas tendenciosas e insanas,  informaciones patógenas que  limitan y estresan la vida, impidiendo avanzar hacia un estado mental relajado, positivo, de bienestar psicológico y emocional. Tampoco  podemos contar con el ineficiente  sistema de salud, ni mucho menos con nuestros dirigentes, ministros, diputados, síndicos….   preocupados en amasar fortunas o permanecer en sus puestos. Por otro lado, la ola de mundialización y  unificación nos exponen a una despersonalización todavía más inquietante.

 

Se impone y urge, ayudar al individuo, tanto físico como mental, hay que  evitar someterlo  a más tensiones y frustraciones que atentan  su bienestar físico, espiritual y social.

 

En esta situación, el primer paso para combatir esta enajenación del alma  , requiere que  cada individuo se perpetre   una higiene mental  , comenzando por  fortalecer su autoestima, afirmar  sus logros y virtudes, cultivar el autocontrol, el entusiasmo ,aprender a controlar el estrés , a rechazar las noticias toxicas  y desmoralizantes  , los pensamientos y criticas  venenosas propias o de personas malintencionadas. Es necesario aprender a ser crítico y no aceptar los problemas como algo normal o fatídico. Ser más solidario, reír y relajarse  a menudo, aprender a   tener fe en el futuro  y crearse metas reales que le indiquen el camino a seguir. Modificando nuestra actitud mental podemos darle un nuevo giro a nuestras vidas.

 

Es imprescindible además,  que nuestros dirigentes garanticen el respeto a los derechos civiles, políticos, socioeconómicos y culturales de la sociedad. Deben  ser honestos, previsivos y responsables,   capaces  de mirar más allá de sí mismo,  de su reelección y comodidad personal. Trabajar por el   bien común, invertir  en la infancia, en los grupos minoritarios, promover actividades de salud mental en las escuelas, en el trabajo,  prevenir el estrés  y asegurar mentes sanas en cuerpos sanos.  También deben preocuparse en desarrollar programas de desarrollo comunitario, de lucha contra la violencia, la pobreza, la discriminación, programas de prevención de  suicidios, drogas, abusos, crear teléfonos de escucha e  información.

 

Nosotros somos responsables de nuestro propio destino, somos la sociedad, asegurémonos de construir nuestra propia felicidad,  asegurémonos de elegir gobernantes que aseguren el  bienestar y el equilibrio  de la familia, rechacemos los venenos sociales y mediáticos y aceptemos aquello que nos  garantice una vida cualitativamente aceptable y apropiada y tal  como nos dice Michelangelo Saez refiriéndose a los fracasos de la vida  “ … los podemos convertir en un pequeño éxito si seguimos el camino adecuado”.

 

jpm

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