Los sacerdotes ¿solteros o casados?

Un grupo de mujeres escribieron al Sumo Pontífice, solicitándole que permitan a los sacerdotes contraer matrimonio. Decidí reflexionar al respecto. La iglesia católica es un conjunto de dogmas, fieles y cleros, regido por el Papa. Reúne personas que creen y pregonan la existencia de un ser superior, creador del mundo, que guía rumbo a la paz. Para ayudarnos a estar conectados espiritualmente a Dios, han surgidos diferentes iglesias. La católica tiene como requisito que sus sacerdotes sean célibes, hagan votos de castidad y vivan en el templo. ¿Por qué? Hay muchas versiones. Unos dicen que sigue el ejemplo de Jesús, el hijo de Dios, quien era soltero. Otros que persiguen estricto control para mantenerlos centrado en lo espiritual y protegerlos de tentaciones. Algunos aseguran que obedece a criterios mercantiles, que es más económico, sostenerlos sin casa, ni esposa ni hijos. Los que abogan por que les permitan casarse, consideran, entre otras cosas, que deben liberar sus deseos sexuales aunque sean necesidades, que al igual que otras, pueden controlar. Esgrimen también, su encerramiento. Consideran que no es lo mismo que salgan a vivir experiencias, que leerlas o escucharlas en confesiones. Agregan que Dios creó la naturaleza para explorarla, someterse a pruebas y que las personas que van al templo, son las que menos ayuda necesitan. En definitiva, quieren que los eclesiásticos salgan al mundo y se realicen a plenitud. ¿Por qué ese interés?. Pienso que para comprender el sentir de los demás, no hay que vivir las penas y alegrías. Basta conocerlas y entender del amor de Dios para ayudarlos. Los sacerdotes son expertos en eso. No obstante, el Papa Francisco les ha pedido que vayan a las comunidades a participar de las actividades, que se acerquen a la gente. Que sin ningún temor, vibren con ellos. En RD, llueven los ejemplos de solidaridad. Sin enlodarse, dejan el sello de los principios cristianos por doquier. Serenan espíritus. ¿Deben permitir que se casen? . Los sacerdotes son guías. En medio de su vida tan sencilla y solteros, lucen, ¡despejados!. Basta verlos para recordar a Jesús, a Dios. Representan un núcleo de fe, espiritualidad, generosidad, de amor al prójimo, que esta a disposición de todos. Inspiran confianza, credibilidad. De ahí que, los soberbios y prepotentes, que solo buscan los ricos y poderosos, al igual que los pedófilos, no encajan en el clero. Si contraen matrimonio y tienen hijos, en ese nuevo escenario, la percepción puede ser diferente. Sentimos que se nos alejan espiritualmente. De hecho, el sacramento de la confesión, correría peligro. “No me confieso con el marido de mi amiga”. El Papa Francisco fue juicioso al decir que “el celibato no es un dogma de fe, es una regla de vida, un regalo para la iglesia”. Dedicarse a servir al prójimo desde el templo y hacer de la comunidad, su familia, es la mayor prueba de amor y fe en Dios. Es el sello de la iglesia católica. Es entrega total, no tarea programada. Los que asumen esa misión, deben estar a tiempo completo en conexión con Dios, meditando, pidiendo luces para salvar almas. Las palomas mensajeras de amor, cual ángeles, deben existir siempre. Los sacerdotes lo son. Célibes son más libres y confiables para ejecutarlas. Los enfermos del alma sienten alivio de saber que su “medico” esta disponible. En ese sentido, su núcleo familiar son los grupos en las comunidades, no determinada mujer o hijos, con los que puede correr el riesgo de que empañen el proyecto. El celibato implica un sacrificio como el de Jesús. Centra al clero en el espíritu, no lo distrae con la carne. “Es un regalo a la iglesia”, muy valioso, hecho con amor y sacrificio. Se lo entregan para ayudarla a orientar por el camino del bien. Si no existieran esas reglas, la estructura del templo fuera débil, invadida por falsos profetas y los antivalores penetrarían con facilidad, haciéndola perder el equilibrio. Ahí esta su diferencia con otras. ¿A quien le conviene que cambie sus reglas? Debemos cuidarla. El alma de la humanidad necesita de un guía como la iglesia católica, que con firmeza y coraje limpie la maleza de la vida y la conduzca por el camino de la salvación. Ahora bien, no olvidemos que en todos los árboles, hay frutos que se pudren y caen. Los curas que se apartan de las normas, no deben ser la evidencia, para tomar la decisión de que les permitan casarse. Simplemente están en el lugar equivocado. Reflexionemos.

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