La alta abstención del 2016

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El autor es abogado y dirigente del PRM. Reside en Santo Domingo

Cuando la abstención obtiene una alta puntuación, como ocurrió el 15 de mayo, la gran perdedora de las elecciones es la democracia.

 

A pesar de que para las pasadas elecciones se esperaba una alta concurrencia de electores, debido a que, excepcionalmente,  todos los cargos de elección popular serían escogidos el mismo día, inesperadamente, la abstención fue más alta que la de las Elecciones Presidenciales del 2012.

 

En ese sentido, ni la escogencia de un total de 4,106 cargos, una cantidad record, ni la depuración del Padrón Electoral, fueron motivos suficientes para evitar que el 31% de los 6,765,063 ciudadanos convocados a ejercer el sufragio se negaran a participar en las Elecciones Ordinarias Generales Presidenciales, Congresuales y Municipales del 2016.

 

Mediante una disposición administrativa, la Junta Central Electoral conminó a todos los ciudadanos a cambiar sus cédulas de identidad y electoral antes del 15 de enero del 2016, fecha del cierre del Padrón Electoral, como condición para poder ejercer el sufragio. En efecto, todo aquel que no cambió su plástico viejo por el nuevo, antes de esa fecha, se quedó fuera del Padrón Electoral y no pudo votar.

 

Por lo tanto, como en ningún otro certamen electoral, el dato sobre la cantidad de ciudadanos que tomaron la decisión de no votar es fidedigno. Sin lugar a dudas, los referidos resultados reflejan la auténtica abstención electoral.

 

Muchas veces se confunde el concepto de voto en blanco con el de abstención, por lo que es pertinente aclarar que se trata de dos aspectos diferentes de la participación electoral. Los abstencionistas son aquellos que a pesar de encontrarse habilitados para votar no lo hacen. Mientras que los votantes en blanco son los que acuden a votar pero dejan las boletas en blanco o la anulan de manera intencionada.  Pero ambos tienen en común su expresión de disgusto o desconfianza en torno a las elecciones.

 

Para el reconocido politólogo italiano, Gianfranco Pasquino, las causas de la abstención son múltiples, destacando la siguiente: “La explicación que más comúnmente se ofrece, y es posible que de una manera convincente, es que ahí donde los partidos están bien organizados, su presencia es penetrante y su actividad es múltiple, la tasa de abstención permanece muy restringida; ahí donde los partidos están en crisis, su capacidad de movilización y captación del electorado se desvanece y el abstencionismo crece, y crece aún más si, como sucedió en Estados Unidos en los años sesenta, su crisis se manifiesta al mismo tiempo que la ampliación del electorado potencial”.

 

Como puede apreciarse, la cita que antecede es un retrato fiel de lo que viene ocurriendo en nuestro país desde los primeros años de este siglo.  Los partidos están en crisis y nadie lo puede negar. Cuando están en el poder no respetan las normas electorales ni propician sus reformas, sus estatutos son mucho menos que un pedazo de papel, pisotean los derechos de los pocos dirigentes medios y militantes que les quedan y no son programáticos ni ideológicos, por lo que para los electores da lo mismo un partido que otro.

 

Detener el crecimiento del abstencionismo debe ser una prioridad de los partidos. Para empezar a lograrlo deben democratizarse y recuperar el respeto del pueblo dominicano.

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