García Márquez no escribió ninguna "carta de despedida"

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Una supuesta carta de despedida de Gabriel García Márquez es falsa. En 1997 el periodista peruano Mirko Lauer la difundió en una columna que editaba en el diario La República.
Varios diarios, radioemisoras y millones de internautas cayeron en «la trampa» de quien lo subió a la red, atribuyéndosela a García Márquez, supuestamente al borde de la muerte debido al cáncer de que padecía, por lo que le dieron gran difusión.
La primera reacción del Nobel colombiano, que se encontraba entonces en Los Angeles escribiendo sus memorias, fue hacer circular una escueta línea que decía: «Lo que realmente me puede matar es la vergüenza de que alguien me crea capaz de haber escrito un texto tan cursi».
Se determinó entonces que el autor dela misma había sido Johnny Welch, argentino radicado en México, quien actuaba los fines de semana en el Bar Brujas. Padre del muñeco «El Mofles», Welch habló con los medios de comunicación para aclarar que él era el verdadero autor del poema y que era ajeno a su difusión por Internet.
«A mí me duele profundamente que el señor García Márquez diga que él no se atrevería a escribir una cosa tan cursi, pero respeto su opinión», comentó el ventrílocuo al periódico mexicano Reforma
«Yo no soy un letrado o una persona que haya estudiado Filosofía y Letras, soy un ser humano con la necesidad de comunicar lo que siente y lo hago con el corazón», agregó en esa ocasión.
El lugar de origen de lo que finalmente se concluyó que era una broma fue Europa. El columnista Mirko Lauer recibió el texto a través del escritor Abel Posse, entonces Embajador de Argentina en Perú, quien a su vez lo recibió de su amiga la escritora Elizabeth Burgos, radicada en París. A ella se la envió una mujer que no conocía, Rosario Sosa, al parecer desde Bélgica, quien lo distribuyó a 17 personas más, entre las que estaba el nombre del Presidente de Chile, Ricardo Lagos, a partir de un documento generado por un tal Donato Di Santo, de Italia.
Pese a que no es de la autoría de García Márquez, lo cierto es que la carta, cuyo verdadero autor hasta el momento se desconoce, es conmovedora. Su texto dice así:
“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera. Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.

Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

A los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas, pero le dejaría que el solo aprendiese a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.

Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.

He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón.

Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma.

Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “Te Quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

El mañana no lo está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana nunca llega, seguramente lamentaras el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.

Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento” “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces.

Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos.

Finalmente, demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan».

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