La narración de béisbol: Chercha, fraseología y uso sensacionalista de la lengua
La historia de la narración de béisbol de invierno en la República Dominicana, parece dividirse en dos períodos caracterizados, naturalmente, por igual número de estilos narrativos muy diferentes: la era en que, sin descuidar la amenidad, al narrar imperaba la mesura, el respeto, lo técnico y lo profesional y el momento actual, en el que predomina el sensacionalismo absurdo, la fraseología apestante y la chercha insustancial.
En el primer grupo, necesariamente, debemos incluir a los grandes maestros de esta vertiente de la locución, quienes con su particular estilo, dieron cátedras de cómo debía describirse un «juego de pelota». Nos referimos, obviamente, entre otros, a Lilín Díaz, Billy Berroa, Félix Acosta Núñez y don Papi Pimentel.
La línea profesional de estos íconos de la narración deportiva ha sido agraciadamente continuada, en la actualidad, por otros excelentes narradores, a la cabeza de los cuales merece citarse a don Mendy López, a quien con justicia tenemos que considerarlo como el más grande narrador dominicano de los últimos tiempos.
Narrar un juego de béisbol es un oficio serio, aunque divertido; un ejercicio lingüísticamente profesional y artísticamente descriptivo, como magistralmente procedían en tiempos pasados los maestros de la palabra precitados.
«Chabacanear» la narración es, por el contrario, convertir en «relajo» un trabajo que, si bien debe recrear espiritualmente, en él tiene que primar la mesura y el peso profesional. Es, además de irrespetar al fanático, a la LIDOM y al torneo mismo, reducir o restarle valor a la tradición que en la República Dominicana entraña el beisbol
Un buen narrador, aunque simpatice y reciba pago del equipo para el cual trabaja, tiene que ser objetivo, controlar sus emociones y actuar por encima de su fanatismo. Debe entender que más que narrador, es un cronista y, en tanto cronista, está obligado a describir de manera desapasionada todo lo que ocurre en el terreno de juego. Y al detallar las atléticas acciones, debe hacerlo con emoción, no importa quién sea o a qué equipo favorezca la jugada que se describe.
Y, lo que es más importante, debe poseer plena conciencia de que es un narrador deportivo y no el animador de un show artístico u humorístico que a toda costa intenta impactar o provocar risa, ya sea mediante el uso de un tono sensacionalista o de un abultamiento fraseológico que empalaga y le imprime un sello altamente disparatoso a la noble labor que realiza. Por último, debe entender que el verdadero protagonista es el atleta que realiza la jugada en el terreno de juego, no quien la narra o describe en el interior de una cabina de radio o televisión.
En relación con la fraseología exagerada, se tiene la errada percepción de que mientras mayor sea el número de frases empleadas al narrar, más amena y divertida resulta la narración. Y nada más falso. Para ilustrar, vale recordar lo relajante que resultaba escuchar a Félix Acosta Núñez, Billy Berroa, Lilín Díaz y Papi Pimentel, cuyo repertorio fraseológico que caracterizaba el estilo de cada uno, no superaba las seis frases. Fraseología esta, no creada previamente, sino que surgía como resultado de la emoción del momento. A tono con este juicio, hoy nos encontramos con narradores en cuya carpeta de trabajo se registran más de setenta frases, la mayoría de las cuales, como guion para futura representación de una obra teatral, fueron concebidas muchos meses antes del inicio de la invernal competencia.
Quizás debido a esa falsa percepción es que algunos exponentes de la moderna cosecha de narradores incluyen todos los años nuevas y abundantes frases en su quehacer narrativo. Y esto se debe, además, a que semejante conducta resulta reforzada (Condicionamiento operante) por fanáticos que hasta en las letras de nuestros merengues incluyen tales expresiones.
Es verdad que la dialéctica establece que todo cambia, nada es permanente, todo se transforma; pero el cambio dialéctico debe apuntar siempre hacia lo positivo, a la superación, pues de lo contrario, lo que se espera que sea una auténtica evolución se convierte entonces en un verdadero retroceso, en una real involución.
En tal virtud, entendemos que el sensacionalismo absurdo, el fanatismo irracional, la chercha insustancial y la fraseología apestante, por abultada, son rasgos que le restan gracias, seriedad y profesionalidad a la narración deportiva; pero muy especialmente a la narración de la disciplina que ha sido considerada como nuestro pasatiempo favorito: el béisbol.
jpm-am
Faltó Tomás Troncoso en la lista de los buenos narradores.
Eso es un reflejo en areas especificas del declibe moral, la falta de los que es la etica, que significa la seriedad en lo profesional. Imaginence entoces, como estan las demas, en las diferentes escalas del conjunto en la sociedad dominicana.Voy a recordar una de las tantas obeservaciones de la abuela, apenas dos o tres decadas pasadas de como eran los patrones de conducta que debia primar. Ella observaba como desde ese tiempo para aca, >
< los prefesores o maestros-as de escuelas a todos los niveles de educacion, como se presentaban ante su alumnado. Estos siendo muy mal pagados, aun asi, se presentaban con un atuendo que inspiraba respeto, por lo tanto autoridad, independientemente de la capacidad que, por cierto, en la mayoria de los casos era excelente.Todo esto indica la chabacaneria y el inrrespeto a la profesionalidad, que debe asumir todo aquel que tenga sentido >
< de la autoridad que representa ante la gente.Si eso se da en el orden de la educacion, entonces, que podemos esperar en el orden de aquello que tiene que ver con el entretenimiento.A mi modo de ver, todo proviene desde el inicio, en la formacion formal que proviene de la casa. Lo que demuestra que hay deficiencias en los responsables de dar formacion integral como personas, continuando esta, a una mala formacion educativa escolar desde los primeros niveles.Profesor, una vez mas, gracias por dedicarnos su tiempo y su afan en pos de constribuir a una mejor educacion y, gratuita.
La realidad es,que el buen observador concluye rápido,que en nuestro país,todo es retroceso.Especialmente,si dicho observador,pasa de 50 años de edad.
Magistral, profesor, aunque es un dardo que llega al cuello de mi favorito con exceso de fraseología.
CIENTO POR CIENTO DE ACUERDO. HOY DIA LOS NARRADORES SE HAN CONVERTIDO EN UNOS CHERCHEROS SIN CONOCIMIENTO DE LO QUE ESTAN HACIENDO, SON UN GRUPITO DE IMBECILES QUE HARTAN AL OYENTE CON LOS SALUDITOS ESECIALES Y OTROS DISPARATES QUE NADA TIENEN QUE VER CON EL JUEGO EN SI.
Excelente…
Muy buen articulo profesor Caba, parece ser senal de los tiempos el tener que soportar a los dicolos, que hoy llaman narradores de pelotas.Aprendi amar al futbol, precisamente por el lenguaje de altura de sus narradores. Su prosa es fluida y con chispas de poesia, encantan.
Dicolo tiene que ver algo con DISCO LIGHT?
Cuando se escribe rapido, se van o se olvidan leras. Quise decir discolo (con acento en la i).Gracias.
No se escribe rapido ni despacio imbecil, se escribe bien o mal. Ademas no se escribe leras sino letras.