Jesucristo un político

Aunque parezca extraño, Jesucristo nació para reinar sobre el trono del rey David, en el pueblo de Dios, conforme dijo el ángel Gabriel a María, madre biológica de Jesús. Este contexto es importante, pues señala una de las funciones de él, en este mundo. Su misión fue instaurar un reino de hombres y mujeres santos al Señor, en toda su manera de vivir. Por eso, él vino a buscar a los pecadores a que se arrepientan de sus malos caminos. Jesús supo lidiar contra su oponente político, quien quiso  desviarlo de su objetivo, ofreciéndole los reinos del mundo y sus respectivas glorias, a los cuales Jesús rechazó, porque estaban contaminados con la corrupción de satanás.
Muchos políticos han sido comparados con Jesucristo, por parte de sus seguidores, lo cual constituye un gran reconocimiento a nuestro Señor, pues ha sido admirado y deseado por otros, quienes en realidad no tienen muy pocas cosas en comparación a él. El fanatismo religioso ciega a éstos seguidores, y queriendo poner cualidades en sus líderes, de las cuales ellos carecen, cometen la infamia de comparar  al ser santo y perfecto que ha habido en la tierra. Sin embargo, el político honesto y creyente, pudiera beber de la sabia pura que hay en Jesucristo, pero para lograr ésto se requiere un volver de mal camino a Dios.
También han habido políticos que usado en sus propagandas consignas basadas en atributos de Jesucristo. Estos han sido más osados que sus seguidores. Ellos se han presentado como si fueran Cristo, cuando en realidad son opuestos a los valores que esparcieron la fama de éste y  dos mil años después, aun siguen hablando de la grandiosa persona de Jesucristo. Este fue, es, y será inigualable por los siglos de los siglos. Mas, él está alcance de todos los que confían sus vidas en él, pues él quiere transformar a los políticos de hoy y de mañana; él vino para beneficiarnos con sus palabras, promesas y sacrificios que hizo por una humanidad corrompida.
El reino de Cristo es de carácter espiritual, él lo describió ante Poncio Pilato, cuando dijo: «Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para ésto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz » Jn. 18:36, 37.
Jesucristo fue un gran político, y sigue siendo un gran político, pero sus seguidores no hemos entendido ese aspecto significativo de él. Por eso, muchos quieren ser seguidores de él, pero con el contexto de un político del mundo. Si el reinado no es de este mundo, tampoco su contexto lo es. Cuando Jesús fue entregado a los judíos, fue traicionado a cambio de 30 monedas de plata, eso indica que él no tenía nada de riquezas. Entonces, ¿por qué hacerse rico en nombre de Cristo? El diezmo es un engaño a los creyentes, Jesús no dio es mandamiento. Todo aquel que se ha hecho rico usando a Cristo, o del erario y diciendo que es creyente en Cristo, no debe engañarse, pues no es de Cristo.
Muchos políticos harán mensajes hermosos sobre Cristo, lo harán en estos días; hermosas sonrisas, que manifiestan un estado emocional increíble; saludos grandemente emotivos de felicitaciones y; hasta regalos en nombre de Cristo. Todo ésto es bueno, pero debemos hacerlo de corazón para exaltar a Jesús de Nazaret. Pues está escrito: «No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción, mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna» Gál. 6:7, 8.
Jesucristo nació para ser Rey, y lo quiere ser en el corazón, en el cerebro, en las fuerzas, en todo el ser. El quiere que cada persona se convierta a él, para hacerlo una nueva criatura con un nuevo pensamiento, una nueva vida, una nueva conducta. El es el político que desea cambiar la vida de todos. El ofrece y cumple. El no difama, pues se basa en sí mismo, no en las debilidades de otros,o en los supuestos puntos fuertes que algunos enarbolan. Si queremos un mundo mejor, se debe dejarse en mano del verdadero, sincero, honesto y triunfante Rey, Jesucristo.
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